La crisis de un campe¨®n
La UEFA confirm¨® ayer los cinco partidos de sanci¨®n a Zidane por su cabezazo a Kientz
Sin luz
Vi¨¦ndolo desde la c¨®moda altura de las gradas de un estadio, Zinedine Zidane se parece a un monje franciscano. Ser¨¢ el aire que le infunde esa calvicie incipiente que pinta en la parte m¨¢s alta de su cabeza, una isla circular y resplandeciente; o ser¨¢ quiz¨¢s esa manera de moverse con el bal¨®n atado al exterior del pie, como si hiciese equilibrio sobre unas l¨ªneas dibujadas en el campo, pero que tan s¨®lo ¨¦l puede ver.Lo cierto es que a la religi¨®n de su f¨²tbol, hecho de sutilezas y fantas¨ªas, delicado y geom¨¦trico, resignado a aceptar con estoicismo la aspereza y la exasperaci¨®n de los defensores adversarios, hace unos d¨ªas se le escap¨® el demonio de las escrituras y se entreg¨® por un instante a la locura pecaminosa de una reacci¨®n, de un gesto tan feo que, como por encanto, acab¨® con su ¨¢urea y suspendi¨® su estado de gracia.
A los feligreses de Zidane les ser¨¢ dif¨ªcil borrar de la memoria la imagen de aquel cabezazo artero al p¨®mulo de Kientz, defensa del Hamburgo, y que rojo, m¨¢s de verg¨¹enza que de tarjeta, lo apart¨® del templo sagrado y lo conden¨® a una dura penitencia de cinco partidos de suspensi¨®n europea. Sanci¨®n, adem¨¢s, a un reincidente. El monje se hab¨ªa desmadrado ya contra el Deportivo en el mismo campo de Tur¨ªn cuando le hizo una entrada a Emerson que le cost¨® dos partidos de suspensi¨®n, aunque posteriormente fueran reducidos a uno.
R¨¢pidamente, inquisidores sin sotana, pero con memoria, no han tenido m¨¢s remedio que ir a revisar el expediente de los pecados de Zizou y tambi¨¦n han recordado que en la primera temporada en Italia (1996-1997), frente al Parma, en la d¨¦cimoquinta jornada, el monje puso fin a un fastidioso forcejeo con un codazo al rostro de su adversario; y que durante el Mundial 98, en el partido Francia-Arabia Saud¨ª, pisote¨® la humanidad de un rival que le hab¨ªa entrado muy duro. No perdona, al parecer.
Son antecedentes lejanos, pero que tambi¨¦n pesan, por lo que no es de extra?ar que la comisi¨®n disciplinaria de la UEFA le impusiera el castigo de los cinco partidos sin jugar en la Liga de Campeones, s¨®lo uno menos que el m¨¢s duro jam¨¢s impuesto por ese tipo de incidentes.
"Ojal¨¢ mis hijos no vean nunca esas im¨¢genes", declar¨® al d¨ªa siguiente de los hechos Zidane, a la vez que, casi como en una plegaria, ped¨ªa excusas por aquel acto violento indigno de ¨¦l.
Alejado de la Liga de Campeones, Zidane s¨ª volvi¨® a vestir los h¨¢bitos de su oficio el mi¨¦rcoles pasado, en partido del campeonato italiano frente al sorprendente l¨ªder, el Udinese. Los ojos de propios y extranos buscaron, desde el estadio y por televisi¨®n, aquella luz que lo envuelve cuando est¨¢ en el campo, pero la luz no estaba. Y sin la luz tampoco estaba Zizou. Despu¨¦s de los primeros minutos de espera, algunos incr¨¦dulos revisaban con atenci¨®n la alineaci¨®n en sus notas para confirmar desilusionados que efectivamente el que llevaba la camiseta n¨²mero 10, era Zinedine Zidane.Era tan s¨®lo un dato para la estad¨ªstica, pero en el segundo tiempo el entrenador decidi¨® ahorrarle a todos la imagen espectral de esa alma penitente que deambulaba vac¨ªa por el terreno de juego, y lo dej¨® en los vestuarios.
Privado de br¨²jula, su equipo no encontr¨® el rumbo y perdi¨® el partido.
Bien vestido, y luciendo su mejor cara, Zidane se present¨® ayer ante el Comit¨¦ de Apelaci¨®n de la UEFA para pedir clemencia y comprensi¨®n, admiti¨® su acci¨®n como injustificable, pero adujo que fue motivada "por la frustraci¨®n" que le produc¨ªa la dureza con que le estaban entrando sus rivales.
Los jueces, sin embargo, no atendieron sus razones y confirmaron su sanci¨®n de cinco partidos e incluso mantuvieron la multa de m¨¢s de dos millones y medio de pesetas al club. Esta vez, con tanta reiteraci¨®n en la violencia, no le han rebajado nada. De rodillas, con los brazos en cruz y varios libros de buenos modales en cada uno de ellos.
En el aire, de todas formas, a¨²n quedaban varios interrogantes: ?Cu¨¢nto durar¨¢ su paso por el purgatorio? ?Aquella reacci¨®n, y sus antecedentes, pertenecen a un pasado de violencia escondido en su infancia, hecha de partidillos en las veredas de Marsella? ?Su irritabilidad se debe a que el calcio lo tiene asfixiado? ?Despu¨¦s de ganar un Mundial y una Eurocopa con su selecci¨®n han ca¨ªdo sus motivaciones o su concentraci¨®n? Son preguntas que a¨²n no tienen una respuesta directa. Como un verdadero monje, Zidane se refugia en el voto de silencio que su club ha decidido y espera que pase el tiempo. Medicina de sabio, a la espera de amigarse con la fantas¨ªa y reencontrar el alma.
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