Cortejando el abismo
No hay proceso de paz que se haya asomado al abismo m¨¢s veces que el palestino-irael¨ª, y no sobran motivos para asegurar que no haya ca¨ªdo ya en ¨¦l, pese a que habitualmente se le conceda el beneficio de una nueva oportunidad. La actual es la en¨¦sima vez que hay que seguir invocando la esperanza de que no se haya perdido todo.El ex primer ministro de Israel Sim¨®n Peres y el l¨ªder palestino, Yasir Arafat, anunciaron ayer, despu¨¦s de reunirse en Gaza, que hab¨ªan alcanzado un acuerdo para poner fin inmediato a la violencia que asola los territorios ocupados desde hace cinco semanas, y que ha causado ya al menos 165 muertos, palestinos en su gran mayor¨ªa. Y no es la menor de las iron¨ªas que, sin poner en duda la buena fe y mejores intenciones de las partes, Peres y Arafat, junto con el entonces primer ministro israel¨ª, Isaac Rabin, fueran agraciados con el Nobel de la Paz en 1993, precisamente por la firma del Acuerdo de Washington de ese a?o, que trataba de poner fin al secular conflicto.
En perfecta armon¨ªa con el horror que es a diario Oriente Pr¨®ximo, menos de dos horas despu¨¦s del anuncio de Peres y Arafat, un coche bomba estallaba en las cercan¨ªas de un concurrido mercado de Jerusal¨¦n, causando dos muertos y numerosos heridos. El grupo integrista Jihad Isl¨¢mica lo reivindicaba poco despu¨¦s.
Ante este ¨²ltimo atentado, la patr¨ªstica del caso parece que aconseja decir que, una vez m¨¢s, los enemigos de la paz -del sionismo extremo al islamismo inexorable- son capaces de cualquier atrocidad para torpedear el proceso; pero ya es tarde para tan equilibrada admonici¨®n, porque los hechos han desbordado toda capacidad de jaculatoria. No son s¨®lo los radicales palestinos, sino la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de los territorios ocupados, la que hoy clama contra las tentativas de acallar la revuelta mientras Israel no d¨¦ muestras de ceder sobre la soberan¨ªa de Jerusal¨¦n; es decir, de admitir el reparto de la Ciudad Santa.
Todo ello conduce a la conclusi¨®n m¨¢s aterradora. No est¨¢ claro que Arafat tenga la capacidad y la convicci¨®n necesarias para mandar al tigre de vuelta a la jaula de la que sali¨® o de la que le sacaron. Las dudas, por tanto, asaltan ya de ra¨ªz a esta nueva formulaci¨®n de alto el fuego, hasta el punto de que se demoraba ayer la proclamaci¨®n del cese de las hostilidades que por separado deb¨ªan hacer Arafat y el primer ministro israel¨ª, Ehud Barak.
El plan pautado por Peres y el rais palestino es el mismo que acordaron recientemente las partes con la presencia del presidente Clinton en la localidad egipcia de Sharm el Sheik: que la protesta palestina sea s¨®lo pac¨ªfica; que las tropas israel¨ªes vuelvan a sus cuarteles, y que, si la violencia cesa, haya una nueva convocatoria en Washington para tratar con el mandatario norteamericano sobre c¨®mo hacer la paz.
Efectivamente, s¨®lo cabe hoy hacer rogativas por que se enfunden las armas, ya que no es por la v¨ªa de la violencia por la que los palestinos obtendr¨¢n lo que quepa de sus reivindicaciones; que Israel entienda que en ninguna parte est¨¢ indeleblemente escrito que Jerusal¨¦n - jud¨ªa, ¨¢rabe y cristiana- haya de pertenecer a un solo pueblo, y que el presidente Clinton tenga ¨¦xito, por el bien de todos, adem¨¢s del propio, en llevar a tan tenaces adversarios a un camino de paz, antes de que su presidencia entre en el libro de la historia.
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