Luces y sombras en Polonia
El 8 de octubre, bajo un cielo casi primaveral, los polacos reeligieron a su presidente Alexandre Kwasniewski para un segundo mandato. Su lema electoral, "Polonia, la casa de todos", recordaba mucho a "La fuerza tranquila" de Fran?ois Mitterrand y cada cual pod¨ªa a?adirle lo que quisiera. Marian Krza-klevski que desde hace tres a?os dirige el gobierno fue el gran perdedor de la votaci¨®n y s¨®lo logr¨® la tercera posici¨®n (el 15% de los votos), menos de la mitad de los que obtuvo en las legislativas de 1997. Y es que su campa?a violentamente anticomunista ya no encuentra eco en un pa¨ªs en el que no hay un partido comunista y en el que m¨¢s de la mitad del electorado parece echar de menos al antiguo r¨¦gimen. El recurso a una vieja cinta de v¨ªdeo en la que aparec¨ªa Kwasniewski y uno de sus ministros burl¨¢ndose suavemente del Papa le vali¨® el apoyo de algunos obispos pero no de la Iglesia oficial. Se consider¨® que, ese d¨ªa, el presidente estaba un poco bebido, lo que, en este pa¨ªs, no es un crimen muy grande."Como no han conseguido hacer de Kwasniewski un jud¨ªo, quisieron hacer de ¨¦l al menos un borracho", me explica, entre risas, Adam Michnik, director de la muy pr¨®spera Gazeta Wyborcza. Este peri¨®dico, que ¨¦l cre¨® en 1989 y que se ha convertido en el m¨¢s importante del pa¨ªs, decidi¨® este a?o distribuir sus acciones entre sus empleados. Adam renunci¨® a recibir su parte -varios millones de d¨®lares- para seguir siendo completamente libre a la hora de escribir: "Como la mujer del C¨¦sar, quiero permanecer por encima de toda sospecha". Y prosigue hablado del culto al dinero que se ha desarrollado en este pa¨ªs, donde s¨®lo se habla de d¨®lares, de marcos alemanes y "evidentemente, de zlotys, nuestra moneda nacional". Michnik, un inconformista que pas¨® seis a?os en la c¨¢rcel durante el antiguo r¨¦gimen, me anuncia que va a defender con u?as y dientes al general Jaruzelski que, en diciembre, comparecer¨¢ ante el Tribunal Supremo. "Este hombre nos permiti¨® acceder al poder sin derramar una sola gota de sangre", a?ade para justificar su decisi¨®n de luchar por ¨¦l.
En Lodz, mi ciudad natal, pude comprobar la pertinencia de sus palabras. Son necesarias casi dos horas de tren para recorrer los 140 kil¨®metros que la separan de Varsovia, lo que demuestra que los trenes polacos no tienen la velocidad del AVE. Tras quedar a salvo durante la guerra, Lodz fue la capital extraoficial de Polonia entre 1945 y 1948, aunque este a?o su escuela de cine, c¨¦lebre en el mundo entero y ¨²ltimo vestigio de aquella ¨¦poca, acaba de ser trasladada. La larga calle central, la Piotrkowska, ha sido bellamente rehabilitada, en ella se encuentran escaparates de grandes firmas extranjeras, se han acondicionado hermosas terrazas y la circulaci¨®n est¨¢ prohibida, excepto para los taxis. Pero dentro de este marco, confortable en suma, resulta sorprendente ver pedalear a los ciclotaxis que evocan Phnom-Penh o Saig¨®n. ?C¨®mo explicar semejante contraste?
Por la noche, alrededor de una mesa, al hijo de un amigo m¨ªo, un ingeniero en la flor de la vida y con un salario relativamente bueno, 3.000 zlotys al mes (unas 105.000 pesetas), es decir, el doble del salario medio, le extra?a mi sorpresa. "Lodz, la capital del textil, ha tenido que cerrar sus f¨¢bricas. Sufrimos mucho m¨¢s el paro que Varsovia y hemos tenido que apa?¨¢rnoslas. Unos j¨®venes se pusieron en huelga para lograr el derecho de explotaci¨®n de los ciclotaxis. Esto permite a las mujeres y a las personas mayores circular por la Piotrkowska; no veo nada malo en ello", me explica con una voz llena de convicci¨®n. Su mujer, m¨¢s joven y que trabaja en el Ayuntamiento, le da de inmediato la raz¨®n y rechaza mis comparaciones con Asia. Es la responsable de la limpieza de esta ciudad de 850.000 habitantes y me expone extensamente sus problemas para la evacuaci¨®n de los residuos urbanos que son transportados hasta Silesia. Pero, ?qu¨¦ hacen con las grandes f¨¢bricas ahora cerradas o con los edificios, pasada la Piotrkowska, que, literalmente, se caen a pedazos? La pareja se consulta mutuamente antes de informarme de que firmas francesas, Leclerc o Carrefour, van a instalar sus supermercados en la nave reacondicionada de tal o cual f¨¢brica. Sigue una letan¨ªa sobre la pobreza y la corrupci¨®n, esa gangrena que acaba con todo: "Votamos a Kwasniewski, pero sin ilusi¨®n", tras lo cual, me acompa?an en coche hasta mi hotel, porque las calles est¨¢n mal iluminadas y son peligrosas. Ni siquiera la Piotrkowska brilla por sus luces.
En el tren de regreso, un ferroviario bastante hablador lanza una extensa diatriba contra los nuevos ricos polacos que ni siquiera ven a su vecino pobre que, desencantado, sin ayuda ni defensa, cae en el alcoholismo y la pasividad. "Antes, las cosas eran diferentes, hac¨ªamos cola para comprar carne, de acuerdo, pero ahora que se encuentra en todas partes, no tenemos dinero para comprarla y el consumo se ha reducido a la mitad", dice, con un aplomo muy "progresista" para proseguir con la historia de los jud¨ªos, que s¨ª saben ayudarse y nunca dejan al m¨¢s d¨¦bil en la estacada por un sentido innato de la solidaridad. "Gracias a lo cual, controlan el gran capital en Estados Unidos y gobiernan el mundo", argumenta al marcharse. ?C¨®mo interpretar estas palabras, que no me han parecido antisemitas hasta la ¨²ltima frase?
Hablo de ello con Karol Modzelewski, el m¨¢s lucido de los polacos, que ha abandonado la pol¨ªtica para reanudar sus trabajos como medievalista en la universidad. Seg¨²n ¨¦l, si me dirigiera al Oeste, podr¨ªa comprobar los estragos del paro, mucho m¨¢s graves que en Lodz. La ecuaci¨®n econ¨®mica de este pa¨ªs me resulta extra?a: Polonia tiene un crecimiento mucho m¨¢s fuerte que Francia, entre el 5 y el 6% anual, acompa?ado por un aumento del paro (entre el 14 y el 15% de la poblaci¨®n activa) y una inflaci¨®n que supera todas las previsiones (el 12% en septiembre, cuando el Gobierno se fij¨® el 8% para todo el a?o). Para Karol Modzelewski el gusano estaba en la fruta, desde que un gran movimiento autogestionado e igualitario, Solidaridad, eligi¨®, tras su victoria electoral de 1989, la "terapia de choque" ultracapitalista de Leszek Balcerowicz. Los defensores de esta opci¨®n responden que Polonia, tras el primer choque, recuper¨® el crecimiento y que no ten¨ªa otra opci¨®n al haber perdido sus mercados en el Este. Sin embargo, ello no impide que se quejen de la corrupci¨®n, que, seg¨²n el propio Balcerowicz, supone un obst¨¢culo para el desarrollo.
Polonia. es evidente, no es Rusia o Ucrania y su econom¨ªa no est¨¢ dominada por el crimen, pero las recientes revelaciones del semanario Polityka sobre la cuasi impunidad de la mafia polaca y sobre la espantosa ineficacia de su justicia han causado impresi¨®n. En Varsovia, cuando mencionaba a Craxi y a otros personajes objeto de esc¨¢ndalo, me respondieron miles de veces que el capitalismo produce los mismos fen¨®menos en todas partes. As¨ª, pues, ?no se puede hacer nada? Para Mieczyslaw Rakowski, el ¨²ltimo secretario general del PZPR (el partido comunista), el equipo dirigente del nuevo partido, el SLD (Alianza de la Izquierda Democr¨¢tica) es muy partidario de las tesis liberales y, si gana las pr¨®ximas elecciones legislativas, s¨®lo har¨¢ unas correcciones sociales m¨ªnimas (m¨¢s dinero para la Sanidad y la Educaci¨®n), lo que ya es algo, pero no suficiente para suscitar a un amplio movimiento social.
?l mismo dirige una peque?a revista, Mysl, y deplora el tono clerical que est¨¢ adquiriendo la vida polaca. "En cada ceremonia oficial, un obispo toma la palabra; cada club deportivo tiene su p¨¢rroco e incluso en el palacio presidencial se ha instalado una capilla". Afortunadamente, este buen pueblo cat¨®lico sabe diferenciar entre religi¨®n y pol¨ªtica y no sigue en absoluto las indicaciones de los sacerdotes a la hora de votar. En este sentido, la derrota de Krzaklewski es, a pesar de todo, la derrota del ala militante de la Iglesia. Se?alemos, asimismo, como an¨¦cdota, que los polacos de Roma -en realidad, del Vaticano- votaron de forma masiva a favor de Krzaklewski. Por ¨²ltimo, Rakowski me se?ala que el a?o pasado hubo 211.000 abortos clandestinos en Polonia, lo que demuestra que la ley aprobada bajo la presi¨®n de la Iglesia s¨®lo sirve para enriquecer a la medicina clandestina.
"El oto?o fue vuestro, la primavera ser¨¢ nuestra", proclama el lema de los amigos de Marian Krzaklewski, que ya se preparan para las pr¨®ximas elecciones legislativas. Bronislaw Geremek, uno de los l¨ªderes de "la Uni¨®n de la Libertad" no se lo cree y teme la divisi¨®n de la sociedad en dos bloques, el SLD, por un lado, y el AWS de Krzaklewski, por otro. Ministro de Asuntos Exteriores hasta finales de junio, es muy conocido en Occidente por su actividad a favor de la incorporaci¨®n de Polonia a la Uni¨®n Europea y milita en defensa del mantenimiento del partido de centro. Reconoce que la "Uni¨®n de la Libertad", que carec¨ªa de candidato para las presidenciales, debe rejuvenecer su direcci¨®n, pero no parece aspirar al cargo de presidente, ocupado por el muy impopular Leszek Balcerowicz.
El ¨¦xito del candidato independiente, Andrzej Olechowski, que alcanz¨® el segundo lugar con el 17% de los votos, complica a¨²n m¨¢s el l¨ªo en el centro. Olechowski, ex ministro de Asuntos Exteriores y, posteriormente, de Finanzas, admiti¨® ante un tribunal encargado de comprobar el pasado de todos los candidatos, que siendo un joven funcionario en Ginebra, transmit¨ªa informaci¨®n econ¨®mica al Gobierno de Varsovia. Por ese motivo, "la Uni¨®n de la Libertad" no quiso que fuera su representante en las presidenciales. Ahora, algunos piensan que a este individualista, relacionado con las altas finanzas, le tienta el formar su propio partido pero, a pocos meses de las elecciones, parece improbable. ?Aspirar¨¢ al liderazgo de la "Uni¨®n de la Libertad"? Tampoco ser¨¢ f¨¢cil.
Pase lo que pase, el p¨¦ndulo pol¨ªtico se inclina hacia la izquierda y, seg¨²n los pron¨®sticos mil veces escuchados en Varsovia, el SLD tiene muchas posibilidades de obtener la mayor¨ªa absoluta en solitario en el pr¨®ximo parlamento. Incluso en ese caso, se dice que este partido socioliberal propondr¨¢ algunas carteras a los centristas, empezando por Geremek en Asuntos Exteriores. Pero la tarea del futuro gobierno no ser¨¢ nada placentera. Porque deber¨¢ liberar a los polacos acaudalados de su obsesi¨®n por el dinero y resucitar un m¨ªnimo de sensibilidad pol¨ªtica por los problemas sociales, algo que, por el momento, parece faltar en este pa¨ªs.
K. S. Karol es especialista franc¨¦s en asuntos de Europa del Este.
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