El valor c¨ªvico de Ernest Lluch
Han sido muchos funerales por atentados a los que he tenido que asistir. De militares, de guardias civiles, de polic¨ªas, de m¨¦dicos, de pol¨ªticos, de ciudadanos. Algunos eran de personas muy pr¨®ximas y escrib¨ª necrol¨®gicas sobre ellas.Escribir una m¨¢s me cuesta mucho, me obliga a superar la melancol¨ªa y la irritaci¨®n que produce esta repetici¨®n siniestra. Sin embargo, es una obligaci¨®n hacerlo.
Ernesto era un miembro muy destacado de una generaci¨®n de catalanes que desde j¨®venes lucharon por la libertad en general y la de Catalu?a en particular, sabiendo que ambas eran inseparables; que amando su cultura y su tierra nunca se encerraron en ellas; que hicieron pol¨ªtica en Madrid y en Europa sin dejar de estar en Catalu?a.
Ernesto se caracterizaba por su cultura, por su independencia y por su valor c¨ªvico. He encontrado pocos pol¨ªticos con su curiosidad intelectual y su vasta cultura, la cual no se limitaba a su campo profesional -la historia de las ideas econ¨®micas-, sino que se extend¨ªa a la historia a secas, donde gustaba de rastrear los episodios concretos, las biograf¨ªas y la gestaci¨®n de ideas. Su capacidad de lectura era asombrosa, y buscaba en la historia, en la literatura y hasta en el arte explicaci¨®n a los acontecimientos del presente.
Sobre esta vasta cultura basaba sus opiniones, siempre fundamentales, bien articuladas y expresadas con iron¨ªa y amenidad. Eran opiniones originales e independientes, sin someterse a modas o consignas. Era un leal miembro del PSC y supo armonizar esa militancia con su independencia de intelectual y de profesor. Muchos ciudadanos le recordar¨¢n por sus tertulias en la SER con Santiago Carrillo, que eran su delicia.
En todas esas actividades como profesor, intelectual, pol¨ªtico, articulista y comentarista de la realidad, brillaba su valor c¨ªvico. No se callaba anta nada ni ante nadie desde su rigor y su encanto personal. Ese valor le llev¨® en los ¨²ltimos a?os a frecuentar el Pa¨ªs Vasco y al intento de ensayar caminos de encuentro para desdramatizar la excepcional situaci¨®n que all¨ª se vive. Para hacer eso, s¨®lo por generosidad personal, para escribir sus ¨²ltimos art¨ªculos sobre el nacionalismo violento, hay que tener mucho valor.
Yo le suced¨ª al frente del Ministerio de Sanidad, y me correspondi¨® aplicar y consolidar las reformas que se plasmaron en la Ley General de Sanidad, que ¨¦l elabor¨®. Fue un honor hacerlo, porque, gracias a esa norma, existe en Espa?a un Sistema Nacional de Salud que cubre a todos los ciudadanos. ?sa es una de las principales realizaciones de nuestra democracia, y se la debemos a Ernesto Lluch, v¨ªctima del nacionalismo ultra, ¨²ltimo vestigio del peor fascismo.
Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas fue ministro de Sanidad y de Defensa.
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