En v¨ªa muerta
Dif¨ªcil es que un proceso de negociaci¨®n de paz soporte casi una veintena de muertos en dos d¨ªas por mucha voluntad que se ponga. En Oriente Pr¨®ximo es directamente imposible. Pese a los esfuerzos de moderaci¨®n de tantos, la din¨¢mica general es terror¨ªfica. La cumbre de la Liga ?rabe concluy¨® ayer en El Cairo con una declaraci¨®n que no satisface a nadie. Nada indica tampoco que la cumbre anterior celebrada en Sharm el Sheij haya servido para otra cosa que para demostrar la buena voluntad del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton; del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, y de una Uni¨®n Europea presente por primera vez en la persona de Javier Solana.La Liga ?rabe nunca ha sabido responder con un m¨ªnimo de unidad a un Estado de Israel que, en la duda, siempre ha optado por la respuesta m¨¢s rotunda. Los paganos m¨¢s directos de esta situaci¨®n han sido, y siguen siendo, los palestinos. Lo preocupante es que el Gobierno de Israel intente presentar la declaraci¨®n de la Liga ?rabe como radical cuando en realidad dice muy poco o casi nada. Y preocupante es tambi¨¦n la cada vez mayor certeza de que Yasir Arafat no puede dominar a quienes nominalmente representa en las negociaciones. Barak ha demostrado ser mucho menos paloma de lo que promet¨ªa. Arafat no ha hecho sino seguirle. Han errado ambos, pero nadie ha sacado beneficio de ello.
Quiz¨¢s lo m¨¢s alarmante es ver c¨®mo Israel, un pa¨ªs cuyo derecho a existir ha sido aceptado por todo el mundo, ha logrado sumirse en un lodazal pol¨ªtico-b¨¦lico del que no saldr¨¢ ileso. Pocos parecen entender que en los ¨²ltimos meses se han producido da?os irreversibles a una soluci¨®n pac¨ªfica al mayor conflicto regional de este siglo. La declaraci¨®n de El Cairo s¨®lo demuestra lo sabido sobre la falta de unidad entre las naciones ¨¢rabes acerca de la posibilidad de convivir con Israel. Pero Israel va a existir por muchas injusticias que cometan sus gobernantes, y el pueblo palestino seguir¨¢ all¨ª, cada vez m¨¢s numeroso, exigiendo su propio Estado y no ser tratado como una reserva india. Estamos ante una situaci¨®n en que son cada vez m¨¢s los que piden en ambas partes una guerra para salir del callej¨®n actual. Son los momentos en que los gobernantes tienen que intentar, m¨¢s all¨¢ de las palabras, salidas que no sean el derramamiento de sangre.
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