La Duma rusa 'obedece' a Putin y restaura el himno sovi¨¦tico
Lo que Bor¨ªs Yeltsin no hizo en nueve a?os lo ha hecho Vlad¨ªmir Putin en un santiam¨¦n. Aunque con pol¨¦mica, ha resuelto el espinoso asunto de dotar de s¨ªmbolos estatales a la nueva Rusia que sustituyan a los provisionales adoptados por el primer presidente del pa¨ªs tras la ruptura de la URSS. La Duma se pleg¨® ayer mansamente a la propuesta del l¨ªder del Kremlin de restaurar el antiguo himno sovi¨¦tico (que tendr¨¢ nuevo texto) y la bandera roja en las Fuerzas Armadas, y de mantener la bandera tricolor zarista (blanca, azul y roja) y el escudo con el ¨¢guila bic¨¦fala.
Queda el paso por el Consejo de Federaci¨®n, pero ser¨¢ un puro tr¨¢mite. La suerte est¨¢ echada. S¨®lo los liberales y derechistas han opuesto alguna resistencia en la C¨¢mara baja. Grigori Yavlinski, l¨ªder de Y¨¢bloko, ha anunciado incluso que impugnar¨¢ la decisi¨®n ante el Tribunal Constitucional, aunque sus posibilidades de ¨¦xito son pr¨®ximas al cero absoluto. En cuanto a Yeltsin, se descolg¨® el jueves con una entrevista en el diario Komsom¨®lskaya Pravda, el de mayor difusi¨®n de Rusia, en la que mostraba su oposici¨®n rotunda a la restauraci¨®n del himno sovi¨¦tico, que, seg¨²n ¨¦l, "est¨¢ asociado a los congresos y conferencias del PCUS en los que se consolid¨® el poder de los bur¨®cratas".
El antiguo comunista entusiasta reconvertido en anticomunista feroz debe ver en esta decisi¨®n el peligro de que fracase el proyecto pol¨ªtico por el que luch¨® desde el Kremlin y, antes a¨²n, desde las movedizas trincheras de la perestroika de Mija¨ªl Gorbachov, al que sobrepas¨® en audacia.
Las cosas no van exactamente como ¨¦l debi¨® imaginarlas cuando, el 31 de diciembre, anunci¨® al pa¨ªs que se convert¨ªa en pensionista y pasaba el testigo al ex agente del KGB. Quien le ha traicionado en este caso es quien m¨¢s les debe, aunque, desde el entorno de Putin, se le hace notar que no hay ninguna cuenta por saldar.
El asunto se cierra con esa extra?a mezcla de ingredientes de procedencia diversa que puntea la acci¨®n de gobierno de Putin, que a veces encandila a los l¨ªderes extranjeros con su uniforme de reformador y otras muestra reflejos de homo sovieticus y alimenta un enigma del que depende el futuro de Rusia.
Los nost¨¢lgicos del pasado sovi¨¦tico, el poderoso partido comunista y decenas de millones de personas que nacieron y vivieron en la URSS recuperar¨¢n algunas de sus se?as de identidad. Los veteranos de la II Guerra Mundial tendr¨¢n su bandera roja, con la que lucharon contra el fascismo. Y los nost¨¢lgicos de los tiempos prerrevolucionarios podr¨¢n consolarse con el ¨¢guila imperial y la bandera tricolor.
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