El cr¨¦dito y el misterio
Juan de Dios Mart¨ªnez Soriano, presidente del PP de Granada, como el hombre que fue Jueves, ha tenido que mentir para seguir siendo honrado. Mart¨ªnez Soriano sostiene que no hay relaci¨®n, salvo la casual, entre la cancelaci¨®n de un cr¨¦dito de 30 millones de pesetas al PP por parte de la Caja General de Ahorros y la retirada de dos denuncias contra el presidente de la caja. S¨ª la hay. Es m¨¢s, es fruto de un acuerdo que incluye impl¨ªcitamente una tercera cl¨¢usula que obliga a las partes a negar la existencia de dicho pacto. As¨ª, al no reconocer la existencia del trato Mart¨ªnez Soriano cumple con rectitud los compromisos contra¨ªdos en ¨¦l.Pero no es la parad¨®jica avenencia entre Mart¨ªnez Soriano y el presidente de La General, Julio Rodr¨ªguez, lo que resulta extraordinario. Lo que es ins¨®lito es la facilidad con que el PP he eludido la responsabilidad de pagar un cr¨¦dito bancario. Usted, mi entrampado lector, mi semejante, mi hermano, convendr¨¢ conmigo en que encontrar un banco que perdone generosamente hipotecas es m¨¢s dif¨ªcil no ya que encontrar una aguja en un pajar sino que encontrar una aguja en un mont¨®n de agujas. Es m¨¢s, creo que es m¨¢s f¨¢cil entender el misterio de la trinidad que un banco, como dijo ayer Rodr¨ªguez, que extrav¨ªe un cr¨¦dito y adem¨¢s lo declare perdido.
La ¨²nica explicaci¨®n v¨¢lida para aprehender el sentido completo de esta misteriosa peripecia financiera pasa por admitir que los treinta millones de pesetas del cr¨¦dito dispensado al PP pertenecen a una clase de dinero diferente al que usted y yo manejamos, un dinero evanescente, de una naturaleza menos canalla que el que solemos ganar con el sudor de la frente. Un dinero del mismo tipo, por ejemplo, del que sirve para confeccionar los presupuestos del Estado o de la Junta de Andaluc¨ªa, unos millones que se cuadran no por cientos de pesetas sino por miles de millones, que se reparten con generosidad porque est¨¢n libres del pecado original que arrastran como una r¨¦mora los billetes comunes.
Usted pruebe a perder cinco mil pesetas de su bolsillo y luego piense en cualquiera de las inversiones multimillonarias malogradas de cualquier Gobierno, compare el pesar que le produce un caso y otro y enseguida comprender¨¢ la diferente naturaleza de los dineros a que me refiero. Sospecho que la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos se hace con esa clase de dinero cuya p¨¦rdida duele menos puesto que su ganancia no es fruto de la aplicaci¨®n personal sino de una especie de surgimiento espont¨¢neo, un dinero vegetal que se multiplica con la prodigalidad un melocotonero.
Ojal¨¢, hipotecado lector, mi semejante, mi hermano, una caja de ahorros o un banco nos concediera un pr¨¦stamo con millones constituidos con esa sustancia sutil de los que forman los presupuestos del Estado y los de los partidos pol¨ªticos. Entonces s¨ª, entonces podr¨ªa surgir el milagro de un olvido o de un perd¨®n. Entre tanto, ay, si dejamos de cumplir nuestros compromisos dinerarios, aunque s¨®lo sean de unas pocas pesetas, los bancos arremeter¨¢n contra nosotros y no s¨®lo exijir¨¢n fuertes intereses sino antiguas gabelas de usurero.
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