Una maestra de budismo
Jestun Chimey Ludhing es una de las tres mujeres lamas m¨¢s importantes de la historia del T¨ªbet
La invasi¨®n china del T¨ªbet marc¨® un antes y un despu¨¦s en la vida de Jestun Chimey. Esta princesa tibetana, de 60 a?os de edad, que pertenece a los Kohn, una familia de alto linaje, se vio obligada a emprender el camino del exilio hacia la India cuando s¨®lo ten¨ªa 21 a?os. All¨ª su existencia tom¨® un nuevo rumbo: para sobrevivir tuvo que ponerse a trabajar en todo tipo de ocupaciones.Durante 11 a?os residi¨® en tierras indias colaborando con el Gobierno tibetano en el exilio y siendo elegida asistenta del Dalai Lama. Adem¨¢s tuvo cinco hijos, uno de los cuales falleci¨®. Pero al cumplir los 31 a?os dimiti¨® de todos los cargos para trasladarse a la ciudad canadiense de Vancouver, donde reside desde entonces. Para el universo budista esta mujer menuda, que aparenta ser m¨¢s joven de la edad que tiene, es toda una autoridad a la que dan el tratamiento de eminencia por pertenecer a uno de los cuatro linajes budistas y por ser una de las poqu¨ªsimas mujeres lamas que se dedican a transmitir las ense?anzas budistas por el mundo.
En su pa¨ªs de origen y especialmente en los tiempos de su juventud, antes de la invasi¨®n china, la mayor¨ªa de mujeres sol¨ªan encerrarse en s¨ª mismas aunque, como explica Jestun Chimey, est¨¦n igual de cualificadas que los varones para transmitir su filosof¨ªa. Aprovechando su presencia estos d¨ªas en el monasterio budista del Garraf, esta lama dio el pasado domingo una conferencia en la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Gramenet donde reuni¨® a varios centenares de personas.
Admite no ser nada aficionada a este tipo de actos p¨²blicos porque entiende que su vida "no es relevante". No le gusta recrearse en los avatares que jalonan su biograf¨ªa y prefiere rememorar las experiencias felices entre las que sus maestros tibetanos y los retiros espirituales de juventud ocupan un lugar preeminente.
Al referirse a las sociedades occidentales le disgusta diferenciar entre hombres y mujeres; "porque todos somos seres vivos", dice. Sobre el particular se mostr¨® m¨¢s expl¨ªcita en Santa Coloma delante de un auditorio integrado en su mayor¨ªa por mujeres a las que espet¨® algo que a muchas de ellas las dej¨® fr¨ªas: "La principal responsabilidad de la mujer es traer hijos al mundo y cuidar ni?os aunque no sean suyos".
Cuando habla, esta personalidad lama cierra los ojos como si entrara en trance, al tiempo que balancea su cuerpo suavemente de derecha a izquierda. La experiencia le ha demostrado que "la felicidad se encuentra en la propia mente y depende de su buen funcionamiento". Para alcanzar el bienestar interior que muchas personas buscan, la maestra budista recomend¨® "desarrollar buen coraz¨®n y mantener relaciones humanas arm¨®nicas".
Se define a s¨ª misma como "una mujer de mente sencilla" que acepta todo lo que le viene, se aclimata con facilidad a las circunstancias y no piensa en lo que le falta. De ah¨ª que no le resultara demasiado dif¨ªcil adaptarse al cambio de vida que supuso el exilio.
Su resignaci¨®n oriental no la exime de la gran tristeza que le causan el hambre y las guerras, los principales males que, en su opini¨®n, aquejan a la humanidad. Cree que el budismo ayuda a las personas a transformar sus mentes para ser mejores, aunque admite que esta religi¨®n no tiene la soluci¨®n para atajar los males que amenazan al mundo: "Si supi¨¦ramos solucionar los conflictos, hubi¨¦ramos empezado solventando los nuestros y no ser¨ªamos exiliados". Reconoce que el budista lo ¨²nico que puede hacer es rezar.
La misi¨®n de una princesa tibetana como ella en una ¨¦poca como la actual, donde el materialismo campa por sus respetos, "es ayudar a las personas a entrar en el budismo adem¨¢s de contribuir a que quienes tengan problemas mentales los solucionen tambi¨¦n por la v¨ªa del budismo". No obstante, para que nadie se llame a enga?o, advierte que cuando alguien tiene perturbada la salud mental lo mejor que puede hacer es "ir al psic¨®logo o al psiquiatra".
En el entorno budista se constata la b¨²squeda de muchos ciudadanos a quienes las prisas de la vida moderna les cargan de ansiedad. En el monasterio budista del Garraf los aromas orientales que se respiran, los susurros de los rezos que emiten los altavoces y la ornamentaci¨®n colorista de las t¨²nicas no consiguen crear un clima de recogimiento que invite a la meditaci¨®n. El reposo del lugar se ve truncado a cada paso por grupos de turistas que visitan los aposentos del palacio que conserva casi intacta la decoraci¨®n extremedamente barroca de sus antiguos propietarios.
Una cuesti¨®n de tiempo
Por el monasterio budista del Garraf, que ocupa un antiguo palacio situado en el coraz¨®n del parque natural, desfilan todos los fines de semana centenares de personas atra¨ªdas por la curiosidad que despierta una filosof¨ªa de vida que ni en Catalu?a ni en el resto de Espa?a cuenta con muchos adeptos, a diferencia de lo que sucede en otros pa¨ªses de la Europa comunitaria.Sin embargo, la mujer es optimista. "Los j¨®venes occidentales se muestran m¨¢s receptivos con nuestras ense?anzas que sus padres", considera. A Jestun Chimey no parece preocuparle que en Espa?a el budismo que difunde tenga todav¨ªa muy poca implantaci¨®n porque dice estar convencida de que "aumentar su presencia es una cuesti¨®n de tiempo".
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