Algunas reflexiones sobre el 'Tireless'
La autora considera inaceptables las explicaciones dadas por los distintos ministros, y sobre todo estima inadmisibles las 'bromas' hechas por el presidente Aznar.
Cada d¨ªa resulta m¨¢s preocupante la actitud que ha mantenido -y mantiene- el Gobierno sobre el submarino nuclear brit¨¢nico anclado en el puerto de Gibraltar. Han pasado m¨¢s de seis meses desde la llegada del Tireless y la situaci¨®n se agrava por momentos, no s¨®lo por la confusi¨®n creada ante la ausencia de informaci¨®n sobre la verdadera dimensi¨®n de la aver¨ªa, sino por las constantes contradicciones en que ha incurrido el Ejecutivo durante la gesti¨®n de este delicado asunto. Realmente resultan inaceptables, por imprecisas y carentes de rigor, las explicaciones que hemos recibido por parte de los distintos ministros que se han ocupado del submarino brit¨¢nico, pero lo que supone una ausencia total de sentido pol¨ªtico y sensibilidad social son las bromas hechas por el presidente del Gobierno ante preguntas que se hac¨ªan eco de lo que ya es una profunda preocupaci¨®n ciudadana. No me gustan las bromas cuando se est¨¢ hablando de los problemas de la gente, ni me gusta que se despache con frivolidad un asunto que inquieta a miles de personas. Cuando se es responsable pol¨ªtico no se puede jugar con los sentimientos y temores de la poblaci¨®n, y eso es lo que la gente del Campo de Gibraltar siente: que se les ha ignorado, que se les ha ocultado informaci¨®n y que nadie se ha preocupado por tranquilizarlos con un m¨ªnimo de coherencia.Es posible -la verdad es que hoy nadie est¨¢ en condiciones de afirmarlo- que el riesgo sea s¨®lo m¨ªnimo, pero lo que debemos tener en cuenta, hacer una m¨ªnima previsi¨®n, es que si ese riesgo se convierte en siniestro las consecuencias para la zona ser¨ªan absolutamente catastr¨®ficas. No quiero ser alarmista, s¨®lo deseo que la posible reparaci¨®n de un submarino nuclear en el puerto de Gibraltar sea analizada con responsabilidad, que se barajen todas las posibles soluciones y que, al final, prevalezca aquella que sea mejor para los afectados por el problema.
Si el Tireless ha llegado remolcado desde Malta, ?no podr¨ªa ser conducido de la misma forma a otro puerto, por ejemplo, el de Escocia? El Tireless ha recorrido muchas millas del Mediterr¨¢neo y, curiosamente, ha sido rechazado por varios pa¨ªses amigos que, probablemente, re¨²nen mejores condiciones para su reparaci¨®n; ?por qu¨¦ Espa?a acepta lo que para otros es inaceptable? ?Puede alguien asegurar que el traslado del submarino es imposible? Lo cierto es que los pocos estudios fiables que se han realizado sobre el particular indican que ¨¦ste puede tener lugar, ?se ha molestado el Gobierno en indagar sobre esta salida o ha aceptado, sin m¨¢s, la decisi¨®n del Ejecutivo brit¨¢nico? ?D¨®nde est¨¢n los informes de los expertos? ?D¨®nde est¨¢ la evaluaci¨®n del riesgo? ?D¨®nde est¨¢ el plan de emergencia preceptivo para este tipo de situaciones? ?Alguien recuerda que Espa?a decidi¨®, mediante refer¨¦ndum, que nuestro territorio est¨¢ exento del traslado de armas nucleares? Lo ¨²nico cierto es que no sabemos si el submarino contiene este tipo de material, pues, como dijo el ministro Trillo, no es posible saber lo que sucede en la base naval de Gibraltar, al no ser una base de la OTAN. Demasiadas preguntas sin respuesta.
No es un tema menor el que nos ocupa, ni forma parte de la coyuntura pol¨ªtica; lo que el asunto Tireless ha puesto de manifiesto es la total incompetencia del Gobierno a la hora de abordar asuntos tan sensibles como son la seguridad de la poblaci¨®n y la defensa de nuestros intereses como pa¨ªs. En primer lugar, habr¨ªa que haber hecho un esfuerzo de informaci¨®n permanente y exhaustiva tanto a los habitantes de la zona afectada como a las autoridades locales y regionales. La informaci¨®n, aunque sea preocupante, garantiza la tranquilidad de la gente y -lo que es m¨¢s importante- genera confianza en quien la transmite. La opacidad, cuando afecta a la salud p¨²blica, s¨®lo conduce a la incertidumbre y al miedo. En segundo lugar, y una vez que se hab¨ªa aceptado la permanencia del submarino, era indispensable exigir al Gobierno brit¨¢nico una detallada y puesta al d¨ªa del estado de la aver¨ªa para que, de esta forma, nuestro pa¨ªs se hubiera reservado el derecho a negarse a la reparaci¨®n si no se cumpl¨ªan las condiciones de seguridad requeridas. Por ¨²ltimo, el Gobierno ha dejado pasar la ocasi¨®n de plantear al Reino Unido el anacronismo que supone la colonia brit¨¢nica de Gibraltar, asunto que no es balad¨ª si recordamos al ministro Caruana oponi¨¦ndose airado, hace apenas unos d¨ªas, a la entrada de expertos espa?oles en el submarino.
Es probable que el Gobierno pensara que, permitiendo la reparaci¨®n de la aver¨ªa, potenciar¨ªa las relaciones hispano-brit¨¢nicas; grave error. Las relaciones bilaterales entre pa¨ªses se construyen sobre la confianza, la transparencia y la preservaci¨®n del mutuo inter¨¦s. La pol¨ªtica internacional no puede ser algo ajeno a la pol¨ªtica interna, no puede estar desligada de nuestro proyecto pol¨ªtico, no puede responder a criterios diferentes de los fijados para la adopci¨®n de decisiones dom¨¦sticas. Hacer pol¨ªtica internacional no es hacer relaciones p¨²blicas, no es tratar de resultar simp¨¢ticos a los pa¨ªses m¨¢s poderosos, sino intentar que nuestro pa¨ªs tenga voz propia, presencia e influencia en la agenda internacional y, como consecuencia, reconocimiento y prestigio en este escenario. Las relaciones bilaterales, aun partiendo de posiciones diferentes, han de estar basadas en la simetr¨ªa, en la defensa del inter¨¦s particular, en la b¨²squeda de un equilibrio permanente entre lo que nos une y lo que nos distancia. Ganarse el respeto como pa¨ªs no significa ceder de forma indiscriminada ante las sugerencias hechas desde el exterior, sino -aunque resulta parad¨®jico- defender nuestras posiciones con argumentos irrefutables. Preservar la salud p¨²blica de la poblaci¨®n es un argumento que todo hombre de Estado sabr¨¢ comprender.
Las buenas relaciones entre Espa?a y el Reino Unido nos obligan a hablar del submarino de manera franca y abierta, nos permite plantear el asunto en el marco de la Uni¨®n Europea (recordemos que la Comisi¨®n reclam¨® al Reino Unido informaci¨®n al respecto) e, incluso, ante la OTAN. Somos pa¨ªses amigos, aliados, donde no cabe ni el recelo ni la desconfianza, s¨®lo el respeto al inter¨¦s de cada pa¨ªs. En un mundo crecientemente globalizado, la tendencia natural de las relaciones entre Estados ser¨¢ la colaboraci¨®n y cooperaci¨®n cada vez m¨¢s estrecha, la creaci¨®n de espacios de convergencia que nos permitan actuar con eficacia ante los nuevos desaf¨ªos, el fortalecimiento de alianzas regionales como nuevos actores para el cambio. En la era de la globalizaci¨®n, o somos capaces de percibir una nueva realidad internacional o no encontraremos nuestro lugar en el mundo. O somos capaces de comprender que la pol¨ªtica internacional no se improvisa en una rueda de prensa, o dif¨ªcilmente podremos llegar a participar -en un plano de igualdad- en este nuevo marco de relaciones pol¨ªticas.
Con independencia de las consideraciones y m¨²ltiples implicaciones que tiene el asunto del Tireless, lo ¨²nico relevante para nuestros gobernantes deber¨ªa ser la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, condiciones que el Gobierno ha relegado al ¨²ltimo plano. Pero estamos a tiempo de exigir que el Ejecutivo act¨²e, que gobierne, que tome decisiones. ?Por qu¨¦ permitir que vivamos una situaci¨®n de riesgo, si ello es evitable? Estamos a tiempo de exigir que el Ejecutivo cumpla con su responsabilidad, aquella que define el buen gobierno: que defienda el inter¨¦s general. Que pida al Gobierno brit¨¢nico que se lleve al Tireless fuera de nuestras costas.
Trinidad Jim¨¦nez es secretaria de Pol¨ªtica Internacional del PSOE.
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