Suspense
Al Gore consigui¨® cerca de 200.000 votos m¨¢s que George W. Bush, pero lo m¨¢s probable es que Bush sea proclamado presidente electo si finalmente se resuelve a su favor el enredo de la votaci¨®n de Florida. El primer escrutinio oficial concedi¨® a Bush una exigua ventaja que no llega a las 2.000 papeletas. Gore ha pedido un segundo recuento en aplicaci¨®n de una ley estatal que ampara este doble escrutinio cuando la diferencia entre los candidatos sea inferior al 0,5% de los votos. A ello se han sumado en las ¨²ltimas horas denuncias sobre posibles manipulaciones en las papeletas. En todo caso, la elecci¨®n del hombre m¨¢s poderoso de la Tierra en los pr¨®ximos cuatro a?os depende ahora mismo de un pu?ado de votos de Florida. El desenlace puede producirse hoy o demorarse 10 d¨ªas si la diferencia sigue siendo inferior al n¨²mero de electores que se inscribieron para votar por correo. Incluso si pierde, Gore podr¨¢ esgrimir el honroso pero insuficiente t¨ªtulo de haber sido el candidato que ha obtenido m¨¢s votos en la historia de Estados Unidos. La participaci¨®n electoral (51%) ha aumentado ligeramente respecto a 1996 -en que por primera vez desde 1924 qued¨® por debajo de la barrera del 50%-, pero no lo suficiente para marcar un cambio de tendencia en el desinter¨¦s por las urnas; es la cultura de la satisfacci¨®n, seg¨²n la cual en pol¨ªtica s¨®lo participan los satisfechos. Los resultados y las encuestas reflejan otras l¨ªneas de separaci¨®n en la sociedad. La distancia entre hombres y mujeres se ha ampliado respecto a 1996: una mayor proporci¨®n de las mujeres ha optado por Gore, mientras que m¨¢s hombres han votado por Bush. Los ciudadanos de raza negra y otras minor¨ªas tambi¨¦n han favorecido al dem¨®crata, salvo quiz¨¢s entre los cubanos de Florida.
Si Gore no hubiera perdido por 80.000 votos en su Estado natal, Tennessee, a estas horas ser¨ªa ya presidente electo. Es una ucron¨ªa. Pero, m¨¢s que las diferencias regionales, las dos Am¨¦ricas se han retratado en otro hecho: los Estados m¨¢s poblados -con las excepciones de Tejas, patria del candidato republicano, y Florida, todav¨ªa en el aire, gobernada por un hermano de Bush- y las grandes urbes han votado por Gore, mientras que las poblaciones m¨¢s peque?as de la Am¨¦rica profunda, que defiende la posesi¨®n de armas y que representa la mitad del electorado, se han inclinado mayoritariamente por Bush. El republicano ha avanzado, en cambio, en sectores tradicionalmente dem¨®cratas, como los j¨®venes y los cat¨®licos. Cualquiera que sea el vencedor legal presidir¨¢ una sociedad crecientemente compleja, que las urnas han dividido en dos mitades.
De no ser por el 3% de votos acumulados por el candidato verde, Ralph Nader, la victoria de Gore hubiera sido clara. Esta vez, el tercero en discordia ha jugado en contra de los dem¨®cratas, que en las dos elecciones anteriores contaron a su favor con la candidatura de Ross Perot. Gane o no, Gore ha hecho una mala campa?a electoral. Por separarse de la sombra de Bill Clinton, no ha sabido sacar provecho pol¨ªtico de la bonanza econ¨®mica sin precedentes que ha vivido EE UU en los ¨²ltimos ocho a?os. Pero probablemente dispon¨ªa de sondeos que reflejaban lo que a la salida de las urnas han confesado tantos electores: que estas elecciones, m¨¢s que sobre la econom¨ªa, versaban sobre la honestidad y la moralidad, por mucho que desde Europa nos cueste entenderlo. El caso Lewinsky ha perjudicado a Gore y ha beneficiado a Bush, que ha hecho virtud de sus imperfecciones.
Resultados ajustados se han registrado tambi¨¦n en las elecciones al Congreso, donde avanzan los dem¨®cratas. Seguir¨¢n en minor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes, pero empatan en el Senado. Parad¨®jicamente, si Gore ganara perder¨ªa el control de la C¨¢mara alta, pues Liberman pasar¨ªa a ser vicepresidente y speaker del Senado, pero deber¨ªa renunciar a su esca?o. En todo caso, el nuevo presidente tendr¨¢ que contemporizar con un Senado en el que ha entrado la figura m¨¢s fulgurante de estas elecciones: Hillary Clinton, la primera primera dama que gana un cargo as¨ª. Hillary cobra vida pol¨ªtica propia tras su clara victoria en Nueva York y puede albergar ambiciones presidenciales en caso de que Gore no logre transformar su mayor¨ªa de votos en una victoria electoral. Otro hecho ins¨®lito es que Misuri haya elegido a un senador dem¨®crata fallecido en accidente hace unas semanas y cuyo esca?o, por decisi¨®n del gobernador del Estado en uso de sus atribuciones legales, ser¨¢ ocupado por su viuda.
Un ¨²ltimo elemento para la reflexi¨®n: el mismo d¨ªa de gloria en que Bush puede ser proclamado presidente, en su condici¨®n de gobernador de Tejas autorizar¨¢ un nuevo ajusticiamiento, de un ciudadano mexicano. Gane quien gane, la pena de muerte sigue vigente.
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