"Creer que Hitler estaba loco minimizar¨ªa su culpa"
Extraordinario caso el del historiador brit¨¢nico Ian Kershaw, posiblemente el hombre que m¨¢s sabe en el mundo entero de Hitler y el nazismo. En la biograf¨ªa que hace del l¨ªder nazi, Hitler (1936-1945), editada por Pen¨ªnsula, destaca de ¨¦l su normalidad, tanto como su insignificancia intelectual, y afirma que "creer que estaba loco minimizar¨ªa su culpa".Llamado Kershaw a participar en un ciclo de conferencias en Madrid sobre la Europa del siglo XXI, empieza por declarar que "la idea de ser europeo me dice poco, porque no s¨¦ exactamente lo que significa".
El profesor, cincuentena bien llevada, tez rosada y apacible, que presenta simult¨¢neamente en Espa?a la segunda parte de su monumental biograf¨ªa del F¨¹hrer, ni siquiera es un euroesc¨¦ptico seg¨²n la conocida tradici¨®n insular, sino m¨¢s bien un esc¨¦ptico en general.
?C¨®mo pueden algunos creer en un futuro pol¨ªtico europeo? "No existe una identidad europea com¨²n. Ni en Gran Breta?a ni, probablemente, en ning¨²n sitio. Todos tenemos numerosas identidades, de clase, de oficio, de familia, y en medio de ellas, la europea es, en mi caso, un componente muy d¨¦bil". Epur si muove. Al menos reconoce que algo hay.
"Cuando viajo por Europa estoy en el extranjero, hay una barrera ling¨¹¨ªstica, y act¨²an sobre m¨ª fuertemente los elementos cruciales de la nacionalidad. He hecho el servicio militar en mi pa¨ªs, no en Europa. Mientras los s¨ªmbolos y las instituciones de los europeos sean nacionales, no habr¨¢ identidad europea".
Con un sosiego que adormece enumera el profesor la lista de los errores-horrores que cabe cometer con esta cosa de Europa.
"Cualquier tentativa de imponer esas instituciones comunes, que ya existen, sobre las nacionales agudizar¨¢ las tensiones y har¨¢ que esa fr¨¢gil identidad europea retroceda. La creaci¨®n de un superestado europeo con unas Fuerzas Armadas comunes, alg¨²n tipo de tributaci¨®n, de balanza de pagos, la misma necesidad de una lengua franca que s¨®lo puede ser el ingl¨¦s, pondr¨¢ en contradicci¨®n el centro con la periferia, producir¨¢ una despolitizaci¨®n de la juventud, que ha llegado ya sin ayuda de nadie; al tiempo que las naciones se conviertan en regiones, crecer¨¢ el cinismo social, habr¨¢ tensiones ¨¦tnicas". Por mucho menos escribi¨® Dante La Divina Comedia.
"Y todo ello equivaldr¨ªa a un refuerzo de los sentimientos nacionales, que pueden derivar en un nuevo tipo de fascismo".
El profesor Kershaw, amena N¨¦mesis que no propugna, sin embargo, la desaparici¨®n de Europa, sino que se la deje desarrollar, sin delirios burocr¨¢ticos de Bruselas, sus instintos econ¨®micos fundamentales, me confirma que he entendido bien la sutileza ¨²ltima de su mensaje. "La peor forma de construir Europa es construir Europa", porque esa construcci¨®n obra como un ant¨ªdoto contra s¨ª misma. Cuanta m¨¢s Europa haya, menos habr¨¢, porque los movimientos hacia la integraci¨®n generan el anticuerpo del nacionalismo.
Kershaw, supremo realista, no cree, sin embargo, que esa contradicci¨®n paralice eternamente un cierto tipo de reuni¨®n de los europeos. "Nuestros nietos ser¨¢n m¨¢s europeos que nosotros, viajar¨¢n sin trabas de Mosc¨² a Madrid, todo el mundo hablar¨¢ ingl¨¦s, las econom¨ªas alcanzar¨¢n mayor grado de integraci¨®n que nunca, existir¨¢ una fuerza militar com¨²n. Pero nunca Europa ser¨¢ la patria de todos, porque la devaluaci¨®n de la naci¨®n-Estado, contrariamente, reforzar¨¢ las diferencias entre los europeos".
?Y esa miasma del fascismo que caracteriza como un posible subproducto de la man¨ªa europeizadora puede tener algo que ver con la Alemania del futuro?
"La permanencia del eje franco-alem¨¢n es un factor de estabilidad europea, y la UE, con todos sus defectos, crea un nivel de cooperaci¨®n pol¨ªtica que, unido a los imperativos de la econom¨ªa mundializada, constituye un poderoso baluarte contra el tipo de conmociones que se vivieron en los a?os veinte y treinta. Imaginemos s¨®lo lo que ser¨ªa una Alemania desenganchada de la UE frente al problema neonazi".
Al fin sirve de algo la Uni¨®n Europea, aunque en el pecado lleva la penitencia. "La UE es tambi¨¦n foco de esas tensiones, como en el caso de Haider en Austria, con ese boicoteo tan equivocado por la entrada de su partido en el Gobierno de Viena. Cada pa¨ªs dentro de la UE ha de poder gobernar sus asuntos a su manera, sin interferencias. Y, adem¨¢s, Haider puede ser impresentable, pero no es Hitler".
Como una pescadilla que se muerde la cola, con el riesgo de envenenarse, Europa es al mismo tiempo, seg¨²n Kershaw, el problema y la soluci¨®n, tanto que haciendo lo que quiz¨¢ quiere hacer se deshace, y a la vez impide y fomenta que se desarrollen sus demonios interiores. Nadie dir¨ªa que en la placidez de su discurso, y la brit¨¢nica y moderada convicci¨®n con que lo defiende, pudiera ocultarse un laberinto de acciones y reacciones de semejante complejidad.
El profesor, que se llama Ian no porque sea escoc¨¦s, sino porque "el nombre estaba de alguna manera en la imaginaci¨®n de mi familia", proyecta seguir trabajando sobre el nazismo, lo que ha sido su ocupaci¨®n casi excluyente en los ¨²ltimos 15 o m¨¢s a?os.
El Hitler que ahora se pone a la venta es, guardando todas las proporciones, un poco como su autor, un objeto al que hay que contemplar con serenidad, muy emp¨ªrico, bastante hijo del momento, escrutado en ocasiones al microscopio, pero siempre con el filtro muy presente, para que la pasi¨®n no provoque olas que perturben el conocimiento.
"El neonazismo no es hoy una amenaza para la democracia. S¨®lo una peste social".
El crimen, porque s¨ª
El Hitler, de Kershaw, discurre por algo m¨¢s de 1.500 p¨¢ginas, en dos vol¨²menes, seguramente lo necesario para tan fascinante como abyecto personaje. El historiador brit¨¢nico subraya del F¨¹hrer su normalidad. Si para Hannah Arendt, Hitler es la "banalidad del mal", para Kerlshaw es "la mediocridad del mal", lo que no excluye una capacidad indiscutible de intuici¨®n de lo que la masa puede querer.
Hitler fue el principal responsable del exterminio de seis millones de jud¨ªos, tres millones de polacos y casi dos millones de gitanos, pero no habr¨ªa podido elevarse a semejantes cimas del horror sin la colaboraci¨®n del antisemitismo extremo de miles de seguidores y de una parte de la poblaci¨®n, como m¨ªnimo indiferente a la tragedia. Dice Kershaw que el F¨¹hrer "abastece al sistema nazi de la legitimaci¨®n por arriba" de la matanza indiscriminada. Eso redondea la figura del inventor del nazismo como "un gusano oportunista". Entre las dos escuelas principales de historiadores, los intencionalistas, que sostienen que todo estaba planeado en su mente, y los funcionalistas, que dicen que improvisaba, Kershaw, a¨²n partidario de la s¨ªntesis, se halla, claramente, m¨¢s cerca de los segundos. El crimen, porque s¨ª.
Babelia
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