El CSIC y la endogamia Luis Sanz Men¨¦ndez
Contin¨²a el debate sobre la Universidad espa?ola y la endogamia, aunque quiz¨¢s ¨¦ste no sea su problema m¨¢s importante. Cuando se hace referencia a la endogamia se mezclan al menos dos aspectos: la selecci¨®n de los candidatos menos competentes y/o la selecci¨®n de los mismos formados en el departamento. Cuando se combinan ambos, la situaci¨®n es especialmente grave. Frente a ellos se propone como soluci¨®n reducir la participaci¨®n de los departamentos en la designaci¨®n de los tribunales y regular la formaci¨®n de ¨¦stos por medio de un sorteo (habr¨ªa que discutir sobre los m¨¦ritos cient¨ªficos y docentes para entrar en el sorteo).Tambi¨¦n hay que reconocer que los tribunales propuestos por los departamentos no siempre producen resultados adversos en relaci¨®n con la calidad y competencia de los seleccionados; incluso algunas universidades han utilizado este mecanismo para hacer una buena pol¨ªtica de personal. Sin embargo, las consecuencias negativas de la endogamia son irreversibles: un funcionario m¨¢s.
Pues bien, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), el centro de investigaci¨®n y producci¨®n cient¨ªfica m¨¢s importante de Espa?a, no tiene normas transparentes respecto a la designaci¨®n de los tribunales. Los tribunales que act¨²an en los concursos y oposiciones del CSIC no s¨®lo se nombran con discrecionalidad por parte de sus autoridades, sino que a veces tambi¨¦n con arbitrariedad: sin consulta reglada con los centros de investigaci¨®n a los que se asignan las plazas, o con la repetici¨®n de algunos nombres que aparecen en esos tribunales digitales, con independencia del perfil cient¨ªfico de las plazas. En definitiva, no hay reglas para la selecci¨®n de los mejores tribunales m¨¢s all¨¢ de la voluntad de las autoridades o administradores del CSIC y s¨®lo la presencia de un fuerte ¨¦thos cient¨ªfico impide el abuso generalizado que el dise?o institucional permite.
Se podr¨ªa decir que, a la vista de los resultados, la designaci¨®n de los tribunales del CSIC parece haber sido razonable, dado que no ha habido grandes esc¨¢ndalos, aunque Nature a veces nos ha dedicado algunas p¨¢ginas. Incluso el caso podr¨ªa presentarse como un argumento para aquellos que se?alan que no hace falta sorteo para obtener buenos resultados en la pol¨ªtica de selecci¨®n de personal.
Algunos rectores, departamentos o institutos est¨¢n comprometidos con la calidad y con la selecci¨®n estricta de los mejores. Sin embargo, la responsabilidad de los pol¨ªticos es dise?ar instituciones y reglas del juego que incentiven las buenas conductas y sancionen las malas. Y las reglas existentes no son suficientes, porque no penalizan las conductas que se denuncian por endogamia; as¨ª pues, se trata de prevenir con regulaciones.
Las propuestas de la ministra de Ciencia y Tecnolog¨ªa, Anna Birul¨¦s, sobre la aprobaci¨®n del estatuto del personal cient¨ªfico abren la esperanza a una nueva regulaci¨®n que acabe con este dise?o institucional que deja hueco permanente al amiguismo en la designaci¨®n de los tribunales del CSIC. Una regulaci¨®n que establezca mecanismos de selecci¨®n basados en la combinaci¨®n razonable de la propuesta por parte de los institutos y departamentos y de la aleatoriedad introducida por un sorteo entre investigadores y profesores universitarios con acreditada capacidad investigadora (por ejemplo, con varios sexenios concedidos).
Hay que reconocer al Gobierno (y a sus representantes y administradores) el derecho a seleccionar las ¨¢reas de investigaci¨®n prioritarias y asignarles las nuevas plazas de investigador (por ejemplo, recientemente en el CSIC se atribuyeron plazas al ¨¢rea de Historia de la Iglesia). Sin embargo, hay que crear los mecanismos que faciliten que las comunidades de investigadores de las diferentes ¨¢reas se autorregulen y, al mismo tiempo, desincentiven los procesos de selecci¨®n adversa. De este modo se podr¨¢ evitar la tentaci¨®n de proseguir una pr¨¢ctica, que no ha sido desconocida en los ¨²ltimos a?os, para la cual el actual dise?o institucional deja mucho espacio: el amiguismo.
Luis Sanz Men¨¦ndez es investigador del CSIC y autor de Estado, ciencia y tecnolog¨ªa en Espa?a (1939-1997).
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