La campa?a se cierra sin debate sobre la pena de muerte o las armas
Como en cualquier elecci¨®n europea, las pensiones, la sanidad, la educaci¨®n y los impuestos han acaparado la atenci¨®n de los electores en la campa?a electoral estadounidense m¨¢s re?ida de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. Ausentes de la misma han estado, sin embargo, los temas que m¨¢s apasionan a la opini¨®n p¨²blica europea: la pena de muerte, la tenencia de armas, la financiaci¨®n de las campa?as electorales y la pol¨ªtica exterior.
El hecho de que Tejas haya ejecutado a 144 condenados a muerte en los seis a?os de gobierno estatal del candidato presidencial republicano parecer¨ªa, desde la ¨®ptica europea, una buena munici¨®n para atacar a George W. Bush. Sin embargo, Al Gore no ha utilizado la artiller¨ªa a su alcance sencillamente porque es tan partidario de la pena capital como su oponente. El candidato dem¨®crata, como afirm¨® en el primer debate de la campa?a, considera que la pena de muerte constituye "un elemento disuasorio" para los criminales. Ambos candidatos responden con sus posiciones a la tendencia mayoritaria vigente en un pa¨ªs donde el 68% de la poblaci¨®n se declara firme partidaria de la pena de muerte, a pesar de que, en una reciente encuesta, s¨®lo el 1% de los jefes de polic¨ªa consultados cre¨ªa en la teor¨ªa de la disuasi¨®n. En la actualidad, la pena capital se aplica en 38 de los 50 Estados, mientras que se rechaza en los otros 12 y en el Distrito de Columbia.En el tema de la tenencia y venta de armas, defendida a ultranza por el tejano Bush -apoyado, entre otros lobbies poderosos, por la Asociaci¨®n Nacional del Rifle-, Gore propone unos tibios controles, como un periodo de comprobaci¨®n de la identidad del comprador y la instalaci¨®n de claves en los seguros de las armas para que no puedan ser utilizadas por ni?os, no sin antes afirmar que sus propuestas no est¨¢n dirigidas contra el derecho de los ciudadanos a portar armas, recogido en la segunda enmienda de la Constituci¨®n.
Los dos candidatos han pasado de puntillas sobre el tema de la financiaci¨®n de las campa?as electorales, que este a?o ha alcanzado la escandalosa cifra de los 3.000 millones de d¨®lares (unos 600.000 millones de pesetas). La legislaci¨®n federal sobre financiaci¨®n de campa?as es lo suficientemente poderosa como para permitir hacer realidad el viejo adagio de "quien hace la ley hace la trampa". La divisi¨®n de donaciones entre "dinero duro" (a la campa?a del candidato, limitado a 1.000 d¨®lares), y "dinero blando" (al partido para actividades generales, ilimitado), convierte en una caricatura las limitaciones impuestas en el primer caso. Incluso aunque Bush o Gore quisieran meterle mano a la financiaci¨®n se encontrar¨ªan con la frontal oposici¨®n del Congreso, cuyos miembros, al ser elegidos por distritos unipersonales, necesitan de ese dinero blando para sus campa?as.
En cuanto a la pol¨ªtica exterior, simplemente ha brillado por su ausencia. Si no hubiera sido porque el moderador Jim Lehrer dedic¨® una buena parte del segundo debate presidencial a cuestiones exteriores, el mundo m¨¢s all¨¢ de las fronteras no se hubiera tratado. Y si se trat¨® en el debate fue porque coincidi¨® con el atentado terrorista contra el destructor norteamericano Cole en Aden y porque ese d¨ªa Clinton se reun¨ªa en Sharm el Sheij con Ehud Barak y Yasir Arafat. La explicaci¨®n de esta ausencia se debe a que, tras el fin de la guerra fr¨ªa y la desaparici¨®n de la URSS, el ciudadano medio no siente su seguridad amenazada como en el pasado. Esto no significa que ambos candidatos no mantengan posiciones perfectamente diferenciadas en temas exteriores en sus respectivos programas.
El ¨²nico candidato que ha tratado los temas anteriores en profundidad, declar¨¢ndose claramente en contra de la pena de muerte y la tenencia de armas y por la reforma de la financiaci¨®n electoral es el representante de Los Verdes, Ralph Nader, cuya intenci¨®n de voto oscilaba ayer entre el 3% y el 4%.
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