Merce Cunningham desvela los secretos est¨¦ticos de su creaci¨®n coreogr¨¢fica
El Festival de Oto?o presenta en Madrid cuatro programas diferentes con sus obras
El core¨®grafo norteamericano Merce Cunningham (Centralia, Washington, 1919) ha vuelto a Madrid despu¨¦s de muchos a?os con cuatro programas diferentes, incluidos dentro del Festival de Oto?o, que permitir¨¢n acercar al espectador la est¨¦tica m¨¢s compleja y transparente del arte contempor¨¢neo en la danza. El core¨®grafo, andando con dificultad y con la mente chispeante de humor y claridad, expuso ayer en pocas palabras los ejes de su est¨¦tica rememorando sus colaboraciones con m¨²sicos como John Cage y con pintores como Jasper Johns y Andy Warhol.
Uni¨®n final
Ahora, Merce Cunningham anda con mucha dificultad y lleva un bast¨®n, tiene enormes ojeras y sus cabellos plateados recuerdan los de un Pr¨®spero iluminado; su mirada, sin embargo, est¨¢ atenta al espacio que le rodea y su media sonrisa de chico travieso evoca al hombre inquieto y provocador que habita en su vieja y oxidada armadura. Merce es un poco Quijote. Es un so?ador y un adelantado, en su terreno, y fue un visionario en el uso de las tecnolog¨ªas aplicadas a la creaci¨®n de danza. Su ejemplo es el del tit¨¢n: bail¨® mientras se lo permiti¨® esa cruel artritis que ataca a los bailarines en reposo, y ah¨ª sigue.Mientras sus conferencias de prensa en ciudades como Par¨ªs o Nueva York se vuelven concentraciones multitudinarias, ayer apenas una decena de informadores acudieron a o¨ªrle en el vest¨ªbulo del Teatro de La Zarzuela, en donde se representar¨¢n los cuatro programas del core¨®grafo, desde ma?ana y hasta el pr¨®ximo domingo. Merce miraba extra?ado c¨®mo la mesa del orador estaba colocada frente a la taquilla del vestuario y junto a una escalera.
'Biped'
Pero enseguida se anim¨® a hablar de su trayectoria, de sus descubrimientos y de sus proyectos. Primero da una larga y enjundiosa lecci¨®n acad¨¦mica el archivista de la compa?¨ªa, David Vaughan, que, sin respirar, desgrana una biograf¨ªa del core¨®grafo y aclara datos hist¨®ricos m¨¢s que conocidos, como que la compa?¨ªa se fund¨® en el a?o 1953 e hizo su primera gira internacional un a?o despu¨¦s. Luego explica, en un lenguaje bastante elemental, al ser reducido por una traducci¨®n poco afortunada, que Merce Cunningham persigue la abstracci¨®n, relata los casi cincuenta a?os de colaboraci¨®n continuada con el compositor John Cage y c¨®mo el aparato est¨¦tico de M. C. se basa en dejar carta blanca a sus colaboradores, especialmente a los m¨²sicos.
?sta es la base de su trabajo y quiz¨¢ su gran hallazgo, y a ello volvi¨® a referirse ayer. La uni¨®n final de la obra puede suceder solamente incluso el d¨ªa del estreno: el m¨²sico trabaja por su cuenta con una pauta del tiempo de duraci¨®n de la pieza, y el core¨®grafo crea las secuencias aparte, en otro sal¨®n, otro pa¨ªs u otro continente. El secreto Cunningham es que esto funciona.Merce comenz¨® a hablar al son de dos tel¨¦fonos m¨®viles que empezaron a sonar al tiempo que abr¨ªa la boca, lo que quiz¨¢ no le disguste del todo, tan amigo como es de las asociaciones libres, del azar provocado y de las concurrencias virtuales. "Estoy muy contento de haber recuperado Rain forest, dijo con una sonrisa. Y es que esta pieza es muy importante en la historia del baile moderno universal. Por una parte, signific¨® la colaboraci¨®n con otros grandes artistas, como Andy Warhol, y, por otro, abr¨ªa la coreograf¨ªa hacia la experimentaci¨®n plena, hacia las tripas del proceso creativo.
Despu¨¦s, Cunningham explic¨® c¨®mo ha sido su desarrollo con el ordenador: "Los experimentos han progresado en diversos sentidos", se?al¨®. "Uno de ellos se hizo vistiendo a los bailarines de negro o colocando pelotas de pimp¨®n blancas en las principales articulaciones del cuerpo. Luego, los movimientos eran registrados por varias c¨¢maras dispuestas en diversos ¨¢ngulos". La complejidad y modernidad de esta propuesta saltan a la vista y demuestran c¨®mo el talento de este anciano sigue intacto y lozano en su esencia.
Merce Cunningham hab¨ªa visitado Madrid por primera vez a mediados de los a?os ochenta (entonces sus programas se representaron en el Teatro Espa?ol) dentro tambi¨¦n del Festival de Oto?o, y una vez m¨¢s hace apenas un lustro. Recientemente, sus ¨²ltimas actuaciones en Espa?a fueron en este verano en el Festival Grec de Barcelona.Los cuatro programas que se podr¨¢n ver en el Teatro de la Zarzuela de Madrid tienen la caracter¨ªstica de estar conectados por una obra, que se repite las cuatro noches: Biped (1999), sobre una m¨²sica hom¨®nima encargada a Gavin Bryars, con trajes de Suzanne Gallo y decorados de Shelley Eshkar y Paul Kaiser.
El primer programa (ma?ana) se completa con Ground level overlay (1995), sobre la pieza musical Underground overlays, de Stuart Dempster, y vestuarios otra vez de Gallo; la segunda velada (el pr¨®ximo viernes 24) se completa con Rain forest (1968), con m¨²sica de David Tudor y decorados de Andy Warhol; en la tercera noche (el s¨¢bado 25) se ver¨¢ Windows (1995), con un decorado que evoca una obra de Cage de 1989, y, finalmente, el cuarto programa, del domingo 26, se completa con Pond way (1998), usando una creaci¨®n electr¨®nica de Brian Eno para tres reproductores de discos compactos; el decorado se basa en la reproducci¨®n de un cuadro de Roy Lichtenstein, a quien est¨¢ dedicada la obra.
Esta aparici¨®n en Madrid de Merce Cunningham al frente de su compa?¨ªa es una de las primeras que hace tras una larga y compleja enfermedad que hizo temer por su vida, con lo que adquiere un doble significado art¨ªstico y humano.
Bailar por ordenador
Las aportaciones de Merce Cunningham a la coreograf¨ªa contempor¨¢nea no pueden reducirse al ¨¢mbito de su inquietud e inter¨¦s, los m¨¢s tempranos, por el mundo de los ordenadores. Son hist¨®ricos sus hallazgos e investigaciones en el naciente v¨ªdeo all¨¢ por los a?os cincuenta, como sus performances con Paik o su idea de procesar la coreograf¨ªa directamente en la m¨¢quina, como si de un auxiliar se tratara. De hecho, el trabajo del viejo Merce es pionero de pioneros en esto. El vertido de la notaci¨®n Laban (sistema de escritura de la danza) a un programa de ordenador, lo que perfeccionaron desde los a?os 70 en la Universidad de Vancouver, le permiti¨® al core¨®grafo norteamericano distribuir en un plano virtual, imaginario, a los bailarines, multiplicarlos o reducirlos en perspectivas nuevas. Era la nueva Arcadia de los core¨®grafos, y algo que estaba representado, de alguna manera, en los grabados y lecturas de Raoul Feuillet a fines del siglo XVII.
Merce daba continuidad a la aplicaci¨®n de la novedad tecnol¨®gica en el terreno creativo, era y es como nadie el mejor ejemplo en la danza moderna del artista siempre abierto a lo nuevo, al experimento y a la influencia del poderoso aparato cient¨ªfico que compulsa nuestra ¨¦poca.
Si se habla de Martha Graham como m¨¦todo hay que hablar de Merce Cunningham como est¨¦tica. Hay otros nombres b¨¢sicos, pero es Merce quien establece un puente directo con la renovaci¨®n de la danza moderna europea a partir de los a?os sesenta.
Los franceses le descubren y llega a asentarse desde el Festival de Avi?¨®n hasta la ?pera de Par¨ªs, un camino de aceptaci¨®n en la vieja Europa que va dejando una estela de depuraci¨®n, poes¨ªa pura y un gusto supremo por la abstracci¨®n que ha influido en menor o mayor medida a todos los artistas de la danza de la segunda mitad del siglo XX.
La vitalidad del artista octogenario no se detiene, como su influencia, que ya toca al siglo XXI.
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