La sombra de la duda

Me asombra la asombrosa unanimidad que provoca Manuel Chaves en su partido: 525 votos y 525 votos para Chaves, el cien por cien. Me asombra, aunque los votantes coman juntos, hablen juntos de las mismas cosas de la Junta, lean las mismas cosas, asistan a las mismas reuniones y los mismos restaurantes, usen las mismas palabras y sigan las mismas modas indumentarias. Votan juntos a Chaves: son un ejemplo de universo cerrado, verdad verdadera, herm¨¦tico submarino a salvo de ser anegado y ahogado por la impura realidad. Pero me asombra porque estos mundos de ciencia-ficci¨®n suelen permitir quince o veinte votos negativos sueltos, una sombra de duda, es decir, de humanidad, en la organizaci¨®n y sus congresos. As¨ª que me pregunto si tan un¨¢nime unanimidad, m¨¢s que un modo de ensalzar a Chaves, no ser¨¢ un modo de aplastarlo y anularlo.Si, salvo los diez mandamientos de Mois¨¦s, todo en el mundo es discutible, Chaves el indiscutible estar¨ªa fuera del mundo: en el limbo. Chaves es un mundo en s¨ª mismo: su cargo de presidente del PSOE debe provocarle una extra?a esquizofrenia, presidente de s¨ª mismo como secretario general en Andaluc¨ªa. Aqu¨ª recibe trato de monarca y habla como un monarca: anuncia la modernizaci¨®n de las tecnolog¨ªas, la mejora de tuber¨ªas y carreteras, el favorecimiento del esp¨ªritu emprendedor, la concesi¨®n de poder a los municipios (me recuerda, en este punto, a un rey feudal). Quiere crear un n¨²cleo cr¨ªtico de emprendedores (as¨ª llama Chaves a los empresarios), y quiz¨¢ piense en un n¨²cleo cr¨ªtico para sentir que alguien lo critica todav¨ªa, para mal o para bien: que alguien discuta sus obras indiscutibles, es decir, le permita seguir siendo parte de ese mundo real donde casi todo es discutible.

Un heroico delegado de M¨¢laga se abstuvo frente a Chaves y su autoridad carism¨¢tica. Fue, entre tanta aclamaci¨®n y fervor, el silencio, el abstencionista: la sombra de la duda. El abstencionista asumi¨® el estigma de la disonancia para salvar al congreso del estigma de la unanimidad absoluta, signo de una democracia enferma y deforme. Cuentan que, antiguamente, las ciudades que sufr¨ªan una epidemia eleg¨ªan a alg¨²n ciudadano contrahecho para que cargara con las culpas de toda la comunidad. Anormal, silencioso, sin lengua, es el abstencionista, el deforme, el buf¨®n mudo en la corte del rey Chaves: el buf¨®n, el mejor amigo del rey Lear, quiz¨¢ el ¨²nico que mantiene al rey en contacto con la realidad.

Quien no discute consigo mismo no tiene identidad personal, y el partido que no discute no es un partido: es otra cosa. Un partido s¨®lido y un¨¢nime como una piedra ha olvidado que una discusi¨®n inteligente agudiza la inteligencia de quienes participan en ella. Pero tambi¨¦n puede ser que esta extraordinaria personalidad carism¨¢tica, Chaves, elogiada unanim¨ªsimamente, est¨¦ ya por encima de toda discusi¨®n, en otro planeta, y que la verdadera batalla del congreso socialista empiece despu¨¦s de acatar la autoridad inane del monarca, cuando toque elegir a los validos. Chaves ser¨¢ capaz de estar con todos, Almunia o Borrell, Bono o Zapatero, Mengano o Fulano, y todos elogiar¨¢n al presidente.