Abrir ya el proceso de entendimiento
La impresionante manifestaci¨®n de Barcelona con ocasi¨®n del asesinato del ciudadano Lluch, y su significado, ha puesto con fuerza ante todos la trascendental cuesti¨®n del di¨¢logo pol¨ªtico. Estoy convencido de que los ciudadanos, adem¨¢s de oponerse a ETA, desean el entendimiento de los partidos pol¨ªticos democr¨¢ticos y empiezan a exigir iniciativas y soluciones a este tremendo problema que es el que m¨¢s nos preocupa. Ahora bien, con el fin de no contribuir a la confusi¨®n general conviene aclarar, hasta donde sea posible, algunas cuestiones. La primera se refiere a la pregunta: ?qui¨¦n debe de dialogar? Pues bien, creo sinceramente que el di¨¢logo es un proceso que hay que ir tejiendo e impulsando con paciencia y decisi¨®n, y no tanto la foto de un d¨ªa de unos gobernantes, aunque esto ¨²ltimo tambi¨¦n pueda ser ¨²til. Y ese di¨¢logo tiene que empezar por los Gobiernos m¨¢s implicados en la cuesti¨®n: los Ejecutivos de Madrid y Vitoria. Ambos tienen la obligaci¨®n de hacerlo, pues los Gobiernos los elegimos y los pagamos para que resuelvan los problemas y no para que se conviertan en parte del problema, que es lo que est¨¢ empezando a suceder precisamente por la ausencia de ese entendimiento. Ante un tema tan grave y delicado como ¨¦ste, la sociedad necesita un liderazgo claro que corresponde ejercer a las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas y, en primera l¨ªnea, a los Gobiernos de Espa?a y Euskadi. Es imposible ejercer esta direcci¨®n si ambos Gobiernos no tienen una relaci¨®n fluida y consensuada, si en vez de compartir se dedican a competir sobre este tema, si desde sectores influyentes del PNV o del PP no o¨ªmos m¨¢s que descalificaciones y deslegitimaciones mutuas. Esta situaci¨®n debe de cesar ya, pues de lo contrario se extender¨¢ la confusi¨®n y el des¨¢nimo o incluso se puede terminar en una crisis pol¨ªtica. Adem¨¢s, ante el vac¨ªo que genera la falta de una estrategia pol¨ªtica clara y compartida, surgen, l¨®gicamente, iniciativas espont¨¢neas, individuales o colectivas, que tienen todo el derecho a manifestarse, pero que suelen ser contradictorias y no ser¨ªa conveniente que marcaran la direcci¨®n del proceso.
II. Por otra parte, las posibles elecciones auton¨®micas -deseadas por unos, eludidas por otros- no deben convertirse ni en condici¨®n ni en obst¨¢culo para que el di¨¢logo se desarrolle. Tampoco puede serlo el que unos u otros entonen o no el mea culpa de sus errores. No soy tan ingenuo como para pensar que antes de las elecciones se pueda dar un di¨¢logo en profundidad y, sobre todo, con resultados sustanciosos. Pero bas¨¢ndome en esa idea de que el di¨¢logo es un proceso, con o sin elecciones, es imprescindible que empiecen a dialogar los Gobiernos y los partidos democr¨¢ticos, aunque s¨®lo sea para comprometerse a eliminar las descalificaciones, crear un cierto clima de confianza y obtener algunos resultados, aun cuando sean modestos, en el terreno de la colaboraci¨®n pol¨ªtica. Porque es menester que los Gobiernos no olviden nunca que su primera obligaci¨®n es garantizar la vida y las libertades de los ciudadanos y que ante esa tarea no valen tacticismos de v¨ªa estrecha. Resulta obsceno contemplar c¨®mo ante terribles tragedias, como son todos los asesinatos, hay quien se dedica a descalificarse, a demonizarse con, en este caso, la insana intenci¨®n de mejorar sus perspectivas electorales; olvidando, por otra parte, que despu¨¦s de las elecciones tendr¨¢n inevitablemente que entenderse y no es prudente romper todos los lazos y, sobre todo, dedicarse a una antipedagog¨ªa nefasta ante los ciudadanos.
Ahora bien, en la situaci¨®n actual no resulta adecuado plantearse si se tiene que dialogar o no con los violentos. Cada d¨ªa tiene su af¨¢n y hoy por hoy tal cuesti¨®n no tiene sentido cuando ni tan siquiera existe un di¨¢logo constructivo entre todas las fuerzas democr¨¢ticas. La unidad de los dem¨®cratas -muy especialmente del PP, del PSOE y del PNV- y la colaboraci¨®n de los Gobiernos de Madrid y Vitoria es condici¨®n sine qua non para encauzar una soluci¨®n a este tr¨¢gico problema.
III. La segunda pregunta que cabr¨ªa hacerse es: ?para qu¨¦ o con qu¨¦ contenidos abordar ese di¨¢logo? No es labor de un ciudadano m¨¢s y en el espacio de 80 l¨ªneas responder a esa compleja pregunta. Pero creo que tenemos el derecho y hasta la obligaci¨®n de opinar aunque sea parcialmente. Pues bien, hay que dialogar para ir construyendo una estrategia democr¨¢tica que tenga como objetivo superar el terrorismo y alcanzar la paz. Para elaborar esta estrategia es imprescindible el entendimiento, como m¨ªnimo, de los tres partidos ya mencionados. Quien crea que se puede avanzar sobre la base de acuerdos que marginen a alguna de esas fuerzas se equivoca tr¨¢gicamente. La experiencia de estos ¨²ltimos a?os as¨ª lo indica. Los intentos de crear frentes, de un tipo o de otro -v¨¦ase el caso de Lizarra- se han saldado con un fracaso y s¨®lo generan divisiones y enfrentamientos. Igualmente, cuando me refiero a superar el terrorismo y alcanzar la paz creo que es necesario abordar una serie de cuestiones complejas -morales, educativas, culturales, sociales, pol¨ªticas- y, por supuesto, policiales, con rigor y seriedad, sin apasionamientos que ofusquen las mentes.
As¨ª pues, di¨¢logo, mucho di¨¢logo, que es lo que hicimos ante los grandes problemas de la transici¨®n, pues no podemos permitir que se resquebrajen los acuerdos b¨¢sicos que han hecho posible nuestra convivencia y que tanto nos cost¨® conseguir.
Nicol¨¢s Sartorius es abogado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.