Barakaldo, una herida cicatrizada

La imagen de la polic¨ªa ayudando a entrar en las aulas a los adolescentes magreb¨ªes trae recuerdos no lejanos. El 10 de mayo pasado, tres hermanos de 3, 7 y 8 a?os, de etnia gitana, entraron en el colegio religioso San Juan Bosco de Barakaldo escoltados por la Ertzaintza. Durante tres d¨ªas, fueron los ¨²nicos alumnos de un total de 633. ?El motivo? La comunidad de padres llevaba 40 d¨ªas en pie de guerra y sin clase para rechazar su presencia. La soledad en las aulas fue breve porque una orden de la fiscal¨ªa oblig¨® a los ni?os a regresar a clase y el 14 de mayo todos los estudiantes volvieron, eso s¨ª, en un clima de tensi¨®n. Fue la primera batalla ganada.

El 2 de junio, los padres payos se comprometieron a aceptar a los gitanos. No fue f¨¢cil. Entre un punto y otro, decenas de conversaciones entre representantes del centro concertado, el Departamento de Educaci¨®n del Gobierno vasco y la asociaci¨®n Iniciativa Gitana, con Jes¨²s Jim¨¦nez como mediador. "Todo se puede arreglar con buena voluntad y con di¨¢logo y eso es lo que hicimos. Se hizo un gran esfuerzo por parte de todos", recuerda. Dice que actualmente "todo est¨¢ muy bien", y que los ni?os est¨¢n integrados, en clase y en el juego. Jim¨¦nez insiste en lo que tanto repiti¨® durante el conflicto: "Todos los ni?os tienen derecho a la educaci¨®n". Mikel Uriarte, el director del San Juan Bosco, tambi¨¦n est¨¢ satisfecho con lo conseguido. "Los ni?os est¨¢n en 2? de infantil, y 3? y 4? de primaria, respectivamente y no hay problemas especiales", se?al¨® ayer. El viceconsejero de Educaci¨®n, Alfonso Unceta, prefiri¨® calificar de "razonablemente buena" la situaci¨®n. S¨®lo queda un detalle sin resolver: los padres de los ni?os gitanos siguen sin acudir al colegio. "Es un fleco que queda", reconoce Uriarte.