Un concierto diferente del d¨²o Zacharias-Hinrichs
Belleza sonora
Ciclo de Grandes Int¨¦rpretes ('Scherzo'-Canal +)
C. Zacharias y M. L. Hinrichs, pianistas. Obras de Scarlatti, Soler y Ravel. Auditorio Nacional. Madrid, 14 de noviembre.
Bajo el t¨ªtulo, entre comercial y literario, de Noches espa?olas, el ciclo de solistas que organiza Scherzo y patrocina Canal+ present¨® al d¨²o pian¨ªstico Christian Zachar¨ªas-Marie Luise Hinrichs en un programa que, cuando menos, ten¨ªa el atractivo de lo inhabitual. Lo llenaban pentagramas de Domenico Scarlatti -que en Madrid se firmaba algunas veces Domingo-, su seguidor, m¨¢s que disc¨ªpulo, Antonio Soler y Maurice Ravel, vasco franc¨¦s espa?olista de ra¨ªz como se ve en parte de sus obras y reconocieron Manuel de Falla o Ricardo Vi?es.Entre su cuantiosa serie de Sonatas y Ejercicios, el monje jer¨®nimo leg¨® Seis conciertos para dos instrumentos de tecla y otros tantos Quintetos con ¨®rgano o clave obligado que ampl¨ªan la visi¨®n del m¨²sico de Olot, montserratino y escurialense, aunque no siempre superen sus m¨¢s l¨²cidas Sonatas. Tres conciertos sonaron ahora en las versiones de Zachar¨ªas-Hinrichs, y la pianista abord¨®, a solo, tres sonatas, mientras que su colaborador, el magistral Zacharias, nos record¨®, en tres sonatas de Scarlatti, los prodigios de que es capaz como transmisor del italiano espa?olizado incluso en mayor medida que el hispano de natura Antonio Soler.
Enaltecer la claridad de juego, la justeza expresiva -esa melancol¨ªa que ti?e la m¨²sica de ambos clavecinistas-, la belleza sonora que hace del piano algo as¨ª como un clave misterioso, fantasmag¨®rico e idelizado, ser¨ªa empe?o vano. Son cosas bien sabidas y orientaciones que comparten ambos int¨¦rpretes creativos y aplauden los p¨²blicos de cualquier rinc¨®n del mundo.Mauricio Ravel, su m¨¢gica y su sortilegio, sus evocaciones interiorizadas de lo espa?ol, sonaron en Rapsodia espa?ola y en el Bolero en transcripciones del propio Ravel de significaci¨®n bien diversa. En tanto la Rapsodia nace, con la Habanera de 1895, en una concepci¨®n pian¨ªstica, el Bolero, verdadera eclosi¨®n orquestal basada en un desarrollo t¨ªmbrico, llega a la reducci¨®n para pianos a cuatro manos, como mera utilidad.
Que las versiones de Zacharias-Hinrichs fueran capaces de hacernos so?ar con el proceso instrumental del Bolero nada dice sobre la idoneidad de la traslaci¨®n, en tanto la Rapsodia, sustancialmente espa?ola, ver¨ªdica y aut¨¦ntica, se nos presenta como dos obras distintas -la pian¨ªstica y la sinf¨®nica- valederas ambas en su belleza sugerente.
En suma, una tarde diferente de alta m¨²sica, de poes¨ªa sonora rimada, fraseada y desentra?ada con minucias de orfebre por los int¨¦rpretes en servicio fidel¨ªsimo al genio que la imagin¨®. ?xito total.
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