El Atl¨¦tico recupera la sonrisa

Tras el habitual ejercicio de sufrimiento, lo que no deja de ser costumbre de la casa, el Atl¨¦tico adecent¨® su rostro y pint¨® en ¨¦l una sonrisa. Lo hizo tras vencer al Extremadura en un partido en el que mejor¨® su juego, lo que no era demasiado dif¨ªcil, y en el que atrap¨® su primera victoria fuera de casa. Acab¨® el choque protegiendo a Toni, encerrado, aguantando las acometidas de un Extremadura cuya puesta en escena result¨® cuanto menos soprendente, al convertirse en el primer rival que trat¨® al Atl¨¦tico de usted, con un respeto enorme. ?Por qu¨¦? Se supone que no ser¨ªa por los antecedentes de los de Marcos.Bajo esa premisa el Atl¨¦tico comenz¨® tranquilo la tarea. Esper¨® a ver qu¨¦ hac¨ªa el Extremadura, ¨¦ste esper¨® a ver qu¨¦ hac¨ªa el Atl¨¦tico y vi¨¦ndose el uno al otro hubieran estado los 90 minutos si Hugo Leal, el mejor del partido junto a Aguilera, no decide lo contrario. Corr¨ªa el minuto 13 cuando, tras un robo en el centro del campo, el portugu¨¦s adivin¨® el desmarque de Correa y le regal¨® el bal¨®n para que ¨¦ste pusiera el broche a tan magn¨ªfica acci¨®n.

No pod¨ªa encontrar el Atl¨¦tico mejor forma de arrancar. Llegaba el momento de echarle calma al asunto, de dormir el partido, de tocar la pelota. De hacer lo contrario de lo que hizo, por ejemplo, Njegus, tan esforzado como precipitado, que hizo un par de entradas a destiempo que pudieron mandarle a la calle. El Atl¨¦tico no fue capaz de sacudirse la urgencia y por eso, s¨®lo por eso, lo acab¨® pasando mal. Marcos se desesper¨® intentando que su defensa no se echara atr¨¢s y atr¨¢s se fue su defensa. Sin embargo, el empuje de Aguilera y el sentido com¨²n de Hugo Leal permitieron al cuadro madrile?o acumular ocasiones con reiteraci¨®n... y mandarlas al garete con igual reiteraci¨®n. Al Atl¨¦tico le dio por perdonar y su rival, por aquello de que a la fuerza obligan, se vino arriba. Sin f¨²tbol, eso s¨ª, pero con enorme empe?o en aquello del bombardeo. Esperaba el Extremadura que al Atl¨¦tico le entrara el tembleque, pero aguant¨® ¨¦ste con cierta entereza y recibi¨® con alivio el pitido del ¨¢rbitro, que puso fin al innecesario sufrimiento de un equipo que, por fin, fue capaz de respetarse a s¨ª mismo.