Las lujosas vacaciones del 'capo' Oubi?a

El se?or Romeu era un cliente ejemplar: fiel a la casa desde hac¨ªa tiempo, puntual pagador, generoso en las propinas y siempre amable con el personal. De su vida se sab¨ªa muy poco en el hotel, apenas que era espa?ol y que ten¨ªa una esposa y al menos un hijo, con los que estuvo alojado en alguna ocasi¨®n anterior. Todo el mundo en aquel hotel, lujoso aunque sin estridencias, un remanso a las afueras de Halkida, en la isla griega de Eubea, apreciaba al se?or Romeu. Bajo el apacible disfraz del se?or Romeu se escond¨ªa un tal Laureano Oubi?a, de 54 a?os, un tipo rudo y arrogante, capaz de llamar "putas" a las madres de drogadictos que se manifestaban contra ¨¦l, condenado por tr¨¢fico de hach¨ªs y pr¨®fugo de la justicia espa?ola desde 13 meses atr¨¢s. La m¨¢scara se le cay¨® el domingo 30 de octubre, cuando una docena de polic¨ªas, pistola en ristre, irrumpi¨® en el vest¨ªbulo del hotel Pelagos y se lo llev¨® junto a su hijastro, David P¨¦rez Lago, y un misterioso visitante que hab¨ªa llegado una hora antes. La recepcionista del hotel a¨²n no se lo acaba de creer. "Era tan simp¨¢tico ...estoy muy desilusionada", dice ante su fotograf¨ªa en las p¨¢ginas de un peri¨®dico espa?ol.

Durante los 13 meses que estuvo huido, sigui¨® una larga ruta del Atl¨¢ntico al Egeo. Por lo que se sabe, atraves¨® Francia, Alemania, Suiza e Italia, donde su rastro se perdi¨® a finales de febrero. En el verano ya estaba en Grecia y pas¨® otra temporada en Halkida, en el mismo hotel al que volvi¨® hace una semana. All¨ª hac¨ªa una vida solitaria, casi todo el d¨ªa metido en la habitaci¨®n, sin recibir visitas ni llamadas. Su conexi¨®n con el mundo era el tel¨¦fono m¨®vil, que usaba a discreci¨®n, seg¨²n ha podido comprobar la polic¨ªa griega. Entre una estancia y otra en Halkida pasaron varias semanas, durante las que se movi¨® por el pa¨ªs y, seg¨²n ¨¦l mismo, incluso se atrevi¨® a confundirse entre los turistas para visitar la Acr¨®polis de Atenas. Ahora aguarda su extradici¨®n contando cucarachas en una angosta celda, compartida con otros tres presos, de la c¨¢rcel ateniense de Koridalos.