Redondo afronta la divisi¨®n del PSE tras su intento de contentar a todos los sectores
El reci¨¦n reelegido secretario general de los socialistas vascos, Nicol¨¢s Redondo Terreros, lleg¨® al IV Congreso de su partido cargado de buenas intenciones. Pero la terca realidad interna, el complicado reparto del poder y su incapacidad para llevar hasta el final el bistur¨ª con que pretend¨ªa dise?ar la nueva direcci¨®n le estall¨® en pleno rostro en la ma?ana del domingo. Lo singular de esta crisis es que la inmensa mayor¨ªa del congreso no discuti¨® ni la gesti¨®n de los dirigentes del PSE ni tampoco que la pol¨ªtica de pactos tras las pr¨®ximas elecciones vascas gire en torno al Estatuto y la Constituci¨®n.
Redondo hab¨ªa logrado estos a?os poner orden en la cacofon¨ªa habitual del socialismo vasco, y, respecto a la ejecutiva, llevaba al congreso dos ideas claras: reducirla significativamente hasta 21 miembros y colocar en determinadas ¨¢reas a personas de su total confianza. Ser¨ªa muy f¨¢cil explicar el varapalo cosechado por la lista de Redondo apelando s¨®lo a la realidad vizca¨ªna, provincia en la que los socialistas tienen su organizaci¨®n partida casi por la mitad. Pero, pese a la importancia de Vizcaya (323 de los 553 delegados), ser¨ªa una interpretaci¨®n sesgada.Durante toda la semana previa al congreso, con el par¨¦ntesis del asesinato de Ernest Lluch, Redondo trabaj¨® en la nueva direcci¨®n. Pese a que en su momento lleg¨® incluso a pensar en sustituir a Txiki Benegas en la presidencia del PSE, el trabajo de ¨¦ste desde el anterior c¨®nclave socialista (1997) y la defensa que de ¨¦l hizo Alfredo P¨¦rez Rubalcaba en presencia del secretario general del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, reforz¨® al hist¨®rico dirigente vasco.
Organizaci¨®n
Redondo baraj¨® tambi¨¦n la posibilidad de suprimir la secretar¨ªa de Organizaci¨®n y con ella a uno de los t¨®tem del socialismo de la Margen Izquierda, Mart¨ªn Mart¨ªnez. El ex diputado foral de Transportes, considerado por muchos el v¨¦rtice de las redes de intereses tejidos en torno el PSE en la tradicional zona obrera vizca¨ªna, conoce muy bien los entresijos del partido, qu¨¦ teclas tocar en la organizaci¨®n y cu¨¢ndo aplicar la ley del silencio o de la obediencia debida. En el congreso puso sobre la mesa los apoyos de las numerosas agrupaciones vizca¨ªnas que controla, que llegaron a sorprender a alguno de sus adversarios, seg¨²n reconocieron.Pero no s¨®lo los vizca¨ªnos pugnaron por la secretar¨ªa de Organizaci¨®n. El sector guipuzcoano, que encabeza el ahora reforzado como n¨²mero dos Jes¨²s Eguiguren, lleg¨® incluso a solicitar d¨ªas antes del c¨®nclave la inclusi¨®n de Gemma Zabaleta en tareas de organizaci¨®n. Pero Redondo quer¨ªa un hombre de confianza y decidi¨® colocar finalmente a la parlamentaria guipuzcoana en la secretar¨ªa Institucional.
En la tarde del s¨¢bado, el bistur¨ª de Redondo encontr¨® el primer hueso duro de roer. Los seguidores de Mart¨ªn Mart¨ªnez, entre ellos el alcalde de Portugalete, Mikel Cabieces, negociaban por aqu¨¦l su mantenimiento en la secretar¨ªa de Organizaci¨®n. Redondo no pudo desgajar de la direcci¨®n a Mart¨ªnez, cuyo sector vivi¨®, de alguna manera como una traici¨®n, el ascenso a ese puesto del alcalde de Santurtzi, Javier Cruz. Y tampoco pudo evitar que las papeletas que controlaba Mart¨ªnez cayeran en la bolsa de votos blancos. La p¨ªrrica cesi¨®n de Redondo ante los hombres de Mart¨ªn Mart¨ªnez al darle la secretar¨ªa de Econom¨ªa, Industria y Empleo no content¨® a nadie.
Redondo pod¨ªa haber limado mucho m¨¢s el resultado si hubiese escuchado a las Juventudes Socialistas y colocado como vocal a quien fue uno de sus aliados en las primarias, el entonces responsable de las Juventudes, Mikel Torres. Los 20 delegados juveniles y otra decena de representantes de su entorno se sintieron desplazados y el voto en blanco fue su forma de castigar al secretario general. A primera hora de la ma?ana del domingo, Redondo cre¨ªa que a¨²n pod¨ªa revalidar el apoyo del 58,7% de 1997. Se hab¨ªa quitado un peso de encima al colocar como vocal a la europarlamentaria Rosa D¨ªez, su oponente en las primarias para elegir candidato en las elecciones de octubre de 1998. Pero D¨ªez aspiraba a una portavoc¨ªa y Redondo se neg¨®. La eurodiputada puso adem¨¢s sobre la mesa el nombre del ex consejero de Transportes Jos¨¦ Antonio Maturana, cr¨ªtico con la l¨ªnea seguida por Eguiguren en Guip¨²zcoa. La ¨²nica persona de ese sector con la que Redondo estaba dispuesto a transigir era con el alcalde de Ermua, Carlos Totorika. Al final, ninguno entr¨®. La bolsa de votos en blanco no paraba de crecer.
La actuaci¨®n de Redondo en la discusi¨®n de las primarias, al dar unilateralmente un plazo de siete d¨ªas para que se presenten otras candidaturas, fue la percepci¨®n para muchos de la "debilidad y falta de liderazgo" de su l¨ªder. Intent¨® contentar a todos, en vez de llevar hasta el final la direcci¨®n que ¨¦l quer¨ªa para la "nueva senda" que inicia el PSE. 239 delegados de los 503 que votaron no lo entendieron.
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