Por control remoto
Por control remoto asesinaron ayer los terroristas a tres personas en Madrid: un magistrado del Supremo, Francisco Querol; su ch¨®fer, Armando Medina, y un polic¨ªa de escolta, Jes¨²s Escudero. Entre las decenas de heridos hay uno muy grave, Jes¨²s S¨¢nchez, conductor de un autob¨²s municipal. S¨®lo una pizca de suerte evit¨® que la matanza fuera a¨²n mayor. Quienes activaron a distancia el coche bomba controlaban visualmente el escenario y nada les import¨® que un autob¨²s urbano estuviera detenido frente a un sem¨¢foro justo al otro lado de la calzada. Se desconocen los nombres de los autores del crimen, pero alg¨²n d¨ªa habr¨¢n de responder ante la justicia. Ellos y cabe esperar que tambi¨¦n quienes desde la distancia se?alaron a las v¨ªctimas como merecedoras del destino que ETA les ha asignado.
ETA no aspira a convencer. Al rev¨¦s: es porque reconoce su impotencia para hacerlo por lo que trata de imponerse por la fuerza. Para ello combina atentados selectivos e indiscriminados. Por una parte, utiliza la t¨¢ctica medieval de diezmar a sectores de la poblaci¨®n previamente se?alados como culpables: militares, concejales, periodistas, jueces. Matar a uno para atemorizar a 10 (o a 10.000): en eso consiste la estrategia criminal que algunos comentaristas sensibles consideran inteligente, confundiendo sutileza con falta de escr¨²pulos.
La amenaza es consustancial al prop¨®sito terrorista. Antes de que lleguen los pistoleros han estado los matones que acosan y los confidentes que se?alan; los que ponen el nombre de un concejal en el centro de una diana, o escriben en sus panfletos que un pol¨ªtico, funcionario, profesor o juez es "c¨®mplice de la represi¨®n de nuestros presos". ?Pedir¨ªa ayer champa?a y tarta el recluso de ETA que lo hizo hace dos a?os y medio para celebrar el asesinato de un concejal de Pamplona? Juzgado hace semanas en Par¨ªs, el ¨²ltimo jefe conocido de ETA, I?aki de Renteria, llam¨® "perra fascista" a la fiscal francesa Irene Stoler y lanz¨® su zapatilla contra los periodistas que asist¨ªan a la vista. Era su argumento frente a las acusaciones. Su antecesor en el puesto, Pakito, amenaz¨® el pasado d¨ªa 10 a los miembros del tribunal que le juzgaba por haber ordenado en 1989 el asesinato de Carmen Tagle con la frase "todos sois Tagle".
Al elegir como v¨ªctimas a un magistrado y a sus acompa?antes, ETA daba cumplimiento a esa tenebrosa amenaza de quien orden¨® asesinar a Yoyes (y a muchas m¨¢s personas). Pero, a la vez que selectivo, el de ayer fue un crimen expresamente indiscriminado: dirigido contra la poblaci¨®n en general. El hecho de que se registrasen 66 heridos, muchos de los cuales viajaban en un autob¨²s p¨²blico, indica hasta d¨®nde ha retrocedido el l¨ªmite de lo considerado leg¨ªtimo por los terroristas. M¨¢s que a vencer, aspiran a demostrar que no pueden ser vencidos; que el Estado democr¨¢tico no es capaz de garantizar la seguridad ciudadana, de impedir una matanza en el centro de Madrid. Para desacreditar al poder leg¨ªtimo y sembrar la desmoralizaci¨®n. Saben que no faltar¨¢n voces que reclamar¨¢n soluciones dr¨¢sticas, por ejemplo, la pena de muerte, y a la vez, incoherentemente, la negociaci¨®n; o, como hizo ayer un fiscal ofuscado por la rabia, "soluciones", aunque ello suponga "modificar la Constituci¨®n".
Que cada cual cumpla con su deber tambi¨¦n implica intentar no decir tonter¨ªas. La reciente disputa en p¨²blico sobre qu¨¦ sector de riesgo ten¨ªa m¨¢s disponibilidad de escoltas ha sido vergonzosa. ETA ha venido a zanjarla de la manera m¨¢s brutal: matando a la vez a la persona a proteger y a los encargados de hacerlo. Tampoco se entiende bien a qu¨¦ viene la obsesi¨®n por la cadena perpetua cuando se trata de uno de los asuntos que ha resuelto razonablemente el nuevo C¨®digo Penal. No se trata tanto de inventar leyes excepcionales como de aplicar con sobriedad la ley com¨²n; a ETA y a toda su industria de intimidaci¨®n social, de la que forman parte, adem¨¢s de los pistoleros, quienes se?alan, amenazan y anticipan los argumentos por los que alguien podr¨ªa ser v¨ªctima de ellos. El efecto desmoralizador que provoca el terrorismo tiene mucho que ver con la impunidad con que act¨²a esa secci¨®n del entramado.
Pero tambi¨¦n con los mensajes de quienes ponen en tela de juicio el Estado de derecho. ?No se dan cuenta los portavoces nacionalistas de lo vac¨ªas que resultan sus condenas mientras sigan emitiendo mensajes de confraternizaci¨®n a los amigos de los terroristas y considerando que en Espa?a no existe un Estado de derecho pleno, o que tienen raz¨®n las Madres de Plaza de Mayo al considerar que el Gobierno act¨²a de forma desalmada con los presos de ETA?
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