Rusia fija la ca¨ªda de la 'Mir' al Pac¨ªfico para febrero de 2001
La operaci¨®n para derribar la estaci¨®n espacial costar¨¢ 4.000 millones de pesetas
Ili¨¢ Kleb¨¢nov, viceprimer ministro ruso encargado del complejo militar-industrial, puso ayer fecha a la eutanasia de la estaci¨®n orbital Mir: febrero de 2001. Ya se trabaja en el plan para hacer efectiva esa sentencia de muerte que costar¨¢ unos 21 millones de d¨®lares (m¨¢s de 4.000 millones de pesetas) y que concluir¨¢ con la nave, o lo que quede de ella, hundida en el oc¨¦ano Pac¨ªfico. La decisi¨®n oficial queda en manos del presidente Vlad¨ªmir Putin.
Quince a?os
La decisi¨®n oficial, dijo Kleb¨¢nov, est¨¢ al caer. Queda en manos del presidente Putin, quien se lo pensar¨¢ dos veces antes de dar la puntilla a uno de los escasos s¨ªmbolos que quedan de los tiempos en que la Uni¨®n Sovi¨¦tica plantaba cara a EE UU.Matar a la Mir (hoy deshabitada, tras regresar en junio a tierra los astronautas Sergu¨¦i Zaliotin y Alexandr Kaleri) no es f¨¢cil, ya que podr¨ªa caer en una zona habitada y causar una cat¨¢strofe. Por eso, los expertos rusos estudian diversas alternativas, hasta cuatro, seg¨²n declar¨® ayer a la agencia Tass V¨ªktor Bl¨¢gov, vicedirector del centro de control de vuelos. La que probablemente se ponga en pr¨¢ctica consiste en utilizar el impulso de naves de carga Progress para provocar un descenso paulatino de la ¨®rbita, hasta que a unos 80 kil¨®metros de la Tierra entre en contacto con capas densas de la atm¨®sfera y se queme en su mayor parte. Los restos se, dirigir¨¢n luego a una zona aislada y deshabitada del Pac¨ªfico.
Las otras tres posibilidades son fragmentar la nave y hacer llegar los trozos uno a uno hasta la atm¨®sfera, lo que seg¨²n la mayor¨ªa de los expertos no har¨ªa sino aumentar la cantidad de chatarra; destruir la Mir con un misil, lo que podr¨ªa provocar una lluvia de metralla espacial, y dejarla en ¨®rbita, lo que resultar¨ªa muy costoso si, como es l¨®gico, se intentase mantenerla bajo control.
La Mir, tras superar toda clase de percances, est¨¢ a punto de cumplir su 15? cumplea?os, con lo que triplicar¨¢ la supervivencia que se le atribuy¨® al nacer. Es un claro motivo de orgullo, por lo que hay mucha gente en Rusia que se resiste a dejarla morir. Por ejemplo, en la Duma, en la que hay varios antiguos astronautas, como Vitali Sebasti¨¢nov, que puso en marcha (sin mucho ¨¦xito, por cierto) una suscripci¨®n popular para salvar la estaci¨®n ¨®rbital. Su recientemente fallecido compa?ero en el partido comunista Guerm¨¢n Titov, el segundo hombre que vol¨® al cosmos, era de la misma opini¨®n. En cuanto a Putin, su acreditada fama de enigm¨¢tico impide saber con seguridad cu¨¢l ser¨¢ su decisi¨®n final, sobre todo si se tiene en cuenta que entrar¨¢n en pugna su pragmatismo (que aconseja dar la puntilla a la Mir) y su nacionalismo. En el exterior, el m¨¢s decidido partidario de aplicar la inyecci¨®n letal es la NASA, la agencia espacial norteamericana, harta de que Mosc¨² diversifique sus esfuerzos en detrimento de su contribuci¨®n a la Estaci¨®n Espacial Internacional, cuyo ensamblaje lleva un considerable retraso, en gran parte atribuible al socio ruso.
Por contra, el principal defensor de que la nave siga en ¨®rbita es la Mir Corporation, una empresa mixta con base en Holanda e inversores occidentales convencidos de que "all¨ª arriba" est¨¢ dando vueltas sin cesar una buena oportunidad de negocio. Jeffrey Manber, presidente de esta firma, ha mandado una carta a Putin en la que intenta convencerle de que es posible recaudar fondos para mantener la Mir en ¨®rbita, y le pide una entrevista y que se implique directamente en el proceso de decisi¨®n.
Uno de los planes de Manber es promover el turismo espacial en la Mir. Ya hay dos candidatos: el millonario californiano Denis Tito (que supuestamente acepta pagar 3.800 millones de pesetas) y el director de Titanic, James Cameron, amantes ambos, a lo que se ve, de las emociones fuertes.
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