La desigualdad da?a la salud de los espa?oles
Es frecuente referirse al sistema de salud espa?ol con satisfacci¨®n, optimismo o incluso euforia. Un informe de la OMS, por ejemplo, lo ha calificado recientemente como uno de los mejores del mundo. Sin querer discutir las claras insuficiencias de dicha estimaci¨®n, no cabe duda de que en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas la red de atenci¨®n sanitaria espa?ola ha realizado importantes progresos ayudando a la reducci¨®n de las hist¨®ricas diferencias en el uso de los servicios sanitarios entre las clases sociales. Sin embargo, la ampliaci¨®n y mejora de la atenci¨®n sanitaria no garantiza que todos los ciudadanos tengan igual accesibilidad y calidad en los servicios sanitarios, ni mucho menos que la salud y calidad de vida de los espa?oles sea equitativa. Por un lado, porque acceder a un nivel b¨¢sico de servicios no significa que exista un nivel homog¨¦neo en cuanto a sus prestaciones y calidad; y por otro, porque el nivel de salud del que disfrutan los ciudadanos no depende en gran parte de los servicios sanitarios disponibles.Aunque esta ¨²ltima afirmaci¨®n pueda resultar parad¨®jica, recordemos que con frecuencia la realidad no es como la vemos a primera vista. Cualquier estudiante de salud p¨²blica sabe que el impacto del sistema sanitario de un pa¨ªs sobre la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, aun siendo muy relevante, es relativamente menor en comparaci¨®n con el conjunto de factores sociales de tipo econ¨®mico, laboral, ambiental y cultural que afectan a una determinada poblaci¨®n.
El informe SESPAS 2000, publicado hace unos d¨ªas por la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria, ha a?adido luz a la afirmaci¨®n anterior echando un jarro de agua fr¨ªa sobre la complacencia con la que se suele hablar de la sanidad y la salud de los espa?oles. Como se ver¨¢ a continuaci¨®n, las conclusiones del estudio no invitan precisamente a la satisfacci¨®n. Espa?a posee una de las incidencias de sida y tuberculosis m¨¢s altas de la Uni¨®n Europea. La elevada prevalencia en el h¨¢bito de fumar y especialmente el alarmante aumento del consumo entre las mujeres se refleja en un aumento de car¨¢cter epid¨¦mico del c¨¢ncer de pulm¨®n. El ¨ªndice de accidentes de tr¨¢fico y accidentes laborales de Espa?a se encuentra entre los m¨¢s altos de Europa. Deficiencias de las viviendas como las goteras afectan a uno de cada diez hogares, siendo cuatro veces m¨¢s frecuentes en los de clases bajas. Otros datos, como el elevado porcentaje de trabajadores precarios, la contaminaci¨®n del medio ambiente, la violencia dom¨¦stica o la falta de recursos para la salud mental tampoco invitan al optimismo.
No obstante, uno de los aspectos m¨¢s preocupantes puesto de relieve por el informe tiene que ver con el examen de las desigualdades sociales en salud. A pesar del crecimiento econ¨®mico de las ¨²ltimas d¨¦cadas, Espa?a no es en comparaci¨®n con la Uni¨®n Europea un pa¨ªs rico ni un pa¨ªs desarrollado socialmente. Nuestro nivel de renta no llega al 80% del promedio europeo, el nivel de protecci¨®n social apenas si sobrepasa el 60%, las desigualdades de la renta se hallan entre las m¨¢s elevadas de Europa, y en Espa?a viven m¨¢s de siete millones de pobres, un 20% de los cuales son pobres de solemnidad. Esos promedios esconden, adem¨¢s, desigualdades geogr¨¢ficas de enorme magnitud.
Pues bien, al analizar d¨®nde se refleja esa desigualdad social en la salud, el informe SESPAS 2000 indica lo siguiente: si la mortalidad de las zonas m¨¢s pobres fuera la misma que la de las zonas m¨¢s ricas, en Espa?a podr¨ªa evitarse la muerte de m¨¢s de 35.000 personas cada a?o. En otras palabras, cada hora mueren como promedio cuatro personas debido a la desigualdad social. El mayor n¨²mero de zonas de alto riesgo se concentra al sur del paralelo 40, o si afinamos m¨¢s, al sur de una l¨ªnea diagonal que cruza desde Lugo hasta Alicante. Por dar otro dato, Andaluc¨ªa y Extremadura, con s¨®lo una quinta parte de la poblaci¨®n espa?ola, suman una tercera parte de esas muertes evitables.
El informe, adem¨¢s, tambi¨¦n indica en qui¨¦n se produce la desigualdad, se?alando que son las clases sociales m¨¢s desfavorecidas, y muy en especial las mujeres, quienes mueren antes, enferman m¨¢s, y tienen con mayor frecuencia h¨¢bitos perjudiciales para la salud y peor calidad de vida. Las mujeres de clase social m¨¢s pobre tienen m¨¢s del doble de riesgo de sufrir diabetes en comparaci¨®n con las de clase social m¨¢s rica. El tiempo de espera para ingresar en los hospitales es cuatro veces mayor entre las personas sin formaci¨®n en comparaci¨®n con quienes tienen el mayor nivel educativo. A¨²n m¨¢s preocupante que esos datos provenientes de las investigaciones cient¨ªficas recopiladas en el informe son dos de las caracter¨ªsticas de esas desigualdades. En primer lugar, que las mismas no se concentran en los grupos sociales extremos sino que existen en forma de gradiente, de modo que los problemas de salud aumentan conforme bajamos en la escala social; y segundo, que las desigualdades tienden a aumentar.
Las desigualdades en salud son uno de los mejores indicadores que tenemos para valorar los logros sociales de un pa¨ªs. Desigualdades como las se?aladas no llaman precisamente a la euforia. Sin embargo, esos resultados negativos, muchos de los cuales son ya conocidos, no han producido hasta el momento ninguna reacci¨®n por parte de las administraciones p¨²blicas, ni han abierto un debate social y pol¨ªtico que es urgente y necesario.
Dada la consistencia del conocimiento cient¨ªfico, que muestra que las desigualdades sociales da?an nuestra salud, y sabiendo que esos factores sociales son modificables, habremos de convenir que las desigualdades en salud pueden reducirse. Hacen falta recursos pero, sobre todo, una acci¨®n pol¨ªtica decidida y clara que pueda evaluarse p¨²blicamente. El retraso en abrir ese debate y en la aplicaci¨®n de esas pol¨ªticas implicar¨¢ contribuir a que en Espa?a los m¨¢s desfavorecidos sigan pagando con su salud el precio de la desigualdad social.
Joan Benach es profesor de Salud P¨²blica en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y uno de los m¨¢s de 50 coautores del informe SESPAS 2000.
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