"Los pol¨ªticos tienen una tendencia irresistible a no admitir sus errores"
Bob Woodward, el legendario reportero y subdirector de The Washington Post, cree que es "demasiado pronto" para emitir un pron¨®stico sobre el ganador de las elecciones presidenciales. "La decisi¨®n llegar¨¢ en los ¨²ltimos d¨ªas e incluso las ¨²ltimas horas", dice el coautor de la investigaci¨®n sobre el Watergate, que forz¨® la dimisi¨®n de Richard Nixon.Pregunta. Las p¨¢ginas editoriales del Post han pedido el voto para Al Gore, citando, como decisiva, su mayor experiencia pol¨ªtica. ?Cree que el elemento de la biso?ez de Bush ser¨¢ clave el d¨ªa 7?
Respuesta. La experiencia de los candidatos no pesar¨¢ tanto en la actitud de los electores como ha pesado en la posici¨®n de los editorialistas de mi peri¨®dico. Cuando Jimmy Carter fue elegido presidente ten¨ªa poca experiencia en asuntos nacionales y nula en internacionales. Era gobernador de Georgia y le gan¨® a Gerald Ford, que era presidente. Lo mismo ocurri¨® con Ronald Reagan, que era gobernador de Florida y le gan¨® al presidente Carter. Y a Bill Clinton, que, como gobernador de Arkansas, le gan¨® a Bush padre, que era presidente y hab¨ªa sido vicepresidente durante ocho a?os. Este pa¨ªs tiene una s¨®lida tradici¨®n de elegir a gente nueva frente a quienes ya han tenido su oportunidad. La renovaci¨®n forma parte del esp¨ªritu estadounidense.
P. ?C¨®mo influye el que Gore y Bush sean delfines de dinast¨ªas pol¨ªticas?
R. Tampoco demasiado. Lo que a la gente le preocupa es si tienen cualidades presidenciales por s¨ª mismos. Gore entiende muy bien los mecanismos del Gobierno federal y sus relaciones con el Congreso y el resto del pa¨ªs, pero act¨²a de una manera program¨¢tica. Su problema es que no logra convencer de que tiene una visi¨®n. En cambio, Bush s¨ª que transmite la impresi¨®n de tener una visi¨®n pol¨ªtica, por sencilla que sea.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢ la llave del voto?
R. Varias. Una es que la gente no desea ahora cambios demasiado sustanciales en Washington; lo que desea es un l¨ªder que les garantice el mantenimiento de la buena econom¨ªa, la cultura dominante y el estatuto de superpotencia.
P. Dicho as¨ª, eso parece jugar a favor de Gore.
R. S¨ª, pero hay otros dos factores. Uno es que el hombre que ocupa la Casa Blanca no es s¨®lo un ejecutivo; es un l¨ªder con una visi¨®n de EE UU que debe ser compartida por una mayor¨ªa. Y otra cosa muy importante y que pesar¨¢ mucho el 7 de noviembre: cuando los norteamericanos eligen a un presidente, le est¨¢n invitando a entrar en sus casas todos los d¨ªas a trav¨¦s de la televisi¨®n. Y por eso quieren a alguien con el que se sientan a gusto cada noche cuando, en pijama y en pantuflas, se quedan colgados delante de la peque?a pantalla.
P. En Shadows, su ¨²ltimo libro, usted hace un repaso de todos los esc¨¢ndalos presidenciales desde el Watergate hasta Monica Lewinsky, pasando por Ir¨¢n-Contra. ?Ha encontrado algo en com¨²n?
R. S¨ª, la irresistible tendencia de los pol¨ªticos a no admitir sus errores, a responsabilizar a terceros: la oposici¨®n, los medios... Nixon dej¨® la Casa Blanca creyendo que se hab¨ªa cometido con ¨¦l una injusticia, y ese mismo sentimiento es el que ten¨ªa Clinton cuando fue procesado, juzgado y absuelto por el caso Lewinsky.
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