Los clanes tradicionales de la droga mantienen su poder en Galicia pese a los golpes de la polic¨ªa
Las fuerzas de seguridad intentan quebrar el narcotr¨¢fico persiguiendo el blanqueo de dinero
Un narcotraficante le dijo un d¨ªa que la iba a matar; otro la llam¨® puta; un tercero le ofreci¨® cientos de millones para que se callara la boca; un cuarto le mand¨® desde la c¨¢rcel mensajes de amistad. Este ¨²ltimo era el m¨¢s peligroso.Carmen Avenda?o, valiente e incansable, madre de dos hijos enganchados a la droga y jefa espiritual de miles de mujeres gallegas atrapadas por el mismo drama, dice sin rodeos qui¨¦n es el hombre que la quer¨ªa matar -Fern¨¢ndez Tajuela- y tambi¨¦n qui¨¦n la llam¨® fulana -Laureano Oubi?a-. No as¨ª qui¨¦n quiso convertirla en una rica indigna o qui¨¦n pretendi¨® tejer una amistad imposible. Este ¨²ltimo -considerado por la polic¨ªa el mayor traficante de coca¨ªna del sur de Europa- sigue paseando su libertad por el aire de las R¨ªas Bajas.
La detenci¨®n de Laureano Oubi?a -localizado por la Interpol en Grecia despu¨¦s de 13 meses de fuga- llena de contento a Carmen Avenda?o, pero tambi¨¦n pone sobre el tablero otra reflexi¨®n: los reyes de la droga nunca reciben el jaque mate. Si se echa la vista atr¨¢s, los peri¨®dicos amarillentos de la d¨¦cada de los ochenta ya recog¨ªan sus nombres en letras grandes. Y todav¨ªa hoy, aquellos apellidos siguen trayendo de cabeza a la polic¨ªa.
Laureano Oubi?a, despojado de buena parte de su fortuna, a¨²n se permite una vida de millonario. Su ¨²ltimo a?o fue el de un fugitivo de lujo. Viaj¨® por medio mundo dando esquinazo a la polic¨ªa, frecuentando los mejores hoteles; tan tranquilo que ni siquiera se preocup¨® de alterar su fisonom¨ªa.
-?Est¨¢ do?a Esther?
-No, se acaba de marchar hacia Madrid -una voz de mujer contesta al otro lado del portero autom¨¢tico; una c¨¢mara de seguridad enfoca a quien se acerca a la mansi¨®n fortificada de los Oubi?a en Vilagarc¨ªa de Arousa.
Desde Espa?a, la esposa del capo, Esther Lago, a la que muchos consideran el verdadero c¨¦rebro de la familia, se encarg¨® de que al fugitivo no le faltara de nada: ni medicinas para la circulaci¨®n ni un tel¨¦fono m¨®vil desde el que seguir dirigiendo sus asuntos; tampoco un diligente abogado -antiguo polic¨ªa de narc¨®ticos para m¨¢s se?as- que lo sacara de apuros.
Otro de aquellos nombres m¨ªticos de la droga en Galicia, el patriarca Manuel Charl¨ªn, s¨ª est¨¢ en la c¨¢rcel. No obstante, lo mejor de su larga estirpe sigue en la brecha. Su hija Josefa -actualmente en busca y captura- reside en Portugal y entra y sale de Galicia con gran facilidad a decir de sus vecinos, aunque no de la polic¨ªa, que sigue sin echarle el guante.
-?Me puede decir d¨®nde est¨¢ el astillero de Sito Mi?anco?
-Aquel de all¨ª, el que pone O Facho en letras azules.
Nadie duda en Cambados qui¨¦n es el due?o del astillero, otra cosa es lo que digan los papeles. Sito Mi?anco, nombre de guerra de Jos¨¦ Ram¨®n Prado Bugallo, fue condenado a 20 a?os de c¨¢rcel por tr¨¢fico de coca¨ªna, pero s¨®lo cumpli¨® siete y disfruta de libertad desde 1998. Precisamente ahora est¨¢ siendo juzgado por intentar presuntamente introducir en Galicia seis toneladas de hach¨ªs. Los hechos que se juzgan tuvieron lugar en 1997, cuando Mi?anco a¨²n estaba en la c¨¢rcel. Seg¨²n el fiscal, Sito dirigi¨® la operaci¨®n desde su celda, tranquilamente armado de un tel¨¦fono m¨®vil...
Son tres ejemplos, pero hay m¨¢s. El caso es que desde la c¨¢rcel, la clandestinidad o los despachos, utilizando las malas artes de Oubi?a o el trato diplom¨¢tico de Mi?anco, a trav¨¦s de una familia convertida en clan o de hombres de paja reunidos en sociedad, los viejos nombres de la droga en Galicia no terminan de caducar. La polic¨ªa -y aqu¨ª puede estar la clave- asesta de vez en cuando un buen golpe, desbarata una red, aprehende varios cientos de kilos de hach¨ªs o de coca¨ªna, pero apenas consigue tocar la estructura financiera. En un intento de que la inercia se quiebre, la polic¨ªa acaba de nombrar jefe superior en Galicia a Jos¨¦ Garc¨ªa Losada, hasta ahora jefe de la Unidad Central de Estupefacientes.
Acostumbrado a batallar con traficantes de todos los colores, Garc¨ªa Losada sabe que los grandes golpes van poco m¨¢s all¨¢ de una satisfacci¨®n moment¨¢nea, pan para la estad¨ªstica de hoy y hambre para la de ma?ana. "Lo importante", dice, "es atacar a las organizaciones donde m¨¢s les duele. Por eso, vamos a perseguir de manera muy especial el blanqueo del dinero de la droga".
Hay una imagen en Cambados que lo dice todo. A s¨®lo unos metros del cuartel de la Guardia Civil, un viejo y destartalado edificio, se est¨¢n construyendo aut¨¦nticos palacetes, de p¨¦simo gusto y materiales car¨ªsimos, con un dinero que dif¨ªcilmente se consigue mariscando percebes. Los guardias, al volante de coches de gas¨®leo y escasa cilindrada, menean la cabeza cuando a su lado pasa el Mercedes blanco de uno de los aludidos anteriormente o el Ferrari de otro.
-Cuando nos dicen que los sigamos, dudamos entre re¨ªrnos o echarnos a llorar.
El d¨ªa que fue puesto a disposici¨®n del juez de Atenas, el capo Oubi?a fanfarrone¨® a su estilo. Pero el viernes, Laureano ya no estaba tan contento. Dijo a su esposa que su celda es muy peque?a, y est¨¢ habitada adem¨¢s por tres presos griegos y un ej¨¦rcito de chinches.
-Cuando un capo se las tenga que ver en la c¨¢rcel con el mismo dinero que sus v¨ªctimas...
Lo dice Carmen Avenda?o despu¨¦s de tantos a?os de lucha contra los narcotraficantes. Contra los que la quieren matar y contra los que quieren ser sus amigos. Y sostiene que a unos y a otros lo ¨²nico que les duele es el dinero.
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