El ex dictador, acusado de ser autor intelectual de los cr¨ªmenes de la 'Caravana de la Muerte'

El camino para procesar y condenar al general Augusto Pinochet qued¨® despejado el 8 de agosto, cuando el pleno de la Corte Suprema de Chile dict¨® un fallo hist¨®rico, tanto por su contenido jur¨ªdico como pol¨ªtico. Catorce magistrados del m¨¢s alto tribunal votaron a favor del desafuero del senador vitalicio y seis en contra en una pormenorizada sentencia de 52 p¨¢ginas. Tres meses despu¨¦s, el juez Juan Guzm¨¢n Tapia ha ordenado la detenci¨®n de Pinochet como autor intelectual de 19 secuestros y 56 homicidios calificados en la llamada Caravana de la Muerte.

'Los zarpazos del puma'

Los integrantes de esta siniestra caravana, un operativo de exterminio puesto en marcha poco despu¨¦s del golpe militar de septiembre de 1973, eran altos oficiales del Ej¨¦rcito a las ¨®rdenes del general Sergio Arellano Stark, quien actuaba como delegado del comandante jefe de la instituci¨®n, es decir de Augusto Pinochet.Todas las v¨ªctimas eran opositores a la Junta militar golpista, como Carlos Berger, director de Radio Loa, en la ciudad de Calama, que, tras ser detenido el mismo d¨ªa de la sublevaci¨®n, fue condenado a 60 d¨ªas en un consejo de guerra sumar¨ªsimo. Apenas hab¨ªa pasado un mes, cuando el 19 de octubre la caravana de general Arellano sac¨® de la c¨¢rcel de Calama a los 26 presos pol¨ªticos que cumpl¨ªan distintas penas dictadas por los tribunales de excepci¨®n. Entre ellos se encontraba el periodista Berger.

El general Joaqu¨ªn Lagos y el coronel Eugenio Rivera, jefes militares de la I Divisi¨®n no tuvieron conocimiento del secuestro, seg¨²n declararon a?os m¨¢s tarde ante la Justicia. Todos los presos de Calama fueron ejecutados despu¨¦s de ser torturados salvajemente. "Me entregaron un certificado de defunci¨®n de mi marido que se?alaba como causa de la muerte: destrucci¨®n del t¨®rax y regi¨®n card¨ªaca por fusilamiento", explic¨® en su d¨ªa a este diario la abogada Carmen Hertz, viuda de Berger.

Formaban parte de la Caravana de la Muerte los siguientes jefes y oficiales: general Sergio Arellano, uno de los cerebros del golpe de 1973; coronel Sergio Arredondo Gonz¨¢lez, ejecutor de las ¨®rdenes y miembro de la DINA (la polic¨ªa pol¨ªtica de la dictadura); brigadier Pedro Espinoza Bravo, jefe operativo de la DINA y condenado a seis a?os por el asesinato del ex canciller Orlando Letelier; Marcelo Mor¨¦n Brito, jefe del centro clandestino de tortura de Villa Grimaldi; teniente Armando Fern¨¢ndez Larios (hoy comandante retirado), quien reside en EE UU en calidad de testigo protegido de la justicia, despu¨¦s de haber sido condenado y haber colaborado en la investigaci¨®n del asesinato de Letelier, en el que particip¨®; y Juan Chiminelli, uno de los responsables de la divisi¨®n exterior de la DINA, donde se planificaron atentados y operativos encuadrados en la Operaci¨®n C¨®ndor.

Soldados y oficiales de las guarniciones locales fueron obligados a participar en los asesinatos perpetrados por la comitiva. En el transcurso del operativo hubo momentos de gran tensi¨®n. Por ejemplo, el general Lagos increp¨® en cierta ocasi¨®n a Arellano Stark y le impidi¨® que continuara su recorrido de la muerte por otras ciudades del Norte, con lo que salv¨® muchas vidas. La respuesta del jefe de la caravana fue un documento que llevaba la firma del comandante jefe, Augusto Pinochet, que le nombraba delegado para llevar a cabo aquella carnicer¨ªa.

De la Caravana de la Muerte se han escrito varios libros, pero hay que colocar en un lugar prominente Los zarpazos del puma, de la periodista Patricia Verdugo, probablemente la investigaci¨®n period¨ªstica m¨¢s minuciosa elaborada hasta la fecha sobre aquella comitiva, que sembr¨® el terror por donde recal¨®. El libro describe la estrategia de los criminales: el jefe de la misi¨®n se presentaba a una guarnici¨®n militar con un documento que le acreditaba como oficial delegado del presidente de la Junta de Gobierno y comandante jefe del Ej¨¦rcito, general Augusto Pinochet. Ped¨ªa las listas de prisioneros y seleccionaba las v¨ªctimas. Sus acompa?antes realizaban el resto. Un trabajo sucio en el que los elegidos eran asesinados.En el despacho del juez Juan Guzm¨¢n en la Corte de Apelaciones de Santiago se acumulan 11 vol¨²menes con los expedientes. Dos de ellos, los m¨¢s gruesos, re¨²nen la documentaci¨®n que hace referencia a la Caravana de la Muerte. En los casi tres a?os que lleva investigando el caso el juez Guzm¨¢n ha practicado infinidad de diligencias, entre las que destacan varios careos entre los oficiales procesados, que descargaron la responsabilidad de los hechos en sus subalternos. El magistrado ha acumulado pruebas suficientes que implican al ex dictador en graves violaciones de derechos humanos. Sobre estas pruebas se asent¨® la solicitud del levantamiento de la inmunidad parlamentaria para procesar al inculpado, y sobre esta misma base se ha decidido a dar el mayor golpe de efecto que haya dado jam¨¢s un juez en Chile: ordenar la detenci¨®n de hombre m¨¢s poderoso y m¨¢s temido del ¨²ltimo cuarto de siglo.