El jeque africano

Llama la atenci¨®n su aspecto: una largas trenzas al estilo rasta jamaicano y ese medall¨®n colgando del cuello con un viejo retrato plastificado del profeta de los baye fall. Pronto la m¨²sica se convierte en el ¨²nico foco de atenci¨®n: Cheikh L? es africano, pero sobre todo original y brillante.No es una m¨²sica complaciente la que hace este hombre nacido en "la tierra de los hombre ¨ªntegros". M¨¢s bien sinuosa y ondulante, de requiebros inesperados. Con una fuerte propensi¨®n mel¨®dica y una pulsi¨®n r¨ªtmica estimulante. Hay rastros de soul, rhythm and blues, mbalax, reggae, son y hasta un suspiro de flamenco.

En cada una de las canciones, Cheikh L? altera las proporciones de los ingredientes y a?ade su impronta. Adem¨¢s, su voz no se parece a la de ninguno de los grandes cantantes de Senegal.

Un concierto que fue creciendo en intensidad a partir de una eficaz secuencia de canciones. Entre otras las que dan t¨ªtulo a sus dos discos -producidos ambos por Youssou N'Dour-, N¨¦ la thiass, escrita en Par¨ªs cuando era un emigrante ilegal, y Bambay gueej, dedicada a su profeta. Con una banda cada vez m¨¢s sincronizada con el jeque y esos espeluznantes ritmos partidos que insin¨²an los tambores tama y sabar.

En directo el resultado es a¨²n mejor que en las grabaciones. Tocaron un monumental Bambay gueej, por el que planeaba el esp¨ªritu de James Brown, con un saxo fraseando a lo Pee Wee Ellis -su antiguo saxofonista y arreglista-, antes de adentrarse en una poderosa adaptaci¨®n de la popular guajira del cubano Portabales, El carretero, con una letra en wolof que habla de los que duermen en las calles.

El senegal¨¦s ejerci¨® un rato de improvisado timbalero y al final se sent¨® ante la bater¨ªa recordando viejos tiempos. Antes hab¨ªa cantado Guiss guiss, un agradecimiento a su gu¨ªa espiritual sobre una base de lo m¨¢s terrenal, y un reggae a lo Marley y los Wailers. Un m¨²sico tremendo este L? (Cheikh).