Inabordables
El coche abandonado es un espl¨¦ndido Opel, casa de desamparados hoy, en la calle Felipe II de Sevilla, intimidad con pl¨¢sticos negros y cart¨®n en las ventanas, hogar bien asentado sobre neum¨¢ticos sin aire. Carmen Mor¨¢n cuenta en este peri¨®dico que los amos de coches envejecen un d¨ªa y deciden no coger m¨¢s el coche, como el que renuncia a ver la televisi¨®n. O ceden al despecho, porque el coche gripado o griposo los dej¨® tirados una ma?ana y ellos dejaron tirado al coche, para siempre, adi¨®s, ah¨ª te quedas: lo hab¨ªan pagado, le hab¨ªan puesto un piso, es decir, un garaje, y el desagradecido se permite abandonarlos en mitad de la calle.Miro la foto de P¨¦rez Cabo: un basurero de coches de marcas estupendas, del Mercedes al Seat de lujo, ahora m¨¢quinas degradadas. Les han arrancado las insignias del fabricante, los amontonan unos sobre otros como en literas carcelarias. Son coches abandonados. Cementerio le llaman al vertedero mec¨¢nico, humaniz¨¢ndolo, porque se le toma afecto a este ser al que se debe lavar y alimentar una o dos veces por semana. Por eso yo creo que en la psicolog¨ªa del abandonador de coches hay menos decisi¨®n que olvido y dejadez, como en las relaciones humanas. Van pasando los d¨ªas y no vas a ver al amigo que fue ¨ªntimo. Y los neum¨¢ticos se desinflan, y el polvo cubre la carrocer¨ªa que en tiempos de esplendor te devolvi¨® tu fulgurante reflejo orondo y feliz, y el coche amanece un d¨ªa transformado en monstruoso Residuo S¨®lido Urbano: as¨ª llama la ley al coche convertido en basura.
Hay palabras que, abandonadas al tiempo, amanecen un d¨ªa convertidas en basura. A finales de agosto el Gobierno nacional del PP hab¨ªa sido meticulosamente informado sobre el herido submarino at¨®mico de Gibraltar, pero a finales de octubre el ministro espa?ol de Asuntos Exteriores lamenta la poca informaci¨®n brit¨¢nica sobre el submarino herido. ?Cu¨¢ndo ten¨ªa raz¨®n el Gobierno? ?En verano? ?En oto?o? El presidente dice que no hay motivo para preocupaciones: no es peligroso el submarino. Y el ministro y yo meditamos sobre la sobrenatural clarividencia del presidente, que no encuentra motivo de preocupaci¨®n, pero ignora la dimensi¨®n de la aver¨ªa at¨®mica, seg¨²n su ministro del Ej¨¦rcito. Hablaban de dos mil¨ªmetros de fisura en el sistema de refrigeraci¨®n, y ahora sugieren m¨¢s bien una grieta.
-Es la fatiga de los materiales.
El ¨²ltimo dictamen de los t¨¦cnicos le ha dado al submarino at¨®mico una dignidad de coche abandonado en una calle de Sevilla: la fatiga es una cosa metaf¨ªsica, heroica, muy humana. Quiz¨¢ nos hable un d¨ªa el submarino y nos diga lo que de verdad le pasa. Aznar parece cultivar una impasibilidad de bur¨®crata del Imperio Austro-h¨²ngaro: distancia sin miramientos frente al ciudadano, campechana inabordabilidad. Todo puede ser dicho impasiblemente, hasta lo m¨¢s contradictorio: no hay informaci¨®n, hay informaci¨®n, no hay motivo para la intranquilidad, no tenemos ni idea de lo que le pasa al submarino.
No s¨¦ si es alarmante lo que le pasa al submarino, pero empieza a preocuparme la majestuosa catatonia gubernamental.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.