?Para cu¨¢ndo la ampliaci¨®n de Europa?
Atravesamos una ¨¦poca en la que la ilusi¨®n europe¨ªsta est¨¢ ausente. No creo que podamos hablar de europesimismo, pero s¨ª de un cierto euroescepticismo. Muchos europeos pasan. De forma que hoy coinciden un ambiente euroesc¨¦ptico y el proceso en marcha de la ampliaci¨®n de la Uni¨®n a una docena de Estados, centroeuropeos y b¨¢lticos, m¨¢s Chipre y Malta. Es verdad que en las ¨²ltimas d¨¦cadas europesimismo y eurooptimismo se han alternado c¨ªclicamente, pero lo significativo de la etapa actual es que el euroescepticismo se da, por primera vez, en un ambiente de crecimiento econ¨®mico y de relativa paz social.Uno de los factores que propician este clima euroesc¨¦ptico est¨¢ sin duda constituido por los temores, recelos, fobias, medias verdades y abiertas falsedades que la extrema derecha racista o los conservadores antiintegracionistas, especialmente los del norte, y, entre ellos, sobre todo los brit¨¢nicos, difunden desde hace tiempo. Hay quien lo atribuye al factor miedo asociado con la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea. En cualquier caso, los expertos en la utilizaci¨®n de argumentos demag¨®gicos tienen el campo abonado, pues en estos tiempos las tesis soberanistas que proclaman algunos Gobiernos del norte, sea cual sea la ideolog¨ªa de sus dirigentes, pueden sustentarse en el fuerte temor -que parece acrecentarse- de las opiniones p¨²blicas de los Estados peque?os a que su identidad se diluya en una Europa dominada por los grandes. Ello aumenta el foso entre quienes opinan que la ampliaci¨®n no ser¨¢ exitosa sin mayor uni¨®n pol¨ªtica y quienes se oponen a profundizar la integraci¨®n que ser¨ªa necesaria para facilitar tal uni¨®n.
No constituye sorpresa alguna la militancia de los norte?os descre¨ªdos de siempre, pero resultan penosas -aunque comprensibles, dado el ambiente creado en los ¨²ltimos tiempos- las reticencias de algunos pa¨ªses peque?os, tradicionalmente integracionistas. Es en todo caso condenable la forma prepotente que a veces algunos grandes exhiben. Durante la pasada presidencia portuguesa, el secretario de Estado portugu¨¦s, Seixas da Costa, denunci¨® el "chantaje de los pa¨ªses grandes a los peque?os", aludiendo, al parecer, a Francia y a Alemania.
La tesis ser¨ªa que los pa¨ªses peque?os deben aceptar las reformas institucionales (n¨²mero de comisarios, ponderaci¨®n de voto en el Consejo) propuestas por los grandes si no desean ser acusados de hacer fracasar la Conferencia Intergubernamental (CIG), que debe concluir en diciembre, y, consiguientemente, de bloquear la ampliaci¨®n. Al parecer, Seixas da Costa habr¨ªa a?adido que Portugal est¨¢ m¨¢s cerca de los intereses de los pa¨ªses aspirantes a la adhesi¨®n que de los de algunos socios comunitarios. Si esto ocurre ya en la actual Uni¨®n a 15, cabe imaginarse el nivel de posible conflicto interno en una Europa ampliada a veintitantos si la reforma (v¨ªa CIG) y la ampliaci¨®n no se configuran de modo que pueda evitarse que la an¨¦cdota se convierta en categor¨ªa.
Aunque el panorama econ¨®mico continuar¨ªa siendo bueno en comparaci¨®n con ¨¦pocas pret¨¦ritas, la muy reciente alza -supuestamente inesperada- de la inflaci¨®n y el comportamiento a la baja del euro desde su creaci¨®n son elementos -por ahora, de mayor efecto socio-psicol¨®gico que real- que est¨¢n llevando a numerosos ciudadanos a preguntarse sobre Europa y desde luego sobre la ampliaci¨®n. ?Afectan al euro la inconcreci¨®n del proceso de ampliaci¨®n y las dudas sobre los futuros pasos del proyecto pol¨ªtico europeo? Crecen las voces que ligan la decadencia del euro al proceso de ampliaci¨®n. As¨ª, el jefe del land alem¨¢n de Baviera, el social-cristiano Edmund Stoiber, manifestaba hace unas semanas que la debilidad de la moneda europea podr¨ªa deberse a los insuficientes preparativos para la ampliaci¨®n. Al tiempo que, durante la reuni¨®n de septiembre del Fondo Monetario Internacional (FMI), su nuevo responsable, Horst Koehler, manifestaba que "una de las causas m¨¢s importantes de la debilidad del euro es la relativa incertidumbre sobre c¨®mo avanzar pol¨ªticamente en la integraci¨®n y ampliaci¨®n europeas". Creo que un colof¨®n asumible por todos podr¨ªa ser que de una Europa pol¨ªticamente d¨¦bil se deriva un euro d¨¦bil.
No es extra?o que en un ambiente como el que acabo de describir surjan propuestas con diversos enfoques y supuestas soluciones a prop¨®sito del ser de Europa, reforma, profundizaci¨®n y ampliaci¨®n incluidas, sin olvidar la de aquellos descre¨ªdos que, asustados por lo que consideran excesivo avance en el camino de la integraci¨®n, militan en una suerte de centrifuguismo, As¨ª, y como es conocido, durante los ¨²ltimos meses han saltado a la palestra, entre otras, las de Jacques Delors, Giscard d'Estaing / Helmut Schmidt, Joscha Fischer, Jacques Chirac, G¨¹nter Verheugen, Gerhard Schr?der / Giuliano Amato, Johannes Rau, Tony Blair y Tony Blair / Goran Persson.
Hemos de fabricar el producto ampliaci¨®n con los mimbres de que disponemos. Pero hemos de hacerlo porque es moralmente imperativo y estrat¨¦gicamente necesario. Es la ocasi¨®n para acabar para siempre con la divisi¨®n del continente y para impedir que se consolide el nuevo muro que, desde la ca¨ªda del de Berl¨ªn, se est¨¢ levantando entre riqueza y pobreza. Hace diez a?os, en 1990, el fin de la guerra fr¨ªa hab¨ªa dado paso a una oleada de entusiasmo europeo en pro de la unificaci¨®n del continente. El objetivo era la creaci¨®n y fortalecimiento de una Europa unida, pac¨ªfica y democr¨¢tica a la que se incorporar¨ªan las viejas naciones atrapadas durante d¨¦cadas en la ¨®rbita sovi¨¦tica, Sin embargo, hoy, el entusiasmo y el sentido de visi¨®n hist¨®rica a llevar a cabo se han evaporado. Cabe preguntarse por qu¨¦ nuestros dirigentes pol¨ªticos se han preocupado tan escasamente de convencer a las respectivas opiniones p¨²blicas de que la ampliaci¨®n conviene a todos.
Consumada la ampliaci¨®n, habr¨¢ inconvenientes, y ventajas. Sin embargo, desde mi punto de vista, el problema radica en que la opini¨®n p¨²blica de los 15 ve m¨¢s los inconvenientes, probablemente porque casi nadie ha resaltado las ventajas. Ello no quiere decir que aqu¨¦llos no existan. Es incluso posible que, a corto y medio plazo, las desventajas sean m¨¢s. No cabe duda, por ejemplo, de que en una Uni¨®n Europea con casi el doble de miembros las diferencias sociales y econ¨®micas ser¨¢n mayores; que la cohesi¨®n (mayor o menor en los actuales 15) disminuir¨¢; que habr¨¢ mayor diversidad cultural, incluida la cultura pol¨ªtica, y que los intereses de seguridad ser¨¢n m¨¢s amplios, lo que complicar¨¢ todav¨ªa m¨¢s la sedicente pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n (PESC).
De entre las ventajas, una vez finalizado el proceso de adhesi¨®n, no es la m¨¢s peque?a que la UE se convertir¨¢ en el mayor mercado ¨²nico del planeta, con lo que aumentar¨¢ su participaci¨®n en el comercio mundial. La Uni¨®n, adem¨¢s, incrementar¨¢ sus posibilidades en las relaciones internacionales en cuanto actor civil global, siempre, claro est¨¢, que una genuina unidad pol¨ªtica sea conseguida y mantenida. Resulta atractivo escuchar al presidente alem¨¢n, Johannes Rau, decir que la unidad pol¨ªtica de Europa "es un medio para recuperar la soberan¨ªa que nos quita la globalizaci¨®n", pero es inveros¨ªmil que, en el futuro previsible y tras la incorporaci¨®n de los pa¨ªses aspirantes, la UE se convierta en un actor pol¨ªtico eficaz m¨¢s all¨¢ del actual nivel PESC. Nivel que -a pesar del entusiasmo y val¨ªa personales del Alto Representante- no es muy elevado. Las dos pruebas m¨¢s recientes de la relatividad del t¨¦rmino "com¨²n" de las siglas PESC son la votaci¨®n de la resoluci¨®n de la Asamblea General de la ONU en que se condenaba la violencia desproporcionada de Israel contra los palestinos (Francia, Espa?a, Grecia e Irlanda, a favor; Alemania, Reino Unido, Italia y Holanda, abstenci¨®n) y el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas con Corea del Norte que Gran Breta?a y Alemania anunciaron unilateralmente en octubre sin ni siquiera informar previamente a la presidencia francesa de la Uni¨®n.
La cumbre de la UE que cerrar¨¢ la actual presidencia francesa tendr¨¢ lugar en Niza esta semana y deber¨¢ hacerlo con la reforma institucional terminada. De no ser as¨ª, la actual UE no estar¨¢ en disposici¨®n de acoger a ning¨²n pa¨ªs candidato a partir de 2003, la fecha fijada por la propia Uni¨®n, "siempre que los aspirantes est¨¦n listos para entrar" (primer ministro dan¨¦s dixit). Esta coletilla u otras similares ("el 1 de enero de 2003 es la fecha en que la Uni¨®n deber¨¢ estar lista para acoger a los primeros socios, naturalmente a condici¨®n de que, de aqu¨ª a entonces, se concluya un buen Tratado en Niza y haya sido ratificado por los parlamentos nacionales", Moscovici, ministro franc¨¦s de Asuntos Europeos) que denotan la voluntad de la UE de no concretar una fecha para las distintas adhesiones (hay quien dice que lo har¨¢ a mediados de 2001) enerva a la opini¨®n p¨²blica y a los Gobiernos de los pa¨ªses candidatos. En ellos son patentes el malestar y la frustraci¨®n, al recordar que con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn se les dijo que su integraci¨®n en la UE comenzar¨ªa en 2000. Tambi¨¦n la desconfianza hacia quienes deber¨ªan recibirlos con los brazos abiertos, esto es, nosotros, cuando ven que el ¨²ltimo Eurobar¨®metro (sondeo de abril-mayo 2000) dice que s¨®lo el 34% de los alemanes y el 26% de los franceses (en Espa?a, el 49%) es partidario de la ampliaci¨®n.
Por eso el presidente polaco, Alexandre Kwasniewski se lamenta: "Lo que nos preocupa es el ego¨ªsmo de los pa¨ªses occidentales. Nuestra historia est¨¢ tristemente repleta de ejemplos de ello", mientras que el checo, Vaclav Havel, estima que "las dificultades t¨¦cnicas son rid¨ªculas ante el significado hist¨®rico, pol¨ªtico y cultural de la unificaci¨®n de Europa".
Es un hecho que la Comisi¨®n Europea lleva a cabo una campa?a informativa sobre los beneficios de la ampliaci¨®n, pero tambi¨¦n lo es que dispone de escasos medios financieros para ello. Dado que el proceso negociador se alarga en demas¨ªa (para algunos, se alarga sine die) y que hasta Niza no tendremos una idea aproximada de si el camino se despeja definitivamente, conviene movilizarse para convencer de que lo que se ofrece es bueno y conveniente para ambas partes. Si no convencemos, el desinter¨¦s y la xenofobia avanzar¨¢n m¨¢s r¨¢pidamente que nosotros, sobre todo si tenemos en cuenta que faltan a?os, no meses, para que se consume la ampliaci¨®n.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es eurodiputado socialista.
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