"Berl¨ªn tiene rivales como capital cultural de Centroeuropa"
Los pa¨ªses de Centroeuropa podr¨¢n cobrar conciencia de su identidad cultural cuando se sientan "formalmente" anclados a Europa, es decir, cuando ingresen en la Uni¨®n Europea, opina el escritor h¨²ngaro Gy?rgy Konrad, el presidente de la Academia de las Artes de Berl¨ªn y uno de los m¨¢s sutiles analistas de la evoluci¨®n intelectual y las transformaciones sociales en el coraz¨®n del continente. "Centroeuropa no puede ser una alternativa a Europa occidental", declara a este diario. "Pa¨ªses como Polonia, Hungr¨ªa, la Rep¨²blica Checa o Eslovaquia tendr¨¢n una mayor conciencia de sus afinidades, la historia y los lazos que los unen entre s¨ª cuando est¨¦n en la Uni¨®n Europea, porque estar¨¢n tranquilos por haberse convertido en europeos formales, y a partir de esa realidad se puede ser centroeuropeo o latino", se?ala. Por fortuna, la Uni¨®n Europea no es un requisito para la existencia de una literatura europea, se?ala el escritor.
El camino de Centroeuropa hacia s¨ª misma pasa hoy por Bruselas, admite este escritor, que naci¨® en 1933 en el seno de una familia jud¨ªa y se salv¨® por pura casualidad del campo de Auschwitz. Una buena parte de sus parientes no tuvo esa suerte. Dotado de una fina sensibilidad, Konrad ha convertido la Academia de las Artes de Berl¨ªn en un lugar de cruce de corrientes entre el Este y el Oeste.
Berl¨ªn, como ciudad multicultural, es un buen lugar para abordar Centroeuropa, pero no es el ¨²nico, ya que tiene "rivales". "El esp¨ªritu es n¨®mada" y se mueve por Viena, San Petersburgo o Budapest, y los jud¨ªos, que fueron parte sustancial de la vida de Centroeuropa, est¨¢n m¨¢s arraigados en Budapest que en Berl¨ªn.
De Centroeuropa queda hoy "el recuerdo de un pasado en el que los intelectuales eran m¨¢s importantes que en Occidente y donde los listos estudiaban humanidades", se?ala Konrad. Hoy, "los listos estudian finanzas", y no puede decirse que haya un "ansia" multitudinaria por recuperar el pasado centroeuropeo. "Uno no puede cambiarse a s¨ª mismo, pero lo que llam¨¢bamos Centroeuropa es hoy m¨¢s reducido". Mas all¨¢ de la nostalgia, admite Konrad, la opci¨®n est¨¢ entre "Occidente o nada".
El escritor reside en Budapest y acude a Berl¨ªn varias veces al mes. No se cuenta entre los incondicionales de la capital alemana. Las restricciones presupuestarias, opina, est¨¢n recortando las inversiones en cultura, pero Berl¨ªn sigue siendo foco de atracci¨®n para gente joven con talento. La nueva arquitectura de los edificios oficiales de la ciudad le parece "homog¨¦nea, fr¨ªa y falta de fantas¨ªa". "Quer¨ªan hacer grandes cosas, y cuando se quieren hacer grandes cosas se cae en el aburrimiento". La "multiplicidad de dimensiones" ha sido sacrificada a "la obligaci¨®n, a la voluntad de trabajo, a la imagen de c¨®mo se debe ser". "?sas son las virtudes de este pueblo y de ah¨ª vienen sus grandes m¨¦ritos. Pero en mi vida he aprendido que los errores son la otra cara de las virtudes", se?ala.
?Le preocupa a Konrad el auge de la ultraderecha en Alemania? "En toda Europa, los sectores extremistas suponen un 10% de la poblaci¨®n", declara, "pero es dif¨ªcil entender por qu¨¦ en Alemania los hooligans no s¨®lo golpean, sino que tambi¨¦n matan". "En 10 a?os han sido asesinadas m¨¢s de noventa personas por motivos xen¨®fobos, y este corto camino del pensamiento al hecho no se da en Hungr¨ªa, Polonia o la Rep¨²blica Checa", se?ala.
Konrad no es partidario de prohibir partidos de ultraderecha, sino de que "la justicia act¨²e con una severidad democr¨¢tica general contra todos los actos de violencia". El escritor no desea volver a ver los carteles "con fotograf¨ªas de los supuestos terroristas" que vio en los a?os setenta, cuando era un becario en Berl¨ªn. "Eran carteles que invitaban a los ciudadanos a la denuncia y, junto a ellos, estaban los polic¨ªas secretos que observaban a todos los que se paraban a mirarlos". "Aquel ambiente de sospecha general y aquella fiebre de denuncia no me gustaron nada. No quisiera algo semejante contra los neonazis. Debe haber s¨®lo el procedimiento judicial normal. Con tranquilidad. Sin histeria", afirma.
La cr¨ªtica del escritor a la intervenci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica en Kosovo hizo que algunos, en los c¨ªrculos gubernamentales alemanes, se distanciasen de ¨¦l. "La mayor¨ªa de mis amigos estaba a favor", reconoce. ?l, en cambio, se reafirma e incluso piensa que, si la OTAN no hubiera atacado Yugoslavia, "la oposici¨®n democr¨¢tica en Belgrado, tal vez, se hubiera puesto de acuerdo antes". Konrad cree que el ataque fue un error, el producto de una "decisi¨®n superficial y no justificada", pero tambi¨¦n cree que "la OTAN es necesaria", y se atreve a decir las dos cosas. "Estas estructuras nos dan sensaci¨®n de seguridad, nos salvan de las grandes guerras europeas. Pero fue un error". La poblaci¨®n lo apoy¨® tanto en Alemania como en Hungr¨ªa.
"Durante mi vida he visto la gran capacidad de adaptaci¨®n que tiene la mayor¨ªa de la gente ante el r¨¦gimen imperante, cualquiera que sea", afirma. En "la capacidad de adaptaci¨®n a la autoridad" en Hungr¨ªa y en Alemania advierte diferencias. En este ¨²ltimo pa¨ªs, la adaptaci¨®n a la autoridad "podr¨ªa ser mayor de lo que me gusta". En Budapest no hay "una gran resistencia, pero s¨ª negligencia". "La gente es demasiado vaga para estar tan obsesionada por el control", se?ala Konrad.
Babelia
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