La guerra de los ni?os
Yussef acaba de cumplir los 14. Vive en Calandia, uno de los campos de refugiados m¨¢s miserables de la regi¨®n de Ramala, donde se amontonan 7.000 personas. Este muchacho, a medio camino entre la ni?ez y la adolescencia, es uno de los m¨¢s eficaces tiradores de piedras de su propio campo de batalla; una estrecha franja de carretera que se extiende desde las puertas de su casa hasta un promontorio cercano, donde se parapeta un destacamento del Ej¨¦rcito israel¨ª.El peque?o Yussef recibi¨® su bautismo de fuego en la primera semana de la nueva Intifada, cuando un tirador de Israel le dispar¨® una bala que se le incrust¨® en el muslo de la pierna derecha. La herida vendada constituye para ¨¦l una condecoraci¨®n, de la que se siente orgulloso y que no tiene ning¨²n reparo en mostrar, incluso si eso significa bajarse los pantalones en plena carretera. Pero nada de ello parece desalentar a este combatiente que ayer, con la pierna renqueante, volv¨ªa a pasearse por su parcela de Palestina liberada.
"Mi padre es un m¨¢rtir de la anterior Intifada. Mi madre trabaja haciendo limpieza en las casas y cuida de m¨ª y de mis cinco hermanos", explica Yussef en un par¨¦ntesis de su combate, mientras en sus manos apretaba su ¨²nica arma: la piedra. Una huelga general le ha dejado sin escuela, volc¨¢ndole a la calle y convirti¨¦ndole durante unos d¨ªas en guerrillero de primera l¨ªnea.
La imagen legendaria de los ni?os-combatientes como Yussef se ha visto agigantada por la muerte de Muhamad al Durra, de 12 a?os, el pasado 30 de septiembre, en Netzarim, por los disparos israel¨ªes, pero tambi¨¦n por las estad¨ªsticas que aseguran que de los 130 muertos del primer mes de Intifada al menos 40 son menores de 16 a?os. El dato sangriento multiplica por cinco el ¨ªndice de ni?os-v¨ªctimas de la Intifada anterior, donde se registraron a lo largo de seis a?os de lucha un total de 1.600 muertos, de los que 490 fueron menores.
La aportaci¨®n de los ni?os a la Intifada no es m¨¢s que el reflejo de la demograf¨ªa palestina, en la que los menores de 17 a?os suponen un 53,3% de la poblaci¨®n. Pero tambi¨¦n es fruto de una voluntad pol¨ªtica que llev¨® al presidente Arafat a anunciar hace 10 a?os que "por cada muerto en la Intifada, las madres palestinas dar¨¢n a luz a diez nuevos combatientes". No es simple charlataner¨ªa, los ¨ªndices de natalidad se han desbocado en Gaza y Cisjordania, como si se hubiera trazado de antemano un plan estrat¨¦gico para reemplazar las bajas provocadas por la guerra. S¨®lo en la franja de Gaza han nacido durante este mes 2.175 ni?os, 350 m¨¢s que en el a?o anterior. Un 10% de los reci¨¦n nacidos se llaman Muhamad, en recuerdo del ni?o asesinado.
La epopeya del ni?o combatiente tiene, sin embargo, un lado oscuro. Se llama s¨ªndrome de la Intifada y ya fue detectada por psic¨®logos y psiquiatras en el enfrentamiento anterior (1987-1993), especialmente en los eslabones m¨¢s d¨¦biles de la sociedad palestina: mujeres y ni?os.
"Muchos ni?os palestinos padecen trastornos psicosom¨¢ticos como consecuencia de la presi¨®n y la violencia en la que viven inmersos. Los s¨ªntomas son claros y van desde dolores de cabeza a n¨¢useas, pesadillas, pasando por enuresis, dolores de est¨®mago, tartamudeos o miedos ingobernables", asegura el doctor Elia Awwad, de 43 a?os, responsable del departamento de salud mental de la Media Luna Roja en los territorios palestinos.
El doctor Awwad, un m¨¦dico cristiano, formado en EE UU, impulsa, con un equipo de s¨®lo 11 psiquiatras y psicologos para todos los territorios, un programa de ayuda en favor de la poblaci¨®n traumatizada por la Intifada, y especialmente los ni?os.
"Para ellos, participar en la Intifada lanzando piedras contra los soldados israel¨ªes es una manera de evadirse y olvidar su propio trauma, que rebrota irresistible cuando vuelven a casa. Se sienten desprotegidos, han perdido la confianza en s¨ª mismos, pero tambi¨¦n en sus familiares y en el mundo que los rodea", prosigue el doctor Awwad. Esta brigada sanitaria est¨¢ desbordada. A los traumatizados de la primera Intifada se les suman ahora sus propios hijos, v¨ªctimas tambi¨¦n del mismo s¨ªndrome, perfil¨¢ndose as¨ª un panorama desolador, que dejar¨¢ definitivamente marcadas a dos generaciones.
El doctor Awwad opina que los destrozos psicol¨®gicos de esta nueva Intifada son mayores que la anterior como consecuencia de un doble factor. En primer lugar, por la respuesta extremadamente violenta del Ej¨¦rcito israel¨ª, que utiliza sobre todo armas de fuego, y en segundo lugar, por el bombardeo medi¨¢tico que est¨¢ sufriendo la poblaci¨®n gracias a las televisiones y las radios locales, que informan minuto a minuto y en directo de las batallas, lo que no sucedi¨® en la primera Intifada, en la que s¨®lo exist¨ªa la televisi¨®n israel¨ª y la jordana.
"Es el precio de nuestra independencia", afirma el doctor, mientras vaticina para el otro lado, para el bando israel¨ª, un s¨ªndrome tan devastador como el de la Intifada; el s¨ªndrome de Vietnam, detectado en los soldados norteamericanos durante la guerra en este pa¨ªs del sureste asi¨¢tico y que llev¨® a los combatientes de EE UU a "perder el respeto por la vida humana" y a tener una sola obsesi¨®n: "matar".
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