Cartas a un amigo alem¨¢n
Un amigo m¨ªo siempre dice que autores cl¨¢sicos son aquellos a los que se recurre (cogiendo un libro, consult¨¢ndolo distra¨ªdamente) y siempre dan una soluci¨®n. Tuve la oportunidad de comprobar la eficacia de esa teor¨ªa hace pocos d¨ªas, cuando volv¨ª a encontrar en mi biblioteca un peque?o libro de Albert Camus, Cartas a un amigo alem¨¢n. Escritas durante la II Guerra Mundial, en la Francia ocupada por los nazis, Camus se enfrenta dial¨¦cticamente con un amigo alem¨¢n que ha abrazado el nacionalsocialismo. Lo hace con argumentos dram¨¢ticos, apremiantes, lo hace con esa grandeza que predica el verdadero humanismo, una postura ¨¦tica que no s¨®lo repugn¨® siempre a los nazis, sino tambi¨¦n, algo m¨¢s tarde, a los abominables seguidores de Sartre.En una edici¨®n posterior, Camus a?adi¨® al libro un breve pr¨®logo, un pr¨®logo que modifica radicalmente el sentido de todo el libro. A pesar de mantener el t¨ªtulo, descarta la diferenciaci¨®n de corte nacional: cuando el autor de esta carta dice "ustedes" no quiere decir "ustedes, los alemanes", sino "ustedes, los nazis". Cuando dice "nosotros", no siempre significa "nosotros, los franceses", sino "nosotros, los europeos libres". Es decir, Camus ofrece ahora una pugna dial¨¦ctica no tanto entre un franc¨¦s y un alem¨¢n, sino entre un dem¨®crata y un fascista.
Decid¨ª releer el libro a la luz de ese nuevo principio. Pens¨¦ que ser franc¨¦s, o alem¨¢n, no parecen mejores atributos que ser vasco. Y pens¨¦ que la dial¨¦ctica entre dem¨®cratas y fascistas podr¨ªa articularse tambi¨¦n en mi pa¨ªs. Un nuevo elemento apuntalaba esa relectura: hay p¨¢ginas del libro en que la contraposici¨®n es rigurosamente entre hermanos, porque en ellas la patria com¨²n a la que se refiere el autor es Europa. Europa, como proyecto de unidad, form¨® parte del ideario fascista, pero Europa tambi¨¦n era ya, contemplada desde el bando democr¨¢tico, a partir de nuevos presupuestos. Es decir, Camus y su antiguo amigo nazi comparten una misma patria, pero extraen de ella visiones radicalmente distintas.
"Lo que ocurre es que no d¨¢bamos el mismo sentido a las mismas palabras, no habl¨¢bamos ya la misma lengua", dice Camus a su antagonista. "Las palabras adquieren siempre el color de los actos o de los sacrificios que suscitan. Y la palabra patria adquiere entre ustedes reflejos sangrientos y ciegos, que me la har¨¢n siempre ajena, en tanto que nosotros hemos puesto en la misma palabra la llama de una inteligencia en la que el valor es m¨¢s dif¨ªcil, pero en la que el hombre sale ganando".
"Entre las razones que nos asisten para combatirles (las mismas que nos asisten para vencerles) acaso la m¨¢s profunda sea la conciencia que tenemos de haber sido no solamente mutilados en nuestro pa¨ªs, golpeados en lo m¨¢s vivo de nuestra carne, sino despojados de nuestras m¨¢s hermosas im¨¢genes, de las que ustedes ofrecen al mundo una odiosa y rid¨ªcula versi¨®n. Lo que hiere m¨¢s profundamente es que se falsee lo que amamos".
"Quiero explicarle c¨®mo es posible que hayamos sido tan semejantes y que seamos hoy enemigos, c¨®mo podr¨ªa haber estado a su lado y por qu¨¦ ahora ha acabado todo entre nosotros. A m¨ª, que cre¨ªa pensar como usted, no se me ocurr¨ªan argumentos que oponerle, como no fuera un profundo amor a la justicia que, en definitiva, me parec¨ªa tan poco racional como la m¨¢s s¨²bita de las pasiones. Usted admit¨ªa lo bastante la injusticia de nuestra condici¨®n como para resolver acrecentarla, en tanto que a m¨ª me parec¨ªa, por el contrario, que el hombre debe afirmar la justicia para luchar contra la injusticia eterna, crear felicidad para protestar contra el universo de la desdicha".
Mi amigo, que casi siempre tiene raz¨®n, la tuvo una vez m¨¢s. Los cl¨¢sicos, en el fondo, est¨¢n ah¨ª para salvarnos. Cada vez que deba explicar qu¨¦ puede separarme de un euskal herritarra bastar¨¢ recurrir a uno de los mejores escritores de este siglo. Ya que uno mismo no pudo escribir las palabras, al menos s¨ª supo d¨®nde encontrarlas para apuntalar sus argumentos.
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