Pangloss
Esta semana pasada se ha celebrado en Valencia, de martes a viernes, el congreso conmemorativo Las claves de la Espa?a del siglo XX, en el que especialistas de distintos gremios, con predominio de los historiadores que lo organizaban, han expuesto casi en la clandestinidad sus juicios sint¨¦ticos a posteriori sobre los cien ¨²ltimos a?os de nuestro pa¨ªs. Y hablo de semiclandestinidad porque la gota fr¨ªa anegaba el viejo cauce del Turia, cortando el acceso a muchos oradores. Adem¨¢s, el ca¨®tico estado de obras que a¨²n embarga al flamante Museo de las Ciencias dise?ado por Calatrava, donde el congreso se celebraba, no facilit¨® las cosas. Tanto m¨¢s cuanto los guardias de seguridad imped¨ªan salir del estrecho espacio reservado a los congresistas, por lo que apenas se pudo disfrutar contemplando semejante esqueleto de ballena varada en el cieno, mientras eleva hacia lo alto su costillar.Respecto al contenido del congreso, no pienso entretener al lector con la relaci¨®n de autores y de temas, ni mucho menos aburrirles con el resumen de mi intervenci¨®n (La lidia de Leviat¨¢n), pero s¨ª me gustar¨ªa comentar el tono dominante que me pareci¨® advertir. Ese tono era de satisfacci¨®n contenida. Quiz¨¢ por vez primera, los acad¨¦micos espa?oles est¨¢n relativamente contentos con el estado de su pa¨ªs. Y eso les hace juzgar con indulgente benevolencia este siglo pasado que, al parecer, ha terminado tan bien, con un alentador final feliz. Modernizaci¨®n, democracia e integraci¨®n europea: ?se puede pedir m¨¢s? El doctor Pangloss se hubiera encontrado en su ambiente, y cabr¨ªa coincidir con ¨¦l conviniendo que, en efecto, hay fundadas razones para sentirse optimistas. Pero mientras escuchaba tan discretas apolog¨ªas se me ocurri¨® la inquietante idea de preguntarme qu¨¦ hubiera dicho al respecto don Jos¨¦ Ortega y Gasset (quiz¨¢ el autor m¨¢s citado del congreso), si hubiera podido tomar la palabra all¨ª.
De modo que los estrategas de La Moncloa pueden dormirse en los laureles, pues parece que, tambi¨¦n para la academia, Espa?a va bien. ?Hay para tanto? El aznarismo se atribuye todo el m¨¦rito, como era l¨®gico esperar, pero aunque su gesti¨®n le haya tocado en suerte a Aznar, el buen momento actual es resultado de un proceso hist¨®rico desarrollado durante el suarismo y el felipismo, hoy favorecido por el contexto internacional. Como constata la OCDE, ha comenzado la 5? onda larga de Kondratieff, por lo que se augura crecimiento sostenido, pleno empleo y alza en los salarios reales en los tres pr¨®ximos lustros. Esto impulsar¨¢ un repunte de la natalidad, que adem¨¢s se ver¨¢ reforzada si se cumple la hip¨®tesis de Easterlin, pues la llegada de cohortes de j¨®venes cada vez m¨¢s reducidas favorecer¨¢ sus oportunidades de temprana emancipaci¨®n, adelantando su calendario reproductor a la vez que se completa la tard¨ªa fecundidd aplazada de la generaci¨®n del baby boom. Todo lo cual se traducir¨¢ ideol¨®gicamente en un auge del familismo privado, af¨ªn a individualismo liberal-conservador.
Como no hay mal (ni bien) que cien a?os dure, a partir del 2015 este ciclo dar¨¢ un nuevo giro: cuando los baby boomers comiencen a jubilarse estallar¨¢ el sistema de pensiones, se estancar¨¢ el capitalismo digital y comenzar¨¢ una nueva ¨¦poca de crisis, protesta colectiva y radicalismo social. Pero hasta entonces, cabe temer que el aznarato se perpet¨²e con dedazo o sin ¨¦l. Lo cual es de lamentar, pues ni siquiera Pangloss podr¨ªa aprobar el ejercicio del poder que estila Aznar. Es posible que logre desarticular al nacionalismo perif¨¦rico, ahora que est¨¢ a su alcance. Y quiz¨¢ se beneficie del eclipse de la oposici¨®n, entretenida como est¨¢ en renovarse. Pero entre tanto resulta inadmisible su absoluta patrimonializaci¨®n del poder. El ¨²ltimo ejemplo es el esc¨¢ndalo Iberdrola, fagocitada por el holding que obedece a La Moncloa. A estos liberales se les llena la boca hablando de los mercados, pero a fin de cuentas quien reparte el pastel de la desamortizaci¨®n aznarista es, como en el siglo anterior, el poder pol¨ªtico proteccionista e interventor, de quien dependen los beneficios de la sumisa oligarqu¨ªa espa?ola.
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