Alertar(se) o asustar(se)
Las decisiones de algunos gobiernos, los debates de la Uni¨®n Europea y la detecci¨®n de una res afectada de encefalitis espongiforme bovina en Galicia han vuelto a desatar una ola de preocupaci¨®n que ha provocado una notable disminuci¨®n en el consumo de carne de vaca.El p¨²blico desea saber lo que ocurre y si es posible comprenderlo. Sin embargo, tengo mis dudas sobre el tratamiento que se est¨¢ dando a esta cuesti¨®n. En definitiva sobre si lo que se provoca es alerta, lo cual es m¨¢s bien positivo en una sociedad dada a la anestesia, o miedo. Los efectos del temor son m¨¢s bien negativos, ya que, cuando no paraliza, provoca reacciones irracionales, a menudo desproporcionadas y casi siempre con resultados peores que la causa que las desencadena.
Claro que, cuando lo que acostumbran a explicarnos las autoridades frente a situaciones como ¨¦sta es que podemos estar tranquilos, que no hay riesgo alguno, o hasta que no existe ninguna res afectada en nuestro pa¨ªs o, incluso, que no hay ning¨²n caso de variante de la enfermedad de Creutzfeld-Jakob en Espa?a, lo natural es que desconfiemos. De un lado, por los muchos antecedentes de similares manifestaciones que han sido desmentidas por la realidad. De otro, porque nadie puede decir que un fen¨®meno no se ha producido.
Con los datos en la mano, no se puede excluir que la enfermedad de las vacas locas se siga propagando a los humanos, pero tampoco es de recibo la interpretaci¨®n catastrofista de los gobiernos de la UE cuando se plantean gastar m¨¢s de 30.000 millones anuales en an¨¢lisis a las vacas. Un dinero que ser¨ªa detra¨ªdo de otras partidas. ?Es esta la mejor manera de aumentar la seguridad alimentaria?
La verdad es que, de vez en cuando, aparecen mensajes apocal¨ªpticos relativos a problemas de salud. Algunos, desgraciadamente, siguen afligi¨¦ndonos, como el sida, pero la mayor¨ªa ocupa el lugar que merece. Un ejemplo de ello fue la legionelosis, que cuando se descubri¨®, en 1976, fue calificada como la plaga del siglo XX. A pesar de que cada a?o se producen miles de nuevos casos, su impacto sobre la salud de la poblaci¨®n es, afortunadamente, limitado, aunque quepa lamentar, adem¨¢s de las v¨ªctimas que provoca, la ansiedad y la angustia que se genera cuando se produce alg¨²n brote epid¨¦mico.
El miedo y el catastrofismo no son buenos instrumentos para comprender la realidad, pero pueden hacerla mucho m¨¢s insoportable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.