Empresas canijas por vocaci¨®n
Ya es habitual que las obras p¨²blicas de una cierta entidad econ¨®mica que se adjudican y ejecutan en el Pa¨ªs Valenciano est¨¦n reservadas a las grandes empresas constructoras estatales que, para salvar la cara y dotarse de un perifollo auton¨®mico, aparecen asociadas a una o varias firmas ind¨ªgenas mediante la conocida f¨®rmula de uni¨®n temporal de empresas (UTE). Sin cuestionar la pertinencia actual de esta soluci¨®n, es evidente el car¨¢cter mendicante, y en todo caso subalterno, de las compa?¨ªas valencianas, cuyo concurso es perfectamente prescindible. Por ejemplo, estos d¨ªas pasados se ha concedido la ampliaci¨®n de Feria Valencia a Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) que va de la mano de Lubasa y Pavasal, arraigadas en el pa¨ªs. ?Acaso FCC u otras de su poder¨ªo requieren estas muletas locales para cumplir el cometido?Esta constataci¨®n nos lleva a otra: la dimensi¨®n de las compa?¨ªas valencianas del sector, obstinadas en seguir encuadradas en el grupo de las peque?as entre todas las del Estado espa?ol. Peque?as, o no tanto, pero ferozmente independientes, a menudo fieles a sus or¨ªgenes familiares y vocacionalmente volcadas en el ¨¢mbito regional. Al parecer, no les va mal este criterio, pero al mismo tiempo revela cual es su horizonte y su capacidad competitiva en un mercado en el que se difuminan crecientemente las fronteras comerciales.
Recordemos a t¨ªtulo ilustrativo que de las 18 empresas agrupadas en Fecoval, tan s¨®lo dos facturan respectivamente 20.000 y 15.000 millones, estando las restantes por la mitad y menos de esas cifras. Con estos mimbres, y a tenor del Reglamento General de la Ley de Contratos con las Administraciones P¨²blicas que prepara el Ministerio de Hacienda, sus opciones van a quedar sensiblemente mermadas a la hora de instar obra p¨²blica. En vez de empresas asociadas tendr¨¢n que ejercer de sacristanas, en el mejor de los casos. El problema, sin embargo, no parece que les conmueva ni suscite tanteos asociativos. Aqu¨ª cada una es muy suya y exclusiva. M¨¢s a¨²n, cuando se ha producido una fusi¨®n ha sido por absorci¨®n de otra firma debilitada.
No obstante, hubo un momento en que se percibieron visos de que algo pod¨ªa cambiar este encastillamiento en lo m¨ªo, aunque sea peque?o. Nos referimos a la constituci¨®n de una Agrupaci¨®n de Inter¨¦s Econ¨®mico (AIE) integrada por 14 sociedades del sector. Pudo ser un aprendizaje para la cooperaci¨®n y la suma de efectivos. Pero s¨®lo se qued¨® en un amago transitorio que se plasm¨® en unos pocos negocios: adquisici¨®n de un 5% de Terra M¨ªtica, promoci¨®n de un centro gerontol¨®gico y asunci¨®n de ciertos compromisos en un proyecto de tranv¨ªa en Alicante. Asuntos colaterales extra?os al objeto social de estas empresas.
As¨ª las cosas, no es raro tampoco que ninguna de ellas se sienta tentada a traspasar las lindes de esta comunidad. A lo sumo llegan, y excepcionalmente, a Murcia o Tarragona. M¨¢s all¨¢ es terreno ignoto y ajeno, cuando resulta obvio que el Pais Valenciano es tierra de acogida para sus competidoras, avaladas por su mejor equipamiento y mayor capital, y no pocas veces, dicho sea e paso, tuteladas por el mismo gobierno. Ya se sabe, somos tierra de promisi¨®n por la franqu¨ªa de nuestro talante, s¨ª, pero tambi¨¦n por el encogimiento de ¨¢nimo que refleja aquel maldito lema de "trenta mil duros i tartana". Sea dicho con el respeto debido a quienes marcan la diferencia, sean Juan Roig, los hermanos Quiles y pocos m¨¢s. Los de la obra p¨²blica siguen en la "tartana" y viendo c¨®mo los grandes cuervos se zampan los mejores bocados: trasvase J¨²car-Vinalop¨®, parques tem¨¢ticos, autopistas, Aves y...etc¨¦tera.
M¨¢s arriba hemos citado el reglamento que se urde en Madrid y que supondr¨¢ una sacudida. Como Darwin dir¨ªa, caer¨¢n los menos adaptados. Ya ni sacristanes: acabar¨¢n en monaguillos.
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