Muera la inteligencia VICEN? VILLATORO
El asesinato de Ernest Lluch ha tenido para muchos, entre los que me cuento, un impacto personal doloroso que va m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica y de las ideas. Ernest Lluch era una persona admirable en muchos sentidos y nada sobra en las alabanzas necrol¨®gicas que se han publicado. Al margen de la admiraci¨®n objetiva, para muchos existe tambi¨¦n un dolor subjetivo. Con Lluch, Antonio Franco y Cristian Garc¨ªa compart¨ªamos tertulia aparentemente futbol¨ªstica todos los lunes en el programa de Josep Cun¨ª. Aparentemente futbol¨ªstica, porque a trav¨¦s o al lado del f¨²tbol habl¨¢bamos de la vida en general, y muy a menudo de Euskadi. No s¨®lo de terrorismo: tambi¨¦n de paisaje, de gastronom¨ªa y de la Real Sociedad, de la que Lluch era accionista. La ¨²ltima tertulia -con y sin micr¨®fono- fue el d¨ªa antes de su muerte. Pero creo que el dolor por la muerte de Lluch va m¨¢s all¨¢ de la amistad y del sentido gremial, intelectual o pol¨ªtico. Contra toda la vocaci¨®n personal, intentar¨¦ escribir un art¨ªculo fr¨ªo sobre este dolor y esta perplejidad.Se ha dicho siempre que los jueces hablan -s¨®lo o principalmente- a trav¨¦s de sus sentencias. Los activistas como los de ETA representa que hablan a trav¨¦s de sus acciones. Representa que cada una de sus acciones contiene un mensaje al conjunto de la sociedad, una informaci¨®n, una opini¨®n, que expresan a trav¨¦s de los hechos. En un cierto sentido, un atentado es una sentencia que pretende ser ejemplar. Y no deja de ser dolorosamente parad¨®jico que alguien dictase una sentencia de muerte contra Ernest Lluch, con quien tantas veces hab¨ªamos coincidido en las tertulias objetando la pena de muerte. Pero, en fin, intentemos mantener la frialdad del tono. Cuando ETA ataca a un militar nos dice que considera que su enemigo es el ej¨¦rcito. Cuando ataca a un juez, nos quiere decir que considera que la judicatura act¨²a en su contra. ?Qu¨¦ ha querido decirnos, qu¨¦ nos ha dicho de verdad, cuando ha asesinado a Ernest Lluch, un profesor, un intelectual, un ex ministro de un gobierno democr¨¢tico, un catalanista, un hombre de di¨¢logo?
Existen dos posibilidades te¨®ricas. Una, que los terroristas act¨²en a bulto, que disparen contra los uniformes y no contra las personas. Que no sab¨ªan qui¨¦n era Lluch y que matasen a un socialista, a un ex ministro, a un concepto gen¨¦rico. La otra, que buscasen precisamente a Lluch por lo que es y lo que representa. No s¨¦ cu¨¢l de las dos posibilidades resulta m¨¢s deprimente. Se ha dicho, y es l¨®gico pensarlo, que los terroristas han matado a Ernest Lluch porque ten¨ªa opiniones personales sobre Euskadi. Yo se las he o¨ªdo. Eran las opiniones de un dem¨®crata con vocaci¨®n de puente, con vocaci¨®n de arreglar los problemas por la v¨ªa del di¨¢logo. Sus opciones sobre Euskadi eran muy poco sectarias y nada viscerales. Cr¨ªtico con el Gobierno de Aznar, partidario de la acci¨®n pacifista de gentes como las de Gesto por la Paz, Lluch estaba en contra del linchamiento del nacionalismo democr¨¢tico y apostaba por una v¨ªa de di¨¢logo. Detestaba la violencia, pero criticaba tambi¨¦n la contundencia verbal de ciertas descalificaciones del nacionalismo. ?Le han matado precisamente por esto? ?Le han matado porque se situaba en una posici¨®n central, en el optimismo hist¨®rico de los que creen que puede y debe evitarse el enfrentamiento total, porque cre¨ªa en los puentes? ?El mensaje que lleva impl¨ªcito su asesinato es que no hay territorio central, sino que s¨®lo existe espacio para las radicalidades contrapuestas?Pero Lluch llega a estas posiciones ante el conflicto vasco -y ante la realidad catalana y ante la complej¨ªsima realidad valenciana- a trav¨¦s no s¨®lo del sentimiento, sino sobre todo de su principal cualidad personal: la inteligencia. Lluch es una persona que habla desde la inteligencia. Hable de lo que hable -y noto que me resulta imposible decirlo en pasado-, sea de f¨²tbol, o de literatura, o de pol¨ªtica. La acci¨®n pol¨ªtica de Lluch, desde hace muchos a?os, se realiza a trav¨¦s de la palabra, instrumento de la inteligencia. Lluch es un profesor, un intelectual, alguien que escribe libros -?y que habla de cosas como el pensamiento econ¨®mico en el siglo XVIII!- y tambi¨¦n art¨ªculos en la prensa. ?Por eso, tambi¨¦n, es por lo que han matado a Lluch? ?El mensaje que lleva impl¨ªcita su sentencia y su ejecuci¨®n es precisamente el viejo y tremendo "muera la inteligencia"?
En el activismo pol¨ªtico -por no utilizar, dial¨¦cticamente, el t¨¦rmino terrorismo- representa que existe una determinada l¨®gica. Lejana, ajena, incomprensible, pero que act¨²a como una l¨®gica coherente en la mente de quien ejecuta. Alguien decidi¨® que Ernest Lluch, compa?ero de tertulia, con quien cada lunes habl¨¢bamos del Bar?a, de Joan Fuster, de la econom¨ªa americana o de la literatura catalana, no pueda volver a las tertulias nunca m¨¢s. Alguien ha decidido que Lluch, que ha participado en centenares de aventuras intelectuales catalanas y catalanistas, desde los primeros tiempos de la Gran Enciclop¨¨dia Catalana hasta los ¨²ltimos Premis Octubre en Valencia, quede condenado al silencio. Yo no soy capaz de encontrar en eso ninguna l¨®gica. S¨®lo le encuentro la l¨®gica del "viva la muerte" y "muera la inteligencia". Intentando ser fr¨ªo, s¨®lo puede decir que me provoca una enorme tristeza y un considerable pesimismo.
Vicen? Villatoro es escritor, periodista y director cultural de la Fudaci¨® Enciclop¨¨dia Catalana.
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