?xtasis

El Nederlands Dans Theater II ha dado en Madrid, dentro del Festival de Oto?o, una espl¨¦ndida lecci¨®n de pluralidad estil¨ªstica, de sentido abierto y esencialmente moderno en cuanto a tendencias. La plantilla es din¨¢mica y bien formada, dando un toque de vital virtuosismo a las piezas, y entre los bailarines, varios espa?oles de calidad, como Cristina Gallofr¨¦ y Gustavo Ram¨ªrez (este ¨²ltimo, ya iniciado con ¨¦xito tambi¨¦n en la coreograf¨ªa).

Del programa, lo m¨¢s flojo es la obra de Jiri Kilian, Indigo rose, una especie de aburrido collage de bailes cortos y donde el checo coquetea, de lejos, con Forsythe. Y lo mejor, Solo, un tr¨ªo para hombres de Hans van Manen sobre solos de viol¨ªn de Bach en donde investiga sobre el giro exc¨¦ntrico y ahonda en un lirismo deconstruido con soluciones de gran belleza.

Skew-whiff es un paso a cuatro de Paul Lighfoot sobre Rossini con vestuario bastante desafortunado de otra espa?ola, Sol Le¨®n, donde la iron¨ªa se impone a la espumante partitura rossiniana.

Cerr¨® la noche Minus 16, del israelita Ohad Naharin, compleja obra donde el creador vuelve al semic¨ªrculo de sillas y al canon, recurso que ha explotado en m¨¢s de cinco o seis obras a lo largo de estos a?os. Con la m¨²sica techno se llega a una apoteosis, un ¨¦xtasis metaf¨®rico de participaci¨®n colectiva donde no deja de haber un amargo trasfondo cr¨ªtico a los judios ortodoxos.