El Supremo de EE UU, dividido en el duro pulso por la presidencia
El Tribunal Supremo de Estados Unidos consigui¨® ayer que Al Gore y George W. Bush est¨¦n de acuerdo en algo. Ese algo es que la sentencia del Supremo es impredecible. Sus nueve magistrados escucharon durante 90 minutos a los abogados de Gore y Bush, les formularon preguntas duras, emitieron comentarios favorables a una y otra tesis, dieron por cerrada la sesi¨®n y se retiraron a deliberar, sin precisar cu¨¢ndo emitir¨¢n un veredicto.
Esta sentencia llegar¨¢ "en los pr¨®ximos d¨ªas", dif¨ªcilmente ser¨¢ un¨¢nime, versar¨¢ sobre la validez de los recuentos manuales autorizados por el organismo hom¨®logo de Florida y quiz¨¢ no ponga punto final al contencioso.Bajo un fr¨ªo polar, cientos de manifestantes favorables a Gore o a Bush se concentraron frente a la sede en Washington del Tribunal Supremo de EE UU. Pese al car¨¢cter hist¨®rico de la jornada (su primera intervenci¨®n en unas elecciones presidenciales), este organismo mantuvo su pol¨ªtica de no autorizar c¨¢maras de televisi¨®n. Eso s¨ª, difundi¨® de inmediato cintas con el sonido de la audiencia, toda una novedad. Las cintas revelaron que los jueces hab¨ªan hecho sus deberes y conoc¨ªan el caso. Tambi¨¦n que sus opiniones estaban divididas.
Abri¨® el fuego la parte demandante, representanda por Ted Olson, el abogado de Bush. Olson argument¨® que el Tribunal Supremo de Florida se extralimit¨® al ordenar a la secretaria de Estado, Katherine Harris, que aceptara en los resultados oficiales los recuentos manuales adicionales solicitados por Gore en algunos condados. El Supremo de Florida, que tambi¨¦n forz¨® a Harris a retrasar la proclamaci¨®n de los resultados oficiales, "cambi¨® las reglas de juego" una vez celebradas las elecciones, seg¨²n Olson. Eso, a?adi¨®, es una violaci¨®n de la Constituci¨®n de EE UU, que indica que s¨®lo los legislativos de los Estados pueden establecer reglas y calendarios electorales. No obstante, Bush, seg¨²n las normas impuestas a Harris por el Supremo de Florida, termin¨® siendo el ganador oficial, por una difrencia de 530 votos.
Varios magistrados del Supremo de EE UU parec¨ªan ayer simpatizar con la demanda de Bush. "Yo no veo en el estatuto electoral de Florida nada que requiera un recuento manual", dijo el juez Antonin Scalia. El Supremo de Florida, se?al¨® la juez Sandra Day O'Connor, "cambi¨® la fecha" de certificaci¨®n de los resultados oficiales. "Eso", a?adi¨®, "es un cambio decisivo".
Laurence Tribe, el abogado de Gore, expuso primero al Supremo de EE UU que no hay raz¨®n alguna para que dirima en esta pol¨¦mica sobre las normas electorales de Florida. Ese asunto, dijo, es competencia del Supremo de ese Estado, que "no cambi¨® las leyes" al autorizar recuentos manuales adicionales, sino que "las interpret¨®" en beneficio de la mayor transparencia y exactitud de los resultados electorales. "Lo importante es que todos los votos sean escrutados", se?al¨®.
Las razones de Gore tambi¨¦n encontraron eco favorable en algunos magistrados. "Estoy buscando un asunto federal", dijo el juez Anthony Kennedy, aludiendo a que no estaba convencido de que el caso sea competencia del Supremo de EE UU. "Tenemos un gran respeto por el Supremo de Florida", afirm¨® la juez Ruth Bader Ginsburg. "?Por qu¨¦ tiene que intervenir la justicia federal en lo que parece ser un mecanismo muy bien pensado?", se pregunt¨® el juez David Souter.
Souter apunt¨® una direcci¨®n, la legislativa, que muy probablemente puede ser la que termine el contencioso por la Casa Blanca. Este magistrado se?al¨® que el Congreso de Estados Unidos es el que, seg¨²n la Constituci¨®n, tiene que resolver las disputas sobre el Colegio Electoral que designa al presidente. S¨®lo tras la decisi¨®n del Congreso, que se reunir¨¢ en Washington el 5 de enero, deber¨ªa intervenir el Supremo, dijo Souter.
Presidi¨® la audiencia el titular, William Rehnquist, que ya intervino en alta pol¨ªtica presidencial a comienzos de 1999. Entonces presidi¨® el juicio en el Senado que absolvi¨® a Clinton de los delitos de perjurio y obstrucci¨®n a la justicia en el caso Lewinsky. Clarence Thomas, el juez afroamericano nombrado por el padre de Bush y que fue denunciado por acoso sexual por una subordinada, no abri¨® la boca. Pero s¨ª lo hicieron otros colegas, no s¨®lo preguntando a los abogados, sino emitiendo opiniones.
El Supremo de EE UU ha emitido en ocasiones anteriores sentencias en menos de un d¨ªa. Tambi¨¦n es posible que, sin la menor explicaci¨®n, decida inhibirse en el caso.
Tanto en un caso como en el otro, Gore seguir¨ªa teniendo derecho a impugnar los resultados oficiales como lo est¨¢ haciendo en el tribunal de Tallahassee del juez Sanders Sauls. El alcance de la sentencia del Supremo ser¨¢, pues, esencialmente moral y pol¨ªtico.
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