La conquista de la Florida
Lo que ocurri¨® la noche de las elecciones presidenciales en Estados Unidos no puede ser m¨¢s extraordinario, cautivante y revelador de lo que est¨¢ pasando en la sociedad de este pa¨ªs. Que en unas elecciones en las que votaron unos 100 millones de personas (m¨¢s o menos la mitad de los votantes registrados) resultase imposible 48 horas despu¨¦s declarar vencedor a uno de los candidatos, George W. Bush o Al Gore, es algo que no se ha visto aqu¨ª en much¨ªsimo tiempo; hay entre ellos apenas una diferencia de menos de 1.000 votos emitidos en un Estado (o sea, menos de un punto del porcentaje total). Que ese Estado sea Florida, la c¨¢lida pen¨ªnsula descubierta por Juan Ponce de Le¨®n en 1513, luego explorada por Hernando de Soto y celebrada en una cl¨¢sica cr¨®nica del Inca Garcilaso, y que hoy sea una de las circunscripciones donde el electorado latino (espec¨ªficamente, el cubano) es muy influyente, tampoco deja de tener un significado simb¨®lico y real: ¨¦stas han sido las primeras elecciones norteamericanas en las que el peso del voto hispano ha sido decisivo y en las que sus expectativas como comunidad insertada en la realidad social americana han tenido que ser seriamente tenidas en cuenta por cualquier candidato con aspiraciones a la Casa Blanca.Algo m¨¢s: por primera vez, la cuesti¨®n de que el voto popular (que ha ganado Gore) no determine qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo presidente, sino el de los llamados colegios electorales (la cifra m¨¢gica que otorga el triunfo es 270), incorporados en la Constituci¨®n por los fundadores de la naci¨®n americana como un contrapeso para evitar o limitar los "excesos" de la masa votante, est¨¢ siendo ahora objeto de cr¨ªtica y discusi¨®n por los legisladores, pues no parece l¨®gico que los votos colegiados puedan contradecir y predominar sobre el resultado del sufragio directo. El mapa pol¨ªtico de Estados Unidos ha cambiado, pues, profundamente y hace del proceso del 2000 un hito hist¨®rico cuyas consecuencias ser¨¢n largas. Aqu¨ª hago un an¨¢lisis de los hechos m¨¢s sobresalientes.
Uno de los grandes temas de la campa?a fue el de c¨®mo continuar y aprovechar la inigualable prosperidad econ¨®mica por la que atraviesa el pa¨ªs, cuyo super¨¢vit se cuenta en centenares de miles de millones de d¨®lares. Hay m¨¢s multimillonarios que antes y nunca tan j¨®venes. El desempleo y la inflaci¨®n son baj¨ªsimos. Con cierta raz¨®n, el r¨¦gimen de Clinton pod¨ªa atribuirse ese m¨¦rito (teniendo en cuenta que las finanzas y la pol¨ªtica tienen aqu¨ª distintos centros de poder) y buena parte de los que votaron por Gore no quer¨ªan poner la econom¨ªa en riesgo, pero un fuerte sector del electorado percib¨ªa que el actual Gobierno, al que Gore representaba, era, en asuntos como la seguridad social, la educaci¨®n p¨²blica y la protecci¨®n a las minor¨ªas, demasiado "liberal" y quer¨ªa un cambio de direcci¨®n. Esto puso a Gore en una delicada situaci¨®n: para ganar necesitaba subrayar esos planes y programas que le aseguraban la simpat¨ªa del sector "popular", pero al mismo tiempo no quer¨ªa alienarse con los que mostraban desencanto con un "r¨¦gimen benefactor", supuestamente una carga demasiado pesada para los bolsillos de muchos de los m¨¢s ricos. El resultado fue que las diferencias entre los dos principales candidatos tendieron a borrarse y hacerlos confluir en un vago "centro" en el que no era f¨¢cil notar las pocas diferencias esenciales. Hay que recordar que, en realidad, los dem¨®cratas y los republicanos no son dos partidos, sino dos consorcios con distintos intereses Ten¨ªa raz¨®n el candidato "verde" Ralph Nader cuando declaraba que ambos operaban "como una sola corporaci¨®n con distinto maquillaje".
El pa¨ªs est¨¢ intensamente dividido entre esas dos distintas im¨¢genes de una misma realidad pol¨ªtica: la de un Estado-empresa. La ¨²nica diferencia est¨¢ en la concepci¨®n m¨¢s humanitaria que los dem¨®cratas tienen de esa empresa. Eso es lo que les atrajo el sustancial apoyo (en algunos casos de hasta casi el 75%) de los votantes latinos, negros, mujeres y pobres. Es el peso conjunto de los latinos lo que constituye la gran novedad de estas elecciones: los c¨¢lculos m¨¢s optimistas pronosticaban que saldr¨ªan a votar unos seis millones de los 25 millones de habitantes latinos; en verdad votaron unos siete millones, y la gran mayor¨ªa de ellos lo hicieron por Gore y los otros candidatos dem¨®cratas. Los latinos son, al fin, una fuerza que no pueden ya desconocer los pol¨ªticos norteamericanos; hace unas semanas, el presidente Clinton lleg¨® a afirmar que le alegraba ser el ¨²ltimo residente de la Casa Blanca que no hablaba espa?ol. (El presidente es, sin embargo, un buen lector en ingl¨¦s de Garc¨ªa M¨¢rquez y Carlos Fuentes).
Este factor puede verse tambi¨¦n de otro modo: si Gore no alcanza la presidencia (escribo estas l¨ªneas mientras se hace el recuento de las ¨²ltimas papeletas en la Florida) es por el "voto de castigo" de los cubano-americanos de ese Estado, disgustados por la soluci¨®n del asunto de Eli¨¢n Gonz¨¢lez. Si Bush conquista los cruciales 25 votos del Colegio Electoral de la Florida se lo deber¨¢ a ese sector de la poblaci¨®n, que se ha distanciado del resto de la poblaci¨®n latina cuyas preferencias siguen siendo dem¨®cratas. Es decir, la comunidad latina est¨¢ reproduciendo, en peque?o, la aguda polarizaci¨®n del resto de los electores nacionales.
Esta profunda polarizaci¨®n crea otro problema: la innata debilidad del candidato ganador, sea quien fuere. Cada uno tiene el mismo porcentaje del voto nacional (49%, con liger¨ªsima ventaja para Gore en n¨²mero de votos emitidos), lo que quiere decir que el ganador tendr¨¢ pr¨¢cticamente a la mitad de los electores en contra. La situaci¨®n se agrava si se atiende a la composici¨®n de las c¨¢maras de representantes y senadores: ¨¦sta ha variado muy levemente (los dem¨®cratas han ganado unos pocos asientos), pero los republicanos mantienen una ajustada mayor¨ªa, lo que significa que aprobar leyes seguir¨¢ siendo un proceso tan lento y penoso como en la actualidad y que los debates tendr¨¢n un subido tinte partidista. Hallar acuerdos y buscar consenso para gobernar ser¨¢ muy arduo para cualquiera, y m¨¢s para Gore, cuya agenda incluye asuntos que requieren inevitablemente alianzas.
En estos mismos momentos, el suspenso contin¨²a, y salvo que se presenten impugnaciones legales por irregularidades, los resultados oficiales no se sabr¨¢n hasta dentro de unas horas. En la radio escucho que el recuento inicial est¨¢ produciendo apenas cambios marginales a favor de Gore, insuficientes para acortar la ventaja que le lleva Bush. Mi pron¨®stico es pesimista:
Bush, finalmente, ganar¨¢ los cruciales votos del Colegio Electoral de Florida y le deber¨¢ su triunfo a la comunidad cubana m¨¢s intransigente. Cuando estas l¨ªneas aparezcan es posible que los lectores sepan ya si me equivoqu¨¦ o no.
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