Barcelona, pendiente de las infraestructuras

Barcelona (y su regi¨®n metropolitana, con la que forma un todo) han dibujado su futuro, saben lo que quieren y c¨®mo se va hacia ah¨ª. Saben incluso cu¨¢nto cuesta. Y ¨¦se es su tal¨®n de Aquiles: la mayor¨ªa de las inversiones dependen de otros poderes (los gobiernos central y aut¨®nomo), que no parecen totalmente dispuestos a dar prioridad a los proyectos que reclama la ciudad para s¨ª y para el conjunto de la regi¨®n que la envuelve.Barcelona quiere tener un aeropuerto gestionado desde Catalu?a y de car¨¢cter intercontinental. Para ello necesita aumentar hasta un m¨ªnimo de 100 vuelos por hora la capacidad de movimientos a¨¦reos. Quiere que haya vuelos europeos y vuelos intercontinentales, que se nutrir¨ªan de viajeros procedentes del resto de Espa?a y Europa que llegar¨ªan por avi¨®n y con el tren de alta velocidad. Hoy por hoy, nada de eso est¨¢ garantizado. AENA (Aeropuertos Espa?oles y Navegaci¨®n A¨¦rea) trabaja en el plan director del aeropuerto sin apenas di¨¢logo con las instituciones locales. El anterior ministro, Rafael Arias, hab¨ªa anunciado la privatizaci¨®n de AENA. El actual, Francisco ?lvarez-Cascos, ha retirado el proyecto, pero eso no supone que est¨¦ m¨¢s dispuesto a traspasarlo a las autoridades locales y auton¨®micas. Y el AVE se halla en el alero. El trazado que Fomento ha sacado a informaci¨®n p¨²blica arroja dudas sobre la voluntad del ministerio de llevar la alta velocidad al aeropuerto.

Las instalaciones aeroportuarias no son, con todo, una pieza aislada en el sistema de transportes de Catalu?a. El aeropuerto se halla junto al puerto y a varios pol¨ªgonos industriales, y se pretende que disponga de un centro de ense?anzas aeron¨¢uticas. Tambi¨¦n aqu¨ª las decisiones parecen congeladas. La ampliaci¨®n del puerto depende del desarrollo del Plan del Delta del Llobregat, semiparalizado, y las noticias sobre los futuros centros de ense?anza son cualquier cosa menos claras.

Un aeropuerto para 40 millones de viajeros multiplicar¨ªa por 10 el n¨²mero de empleados. Y ¨¦stos deber¨ªan desplazarse de alg¨²n modo. Imposible que lo hagan en coche. Las autoridades tienen prevista y dibujada una l¨ªnea de metro que una El Prat con la capital. Las autoridades catalanas confiaban en financiar parte de esta l¨ªnea con fondos europeos, como ha ocurrido con la que une Barajas con el centro de Madrid. La respuesta del Gobierno central ha sido negativa: no se tramitar¨¢ la petici¨®n correspondiente. El Gobierno catal¨¢n dice que no puede asumir el coste total de la obra. Es decir, no se sabe si se va a ampliar el aeropuerto, y si se ampl¨ªa, carecer¨¢ de metro para viajeros y empleados. Pueden coger el AVE y viajar hasta Sants, si el tren llega al aeropuerto, lo que no est¨¢ claro.

Esta retah¨ªla de obst¨¢culos a los proyectos se ha manifestado tras la negativa de Fomento a incorporar totalmente la red de Cercan¨ªas al sistema de tarifas integradas decidido esta semana por la Autoridad del Transporte, a la que Renfe no pertenece m¨¢s que como observador. La compa?¨ªa insiste en que integrar¨¢ las 88 estaciones que han quedado fuera. Pero necesita tiempo.

El panorama hace que ayuntamientos y Gobierno aut¨®nomo sumen las reticencias, los aplazamientos y los desencuentros. El gobierno de Barcelona plante¨® hace unos meses que se le permitiera acudir a los mercados de deuda y no depender exclusivamente de la voluntad de otras administraciones. No puede. Y entiende que lo que de verdad se est¨¢ hipotecando es el futuro de la ciudad, de la regi¨®n, de Catalu?a.