La falsa aceptaci¨®n de responsabilidad de Pinochet
El general Pinochet, en su primera intervenci¨®n p¨²blica desde su llegada a Chile el pasado marzo tras permanecer 503 d¨ªas detenido en Londres, ha celebrado su 85? cumplea?os enviando a sus partidarios un v¨ªdeo, previamente grabado en su casa, y que fue emitido ante la reuni¨®n de 1.500 fervorosos seguidores reunidos para la ocasi¨®n. En dicha intervenci¨®n ha aceptado, como presidente de Chile en aquellas fechas, su responsabilidad "de todos los hechos que dicen que el Ej¨¦rcito cometi¨®" .En otras palabras: no ha reconocido nada. No ha pedido perd¨®n por ninguno de los cr¨ªmenes realmente perpetrados por el Ej¨¦rcito bajo su mando. No ha aceptado su responsabilidad por ning¨²n hecho real, reconocido como tal. Aunque por primera vez ha utilizado el verbo "cometer", ¨¦l no se ha referido a ning¨²n hecho cometido, sino a unos hechos "que dicen" que fueron cometidos, y cuya realidad f¨¢ctica queda, por tanto, sin reconocer.
He ah¨ª un nuevo insulto a la inteligencia de los chilenos, y de toda la humanidad. A diferencia del general Mart¨ªn Balza, que en 1995, siendo jefe del Ej¨¦rcito argentino, en solemne declaraci¨®n institucional reconoci¨® los excesos reales cometidos por su Ej¨¦rcito bajo la dictadura de las juntas, expresando su pesar por ellos, pidiendo el perd¨®n de la sociedad civil y prometiendo que aquello jam¨¢s volver¨ªa a suceder, Pinochet no reconoce hechos sino dichos, no pide perd¨®n por exceso alguno, y no expresa ning¨²n prop¨®sito de que el drama no se llegue a repetir.
Abismal diferencia, igualmente, con la posici¨®n del coronel guatemalteco Otto Noack, que en 1998 reconoci¨® p¨²blicamente -con gran repercusi¨®n medi¨¢tica- los graves excesos cometidos por el Ej¨¦rcito de Guatemala, expresando la necesidad de que aquel Ej¨¦rcito, a trav¨¦s de la adecuada autoridad institucional, reconozca expl¨ªcitamente aquellos hechos ante la sociedad civil. A lo cual a?adi¨® que su instituci¨®n deber¨ªa asumir que no pocos de sus miembros tendr¨¢n que responder en su d¨ªa, por sus graves excesos, ante la correspondiente autoridad judicial.
Ni el general Balza ni el coronel Noack hablaron, por tanto, de lo que dicen que hicieron sus respectivos Ej¨¦rcitos, sino exactamente de lo que ¨¦stos hicieron en realidad. Pinochet, por el contrario, borra de un plumazo la larga serie de hechos, tan reales como terribles, de los que existe plena constancia testimonial, neg¨¢ndoles el car¨¢cter de hechos y rebaj¨¢ndolos al nivel de dichos. Los hechos registrados en el Informe Rettig (masivas torturas, asesinatos, violaciones), constatados por la Comisi¨®n de Verdad y Reconciliaci¨®n, para Pinochet dejan de ser hechos atestiguados para convertirse en dichos malintencionados. Alguien ha dicho que todo aquello sucedi¨®, pero para ¨¦l no consta en realidad. Las 73 v¨ªctimas mortales de la caravana de la muerte, asesinadas al mes siguiente del golpe por una comisi¨®n militar delegada para ello por el propio Pinochet, es otro dicho calumnioso, pues tal hecho nunca sucedi¨®, aunque algunos dicen que s¨ª.
El asesinato en 1974 de su antecesor en la jefatura del Ej¨¦rcito chileno, general Carlos Prats, y su esposa, muertos ambos por coche bomba en plena ciudad de Buenos Aires, donde viv¨ªan exilados, en un atentado materializado por el servicio secreto militar chileno, es otro dicho que para Pinochet tampoco sucedi¨®. Los hechos detallados de aquel atentado, confesados por su autor material, el agente de la DINA Michael Crownley, que actu¨® a las ¨®rdenes del entonces coronel Manuel Contreras, quien a su vez obedec¨ªa ciegamente las ¨®rdenes directas de Pinochet, son ahora, para ¨¦ste, otra serie de supuestos hechos que nunca tuvieron lugar, pues realmente se trata de dichos ajenos a la verdad. An¨¢logamente, aquellas pruebas que han hecho a la juez argentina Servini de Cubr¨ªa pedir recientemente a las autoridades chilenas la detenci¨®n del propio Pinochet y su extradici¨®n a la Argentina, para responder de su responsabilidad en aquel doble crimen, tampoco corresponden a hechos, sino a dichos infundados de la citada juez.
La muerte en plena tortura del ciudadano espa?ol Carmelo Soria, a manos de los agentes de la misma DINA, a las ¨®rdenes directas del mismo coronel Contreras, en aquellos a?os en que Pinochet se enorgullec¨ªa diciendo "La DINA soy yo", tampoco fue un hecho, sino uno de tantos dichos venenosos que circulan por ah¨ª. Si hubiera sido cierto, ¨¦l se hubiera enterado, ya que, seg¨²n alardeaba en aquellos a?os, "en Chile no se mov¨ªa una hoja sin que ¨¦l lo supiera".
Dicen y dicen, pero tampoco es verdad, que Orlando Letelier, ex ministro de Salvador Allende, fue asesinado en Washington, junto a su secretaria norteamericana, por el mismo agente Crownley, acreditado especialista en coches bomba, que una vez m¨¢s volvi¨® a hacer de las suyas. Pero como esta vez mat¨® tambi¨¦n a una ciudadana estadounidense, hoy cumple una larga sentencia en Estados Unidos como autor material de aquellas dos muertes. Aunque confes¨® haber consumado tambi¨¦n este atentado cumpliendo las ¨®rdenes del ya mencionado coronel Contreras, jefe de la DINA, lo cierto es que para Pinochet aquel atentado tampoco tuvo lugar. Lo dicen las malas lenguas, pero seguramente tampoco es verdad.
Aquellos 34 casos de torturas y asesinatos producidos en las 15 ¨²ltimos meses de la dictadura pinochetista, presentados por el juez Garz¨®n a los jueces del Reino Unido en su solicitud de extradici¨®n del ex dictador a Espa?a, casos que fueron calificados por el fiscal brit¨¢nico en la vista oral como "los cr¨ªmenes m¨¢s terribles jam¨¢s vistos ante un tribunal ingl¨¦s", tampoco consta que ocurrieran. No eran hechos, sino simples dichos del juez espa?ol, del fiscal ingl¨¦s y del juez, tambi¨¦n brit¨¢nico, que sentenci¨® a favor de la extradici¨®n. Y as¨ª sucesivamente, hasta completar -a base de dichos, pero nunca de hechos- los miles de v¨ªctimas causadas por aquel Ej¨¦rcito en los 16 a?os y medio de dur¨® -seg¨²n dicen- aquella dictadura y su represi¨®n militar.
Lo mismo cabe decir de los hechos atestiguados en las casi 200 denuncias presentadas contra Pinochet en su propio pa¨ªs. Corresponden, seg¨²n el general, a falsos dichos sobre unos hechos nunca producidos. La propia Corte Suprema de Justicia de su pa¨ªs le despoj¨® de su inmunidad parlamentaria. Pero eso tambi¨¦n fue por lo de siempre: porque las lenguas viperinas "dicen que el Ej¨¦rcito cometi¨®" -frase antol¨®gica y ya inolvidable- unos hechos inexistentes en realidad. Por los cuales ahora Pinochet se acaba supuestamente de responsabilizar, en medio del ambiente festivo de su 85 cumplea?os, que sus v¨ªctimas nunca podr¨¢n cumplir.
Prudencio Garc¨ªa es investigador del INACS, consultor internacional de la ONU y de otros organismos.
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