La cortes¨ªa del fil¨®sofo
Para Ortega, "la claridad es la cortes¨ªa del fil¨®sofo", es decir, eso que ha se?alado con acierto Mermall: "Ortega es capaz de plantear al lector culto importantes problemas filos¨®ficos sin recurrir a un lenguaje especializado". Lo cierto es que el lector siempre est¨¢ presente en la obra de Ortega. Es el lector quien subraya y finaliza, da sentido a cada escrito. Ortega "dialoga" con el lector, lo apremia, le advierte, en fin, lo seduce. Esta "condici¨®n dial¨®gica", como se ha mencionado en diversos trabajos, constituye un rasgo radical y habitual en la expresi¨®n, en el continente y en el contenido de sus escritos, en sus numerosas intervenciones p¨²blicas. La de Ortega es pura obra abierta, porque el modelo de reflexi¨®n permite entrar -dicho sea en ese lenguaje arcano y castizo que es el taurino- en corto y por derecho a cada uno de sus ensayos. He ah¨ª la rotunda identidad contempor¨¢nea de su obra; he ah¨ª, claro, la rotunda actualidad y la sugerente oportunidad de este congreso que comienza hoy en Madrid. Porque es ahora cuando la vasta empresa cultural y pol¨ªtica, universitaria y est¨¦tica -es decir, ¨¦tica-, emprendida por Ortega en las primeras d¨¦cadas de este desasosegador siglo, comienza a adquirir los perfiles, en relieve, de toda su misi¨®n pedag¨®gica; es ahora, estos d¨ªas, este congreso cuando se muestra, sin las vanas cortapisas de lo inmediato, los diversos matices de una obra filos¨®fica que atiende "lupa en mano" a "lo microsc¨®pico de la vida", tal vez, como nadie hasta entonces hab¨ªa recorrido, y da respuesta y sirve de gu¨ªa en el tormentoso mar de la existencia contempor¨¢nea. Ocurre, tambi¨¦n, que los azarosos y caprichosos vaivenes del siglo han devenido, y era de esperar, en otorgar a dicha obra toda la vastedad intelectual que su autor pretendi¨®, siempre prendida de la realidad, de la vida, de la calle: "Nuestras palabras son en rigor inseparables de la situaci¨®n vital en que surgen" (Ortega). S¨ª, pero se multiplican en el tiempo, se ampl¨ªan en el espacio. Ortega crea una tradici¨®n; es una voz fundacional del pensamiento en espa?ol (el ¨¦nfasis en la preposici¨®n no es inocente); modela una manera de abordar la realidad que, transcurridos los a?os, supera la contingencia y si, tal vez, buena parte de sus met¨¢foras se quedan a merced del arbitrario tiempo, asciende, en paralelo, un sistema de pensamiento constitutivo que permite dar cumplida cuenta de la vida contempor¨¢nea sin menoscabo de su trascendencia filos¨®fica. Crea el lenguaje que necesita la filosof¨ªa moderna para expresarse en espa?ol. Su proyecci¨®n iberoamericana -alguna vez el enorme escritor mexicano que fue, es y ser¨¢ Alfonso Reyes cont¨® c¨®mo Ortega le hab¨ªa confesado que querr¨ªa ser recordado como "Ortega, el americano"- confirma ese car¨¢cter fundacional de un modelo de expresi¨®n filos¨®fica y ensay¨ªstica ajeno hasta entonces en la lengua espa?ola. Arte, Educaci¨®n, Est¨¦tica son los ejes que vertebran esta conmemoraci¨®n, tres de los iconos sobre los que se asienta y proyecta la imponente arquitectura ensay¨ªstica y filos¨®fica de Ortega. Pero la dimensi¨®n orteguiana se ampl¨ªa, "cada individuo es un punto de vista esencial" (Ortega), hasta romper el aparente car¨¢cter neutral de la realidad. Ortega habla de "las cosas de la vida" tal y como la vida misma se pone al paso del fil¨®sofo. Habla, con claridad, de todo lo que se encuentra en ese espejo a lo largo del camino que es la vida, en ese jard¨ªn de infinitos senderos que se bifurcan que es la percepci¨®n -perspectiva y circunstancia- de la realidad. Con Ortega ya no hay asuntos filos¨®ficos, hay asuntos de la vida. Los mismos que se cruzan, como personajes de una novela, en la vida del escritor. No hay nada en su obra que no pertenezca al mundo que se mueve alrededor. El logos de la vida: "Yo -confesar¨¢ con enorme y serio humor, es decir, con melancol¨ªa y cervantina iron¨ªa- tengo que ser a la vez profesor de universidad, periodista, literato, pol¨ªtico, contertulio de caf¨¦, torero, hombre de mundo, algo as¨ª como p¨¢rroco y no s¨¦ cu¨¢ntas cosas m¨¢s". El peri¨®dico se ha convertido en un ¨¢gora moderno, el espacio virtual, primero y perentorio "en que se contrasta cada d¨ªa la opini¨®n p¨²blica". Algunos no se lo perdonar¨ªan. Pero s¨®lo algunos, porque el tiempo ha jugado, de manera irremisible, a su favor. La obra de Ortega tiene un mill¨®n de ventanas y cada una es un ¨¢mbito preciso de la vida. Y ah¨ª sigue, cada d¨ªa escribiendo mejor y con m¨¢s rotunda actualidad.
Fernando R. Lafuente es director del Instituto Cervantes y acaba de preparar una edici¨®n de las obras de Ortega para la editorial Espasa.
Babelia
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