Avalancha de exposiciones
Este ultimo oto?o del siglo se presenta animado en actividades culturales. Las muestras fotogr¨¢ficas florecen por todos los rincones de la comunidad aut¨®noma. Parece que los frutos conseguidos con la luz del verano se muestran en estos meses oscuros, cuando el agua, el fr¨ªo y los breves destellos del sol llaman al recogimiento y las actividades en recintos cubiertos. De esta manera, las galer¨ªas para exposiciones son una alternativa tentadora para alegrar un poco el ojo, penetrar en los intrincados recovecos de la creatividad art¨ªstica, rememorar el pasado cuando se trata de aspectos documentales o tomar una espumosa cerveza cuando el local que ha cedido sus paredes es una caprichosa taberna. Sin pretender abarcar toda la oferta voy a citar algunos frutos interesantes.Las espl¨¦ndidas salas Bulevard de Kutxa, en San Sebasti¨¢n, conmemoran, en una muestra itinerante que viene de Vitoria y en breve llegar¨¢ a Bilbao, el XX aniversario del Parlamento vasco. Es una cr¨®nica gr¨¢fica de 167 im¨¢genes realizada por 21 fotoperiodistas en la C¨¢mara durante el transcurso de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Adem¨¢s de esto queda la posibilidad de acudir a la sede de la Sociedad Fotogr¨¢fica de Guip¨²zcoa, donde siempre se puede encontrar alguna novedad sugerente.
En la capital alavesa, el Archivo del Territorio Hist¨®rico, para seguir sorprendiendo con su original y valiente programaci¨®n, ha tra¨ªdo a William Ropp (Versalles, 1950) con su trabajo El escultor en la sombra. Este reconocido autor de origen franc¨¦s consigue con sus retratos de ni?os, mujeres y hombres en blanco y negro, inquietar al observador. Extrae la esencia m¨¢s ins¨®lita de sus modelos, gestos en los que ellos mismos no se quieren reconocer, pero que, muy a su pesar, ofrece alguna de sus facetas ocultas que el fot¨®grafo descubre sin concesiones a normas est¨¦ticas convencionales. Siguiendo en Vitoria, resulta visita obligatoria la Sala Fundaci¨®n Caja Vital, donde se ense?a Cr¨®nica de un cambio. Es una muestra multidisciplinar del arte contempor¨¢neo internacional ante el porche de un nuevo milenio. La propuesta resulta curiosa, y lo digo porque, entre ¨®leos, esculturas, t¨¦cnicas mixtas e instalaciones, la fotograf¨ªa en sus diferentes vertientes acapara m¨¢s del 40% de lo que all¨ª se ense?a. Quiz¨¢s la realidad del panorama art¨ªstico mundial no alcance estas cotas pero no cabe duda que los recursos fotogr¨¢ficos son cada vez m¨¢s estimados en los territorios del arte.
Ejemplo de lo indicado lo encontramos el la sala Rekalde de Bilbao donde Dar¨ªo Urzay (Bilbao, 1958), uno de los pintores m¨¢s aplaudidos de Vizcaya, despu¨¦s de un periplo por EE UU, se ha encontrado con la fotograf¨ªa como medio expresivo, todav¨ªa con algunas reminiscencias del pasado. Pero el abrazo le ha llevado a una explosi¨®n de colores y formas abstractas que dif¨ªcilmente hubiera alcanzado de otra manera. Por lo tanto, bienvenido sea a las parcelas de la c¨¢mara oscura, siempre dispuestas a romper con ortodoxias acad¨¦micas frustrantes.
Siguiendo en el Bocho, Dagal, en la calle Henao, tiene a Charles P. Jamieson y la Taberna de los Mundos, a Andr¨¦s Indurain. En la cafeter¨ªa K2, en Somera, luce con sencillez y tes¨®n Karen Amaia (Alemania, 1965). Esta vez ha titulado su trabajo Bilbao: Alba y ocaso. Son distintos aspectos de una ciudad que apaga el brillo de los s¨ªmbolos ic¨®nicos de anta?o y enciende otros nuevos. As¨ª, unas con luces de amanecer y otras de un atardecer que declina, se conforman 17 fotograf¨ªas en color de formato medio. La iluminaci¨®n elegida describe lo que viene y se va. San Ant¨®n y su puente, el Palacio Euskalduna desde Deusto, el omnipresente Guggenheim, la chimenea del parque Echevarr¨ªa con la rueda de una noria roja al fondo o los ins¨®litos cromatismos bas¨ªlica de Bego?a, adquieren nuevas dimensiones. Sin artilugios, recurriendo a un c¨®ctel de temperaturas de color bien combinadas y la ternura de alguien que observa con humildad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.