"?A qu¨¦ juegas?, ?qu¨¦ te has roto?"
Ronaldo vive la rutina de Capbreton con otros 100 deportistas que curan, sobre todo, sus rodillas
La sala es amplia y a trav¨¦s de la cristalera se advierte un mar bravo rompiendo contra las rocas, y algunos paseantes invernales por el malec¨®n. Dentro, una cincuentena de jugadores de rugby, f¨²tbol o balonmano y algunos esquiadores curan sus lesiones en las m¨¢quinas que pueblan el gimnasio. Entre ellos, hay un deportista moreno, rapado, con un notable exceso de peso, que trabaja imparablemente su rodilla atendido por dos fisioterapeutas (un hombre y una mujer) en el anonimato de la rutina. A Ronaldo nadie le mira, es uno m¨¢s, apoyado contra la pared y tensionando una y otra vez su rodilla. Sus compa?eros de fatigas s¨®lo se soprenden por la presencia de los periodistas de EL PA?S que desde el piso superior observan sus evoluciones. Ronaldo, nueve d¨ªas despu¨¦s de su llegada al CERS, es uno m¨¢s del colectivo de afectados por las circunstancias. En este centro de Capbreton, el 80 por ciento de los pacientes (todos deportistas) sufren problemas de rodilla "aunque tambi¨¦n tenemos problemas de hombro, sobre todo, o de tobillo" afirma el doctor Middleton, un franc¨¦s con apellido de origen brit¨¢nico ("aunque s¨®lo he pasado dos d¨ªas de mi vida en Inglaterra").Ronaldo es uno m¨¢s tambi¨¦n en eso: su problema es una rodilla maltrecha, por lo que su recorrido es el habitual que realizan los juveniles futbolistas que le acompa?an, o los mastod¨®nticos jugadores de rugby que comparten la tabla de pesos o las carreras por el jard¨ªn del centro. Algo sin embargo le diferencia de los dem¨¢s. La primera charla que entablan unos y otros cuando se conocen es siempre la misma: "?Y t¨² a que juegas?, ?qu¨¦ te has roto?". A Ronaldo nadie se lo tuvo que preguntar. El jugador brasile?o del Inter de Mil¨¢n a?ade a los servicios del CERS su fisioterapeuta particular, Nilton Petrone, y las continuas llamadas del m¨¦dico del Inter, que evac¨²a consultas con el doctor Middleton. A Ronaldo, a diferencia del resto de inquilinos, le acompa?an dos guardaespaldas cuando pasea por el malec¨®n de Capbreton y se acerca a la creper¨ªa Maeva -que regenta David, un compatriota brasile?o- por la que han pasado todos y cada uno de los deportistas que se alojan en el CERS. Las fotografias lo atestiguan. El rugby predomina, no en vano Aquitania (regi¨®n a la que pertenece Capbreton, en las Landas) es la cuna de este deporte en Francia, elevado a la categor¨ªa de deporte rey. "Aqu¨ª viene Ronaldo a tomarse alg¨²n traguito, pero es uno m¨¢s. No se nota nada especial, salvo la presencia de los guardaespaldas. De todas formas, ahora en Capbreton puede vivir tranquilo. No hay mucha gente por aqu¨ª", se?ala sonriendo mientras por el malec¨®n apenas deambulan un par de matrimonios y algunos surfistas que se aprietan los trajes de neopreno antes de enfrentarse a las olas.
Ronaldo se aloja en una de las cinco suites que tiene el CERS. Se ha ampliado el n¨²mero por el crecimiento de deportistas famosos que van llegando (aqu¨ª estuvo, entre otros Guardiola, cuya foto ocupa un lugar preponderante en una sala de ilustr¨ªsimos). Pero la suite no conlleva el lujo que se asocia la palabra. Una habitaci¨®n de lujo en este Centro cuesta 500 francos (unas 12.000 pesetas), y la m¨¢s barata 200 francos (5.000 pesetas), todo ello muy distante de los hoteles de lujo que frecuentan las estrellas. Claro que la Seguridad Social corre con los gastos de los deportistas franceses. "La comida es buena, tenemos un gran cocinero", asegura Middleton "aunque hay que controlar la dieta de todos ellos, porque no se trata solamente de recuperarles de su lesi¨®n sino de trabajar tambi¨¦n muscularmente para que est¨¦n a disposici¨®n de volver a la actividad".
En Capbreton , el jueves sali¨® el sol y Ronaldo pudo ejercitarse en el exterior. A su lado corr¨ªa un mocet¨®n de rugby que empeque?ec¨ªa la enorme figura futbol¨ªstica de Ronaldo, enfundado en el chandal oficial del Inter, el unico vestigio de su equipo en toda la zona. Sobre una bicicleta est¨¢tica, en el interior, un futbolista realizaba su trabajo enfundado en una camiseta con el nombre de Ravanelli. En la creper¨ªa Maeva, escondida en un inmeso panel, se encuentra una fotograf¨ªa de Ronaldo, en el interior del centro, junto a un futbolista del Milan, Danielli Dayno que se march¨® el jueves pasado tras una estancia de cinco meses.
No hay vestigios del ronaldismo en el CERS, ni en los alrededores. Ronaldo s¨®lo ha puesto una condici¨®n: el silencio, aunque se observa con facilidad que en su rostro predomina la sonrisa, algo que Patrick Middleton no advirti¨® cuando regres¨® de Estados Unidos.
Con poco que hacer en los alrededores y escasamente dado a las alternativas l¨²dicas que ofrece el centro (juegos, karaoke, etc.) Ronaldo se refugia en si mismo. Los problemas son otros. "Tenemos un sistema de disciplina que consiste en mostrar tarjetas. Dos amarillas, una roja, como en el f¨²tbol, que conlleva la expulsi¨®n", afirma Alexandra Sarran, relaciones p¨²blicas del centro. Los m¨¢s habituales en el tabl¨®n de sanciones son los futbolistas de rugby, a los que ya les han requisado alguna que otra bebida alcoh¨®lica y alg¨²n que otro paquete de tabaco (la cerveza es lo ¨²nico permitido). Pero el asunto nunca ha llegado a mayores. "Somos conscientes de que trabajamos con un centenar de deportistas, con un promedio de edad de 25 a?os y con un ratio de tres hombres por cada mujer. Comprender¨¢n, que no es facil", afirma Middleton. Ronaldo, ajeno a todo, es uno m¨¢s en el trabajo, y uno menos en la vida social.
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