El valor de la vida
La vida no vale nada es el t¨ªtulo de una bella canci¨®n de Pablo Milan¨¦s, un cubano cuyas letras claman contra las injusticias de la vida cotidiana, y es el grito que se ahoga en nuestros corazones cuando se contemplan las aterradoras im¨¢genes que nos ofrec¨ªa la televisi¨®n tras el ¨²ltimo atentado de ETA. Se trataba del espect¨¢culo m¨¢s demencial que puede llegar a provocar la crueldad humana, una visi¨®n dantesca que ya ni siquiera es capaz de movilizar nuestras insensibilizadas conciencias. Unas pavorosas escenas fruto de la acci¨®n de unos asesinos que parecen disfrutar sembrando la desolaci¨®n all¨¢ por donde pasan, amparados tan s¨®lo por un injustificable odio ciego, una insaciable sed de sangre y una marcada intolerancia.La vida no vale nada es el ¨²nico comentario posible al ver c¨®mo el terrorismo se convierte en una forma de violencia que se fundamenta en el c¨¢lculo de matar a uno para aterrorizar a mil. Sus efectos se hacen cada vez m¨¢s visibles y universales en el sentido de que ning¨²n sector de la poblaci¨®n se puede ver libre de su amenaza. Ello tiene que ver fundamentalmente con el perfeccionamiento t¨¦cnico de los instrumentos con los que el terrorista mata y destruye, pero tambi¨¦n con el desarrollo de los medios de comunicaci¨®n, que permiten trasladar casi instant¨¢neamente al interior de cada hogar el mensaje impl¨ªcito que conlleva cada atentado: "T¨² puedes ser el pr¨®ximo".
La vida no vale nada es lo ¨²nico que se acierta a pensar cuando partidos de ideolog¨ªa vac¨ªa no s¨®lo no condenan el terrorismo, sino que en ocasiones hasta lo defienden o lo justifican. En situaciones en las que los l¨ªmites de la legalidad y el respeto de las reglas del juego pol¨ªtico son variables o imprecisos, la frontera de lo aceptable tiende a diluirse, sobre todo si va acompa?ada de una sensaci¨®n de impunidad. En el caso de ETA y su entorno, el asesinato a sangre fr¨ªa de funcionarios p¨²blicos o de pol¨ªticos de partidos rivales revela el r¨¢pido retroceso que se ha producido en todo constre?imiento moral. La vivencia de la agresi¨®n desde la impunidad ha sido interiorizada, especialmente por parte de los m¨¢s j¨®venes, como una invitaci¨®n a aumentar la dosis de la provocaci¨®n con el ¨²nico fin de avanzar en la causa, y esa causa es la desestabilizaci¨®n de lo existente, es decir, del sistema democr¨¢tico.
En definitiva, La vida no vale nada es esa vieja canci¨®n que muchos cant¨¢bamos en aquellos a?os en los que a¨²n cre¨ªamos que se pod¨ªa cambiar el mundo a fuerza de canciones y de revoluciones incruentas y hacerlo as¨ª m¨¢s justo, m¨¢s solidario, m¨¢s bello y m¨¢s habitable. De aquel antiguo sue?o tan s¨®lo quedan unas pocas canciones inservibles y mucha frustraci¨®n y mucha sangre, pero, sobre todo, un mundo a¨²n m¨¢s injusto, m¨¢s salvaje y m¨¢s insolidario.- Francisco Jos¨¦ Alonso Rodr¨ªguez. Presidente Nacional de la Liga Espa?ola pro Derechos Humanos. Madrid.
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