Guadalajara
Siempre ha habido escritores empe?ados en ligar la suerte de su escritura a la coyuntura pol¨ªtica. El problema es que una vez que logran situarse y viajar a cuenta del erario p¨²blico se sienten vac¨ªos y piden m¨¢s. Quieren ser a la vez subvencionados e independientes, minoritarios y populares, malditos y consagrados, experimentales y decimon¨®nicos. Algunos de esos escritores no comprenden por qu¨¦ ellos no se benefician, como Norma Duval o Pedro Ruiz, de la mayor¨ªa absoluta de Aznar. Si el PP ha tenido diez millones de votos, c¨®mo es posible que ellos no tengan diez millones de lectores. Sufren, pues, y se preguntan c¨®mo ser¨¢ la vida cuando las cosas cambien, si ahora, que gobiernan los suyos, no logran ser minoritarios y populares, malditos y consagrados, experimentales y decimon¨®nicos, independientes y subvencionados.Por eso eructan en las mesas redondas en las que muerden la mano de sus benefactores. Para ser subvencionado has de viajar a cuenta del ministerio, pero para ser maldito has de poner en la picota al director general que te facilit¨® el billete de ida y vuelta al centro de tu ego. Luego queda el problema de justificar tu irresistible mediocridad, tu caspa. Pero tambi¨¦n para eso existen mecanismos psicol¨®gicos al alcance de las econom¨ªas m¨¢s d¨¦biles. Echemos, pues, la culpa a la editorial que no nos publica, al peri¨®dico en el que no escribimos o a Florenci Rey, al que adoran todas la mujeres de la casa. C¨®mo es posible, se pregunta el escritor maldito y consagrado, experimental y decimon¨®nico, etc¨¦tera, que gobernando el PP por mayor¨ªa absoluta no sea yo el hombre del tiempo de Canal +, para coincidir con Marta Reyero en la sala de maquillaje.
La vida es dura. Detr¨¢s de una editorial de ¨¦xito suele haber a?os de trabajo silencioso y un equipo de gente que no mira el reloj. Cuando adem¨¢s de todo eso funciona el olfato, su cat¨¢logo triunfa con o sin ayuda oficial. Quede, en fin, constancia de que ni el Ministerio de Cultura, que no me invit¨® a Guadalajara; ni Planeta, editorial en la que no publico; ni Abc ni El Mundo, peri¨®dicos en los que no escribo, son responsables de que yo no haya logrado estar, como escritor, a la altura de las expectativas de mi madre.
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