Revoluci¨®n silenciosa en el voto latino
Los hispanos empiezan a tomar conciencia de su potencia electoral y exigen ser escuchados
El Southwestern College es una escuela universitaria de Chula Vista, a un tiro de piedra de la frontera de California con M¨¦xico. Se est¨¢ quedando peque?a para sus 17.000 estudiantes, en gran parte hispanos, por lo que el rector quiere construir nuevas dependencias y adquirir m¨¢s y mejor equipamiento docente. El gasto previsto son 89 millones de d¨®lares (unos 17.000 millones de pesetas), a financiar en 25 a?os mediante unos bonos que se sufragar¨ªan durante ese tiempo a raz¨®n de 16,79 d¨®lares por cada 100.000 d¨®lares del valor catastral de toda propiedad del municipio. Es la propuesta AA, que se votar¨¢, entre otras, en refer¨¦ndum el pr¨®ximo d¨ªa 7, al mismo tiempo que los californianos eligen presidente y congresistas. "El rector quiere ese dinero y por eso estamos aqu¨ª", reconoce Gus Ch¨¢vez, responsable en la regi¨®n de San Diego del Southwest Voter Registration Education Project, una organizaci¨®n que busca que los latinos se inscriban como electores para las consultas del 7 de noviembre.Ch¨¢vez ha montado su tenderete ante el edificio de la biblioteca del Southwestern College con formularios de inscripci¨®n en el padr¨®n electoral bajo el lema Su voto es su voz. "El rector nos ha dejado. Lo que est¨¢ ocurriendo es una revoluci¨®n en el proceso democr¨¢tico", dice con risa maliciosa, como de quien est¨¢ col¨¢ndose en la fortaleza sin que el enemigo se entere, "y ellos no lo saben. O lo saben, pero no son conscientes del alcance de lo que est¨¢ pasando". Ellos son los anglos. Los de la revoluci¨®n democr¨¢tica son los hispanos, que acaban de convertirse en la primera minor¨ªa de California y dentro de cuatro a?os lo ser¨¢n en el conjunto de Estados Unidos, por delante de los afroamericanos. Para 2020 habr¨¢ en California m¨¢s hispanos que anglos. ?sa es la masa en ebullici¨®n de la que el rector Seraf¨ªn Zasueta, con el visto bueno al puesto de Ch¨¢vez, quiere sacar fuerza en las urnas: si los estudiantes se inscriben como electores y votan, m¨¢s probabilidades tienen de conseguir los ansiados 89 millones.
Los hispanos son el grupo ¨¦tnico que con m¨¢s vigor crece en Estados Unidos. Ya suma 32,4 millones de personas, y su capacidad econ¨®mica ronda los 450.000 millones de d¨®lares, suficiente para ser considerada entre las econom¨ªas punteras del mundo. Lo que a¨²n est¨¢ por ver es si ese crecimiento cuantitativo -que tiene a los candidatos presidenciales Al Gore y George Bush halagando al votante hispano y presumiendo ante ¨¦l de un conocimiento de la lengua cervantina que no tienen- se traduce en fuerza pol¨ªtica efectiva. Un influyente periodista de una cadena hispana de televisi¨®n, Jorge Ramos, lo dice con iron¨ªa: "Es el s¨ªndrome de Crist¨®bal Col¨®n. Nos redescubren cada cuatro a?os".
Hasta el pasado d¨ªa 10, fecha tope de inscripci¨®n, Ch¨¢vez buscaba conseguir el mayor n¨²mero posible de votantes y ahora su campa?a se centra en recordar a los inscritos que el pr¨®ximo d¨ªa 7 han de acudir a las urnas. El objetivo de todos los movilizados para despertar al llamado "gigante dormido" es conseguir este a?o la inscripci¨®n de ocho millones de electores hispanos a escala nacional. En las elecciones de 1996 hubo 6,6 millones de inscritos de los que s¨®lo 4,9 millones se acercaron a las urnas. Un ¨¦xito por la tendencia al alza en la participaci¨®n pol¨ªtica de un grupo tradicionalmente alienado, pero que puesto en contexto descubre el largo camino que queda por recorrer.
Hace cuatro a?os, de cada 100 hispanos de Estados Unidos, 36 no ten¨ªan edad para votar, 25 no eran ciudadanos y 16 no se registraron. De los 23 que lo hicieron, s¨®lo 17 votaron. "Es que la mayor¨ªa piensa que el voto no cuenta", dice Jos¨¦ Pi?a, de 21 a?os, matriculado en Estudios Chicanos en el Southwestern, quien se acaba de inscribir por primera vez como elector. "Espero que gane Gore. Si algo est¨¢ bien y funciona, ?para qu¨¦ vas a cambiar?".
A pesar de las advertencias de que se equivocan los que dan por hecho que el voto hispano en California est¨¢ en el bolsillo de los dem¨®cratas, los propios republicanos tienen asumido que les puede costar 20 a?os volver a ser lo que fueron en el Estado Dorado, donde desde los a?os cuarenta, hasta la llegada de Bill Clinton, s¨®lo una vez los californianos votaron dem¨®crata en las presidenciales. Pete Wilson, gobernador de 1990 a 1998, tiene la culpa del que se presenta como largo exilio republicano. Mencionar ese nombre a un hispano es mentarle la bicha. "Pete Wilson despert¨® sin saberlo al gigante dormido", dice Roger C¨¢zares, presidente del Maac Project, un organismo sin ¨¢nimo de lucro que busca la mejora de todo tipo de servicios (vivienda, educaci¨®n, sanidad, formaci¨®n profesional...) para los hispanos en el condado de San Diego.
Wilson se embuti¨® en 1994 en la bandera de la xenofobia con la propuesta 187, dirigida a privar de sanidad y educaci¨®n a los hijos de los residentes indocumentados. La propuesta fue aprobada entonces por los californianos, aunque luego fue rechazada por inconstitucional. En 1998, en California sali¨® adelante la propuesta 227, conocida como del English only, dirigida contra la ense?anza biling¨¹e y a limitar la fuerza del espa?ol, propuesta que en su d¨ªa tuvo amedrentados a los hispanos y cuyo efecto es equivalente a poner puertas al mar. George Bush se present¨® en julio en San Diego en un congreso del Consejo Nacional de la Raza, una importante y veterana organizaci¨®n hispana, y lo ¨²nico que pudo decir en espa?ol fue: "Yo construyo puentes, no paredes". Y Bush es m¨¢s diestro con el espa?ol que Gore, quien, en una reciente entrevista en la televisi¨®n de Jorge Ramos, apenas dijo, como masticando: "Me gusta practicar el espa?ol".
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