Un acuerdo positivo
El acuerdo alcanzado ayer entre el Gobierno y el PSOE no contiene nuevas recetas para acabar con el terrorismo, sino unos principios orientadores de la respuesta democr¨¢tica al desaf¨ªo planteado por ETA. Esa respuesta es condici¨®n necesaria para convertir la debilidad operativa del terrorismo, que pronto o tarde volver¨¢ a manifestarse, en derrota pol¨ªtica de ETA; sin la que no habr¨¢ paz.El acuerdo recoge, como en el caso del Pacto de Ajuria Enea -en el que parece estar inspirado-, una serie de principios democr¨¢ticos b¨¢sicos de la lucha antiterrorista, adaptados a las circunstancias actuales: ofensiva generalizada de ETA, de un lado, y ruptura del frente democr¨¢tico plasmada en el Pacto de Lizarra, de otro. Pero tambi¨¦n la refutaci¨®n pr¨¢ctica de la teor¨ªa que inspiraba ese pacto: que es posible hacer desistir a ETA mediante concesiones pol¨ªticas. Los principios recogidos en el acuerdo son dif¨ªcilmente impugnables desde la democracia: no hay justificaci¨®n pol¨ªtica para la violencia, y es ileg¨ªtimo intentar sacar ventajas de ella; que el marco definido por la Constituci¨®n y el Estatuto permite la confrontaci¨®n pac¨ªfica de las diversas expresiones del pluralismo vasco, y que cualquier proyecto de modificar ese marco deber¨¢ plantearse, en su caso, desde el respeto a las reglas del juego democr¨¢ticas.
El acuerdo compromete al PP y al PSOE, y se presenta abierto a la incorporaci¨®n de otras formaciones. Pero quiz¨¢ su mayor debilidad sea no haber incidido con m¨¢s ¨¦nfasis en esa incorporaci¨®n. La f¨®rmula elegida, tan escueta y casi como una mera cl¨¢usula de estilo, no da demasiada pista de aterrizaje a los grupos que quieran unirse a la iniciativa. El PNV ya ha adelantado su escasa propensi¨®n a adherirse a un acuerdo en cuya gestaci¨®n no ha participado y que le exige incluso c¨®mo debe rectificar. Se comprenden las cr¨ªticas, pero para excluirse del pacto deber¨ªa argumentar los motivos de su desacuerdo con los principios que lo vertebran y qu¨¦ dificultades tienen para cumplir esa exigencia de ruptura formal con Lizarra. La liquidaci¨®n del Pacto de Ajuria Enea cre¨® un vac¨ªo que el acuerdo alcanzado ayer no puede llenar; pero para contar un d¨ªa con algo comparable hab¨ªa que comenzar por establecer un compromiso entre las fuerzas que representan al 80% del electorado espa?ol.
El acuerdo es equilibrado. El Gobierno ha modificado su desde?osa reacci¨®n inicial a la iniciativa socialista de plasmar por escrito los principios compartidos. Tuvo raz¨®n Zapatero al augurar que la propia ofensiva de ETA iba a modificar la percepci¨®n del Gobierno. Y ha conseguido que ¨¦ste renuncie a su pretensi¨®n de incluir entre los principios antiterroristas la opci¨®n por una determinada f¨®rmula de gobierno en Euskadi. El acuerdo hace depender de la actitud que adopten los propios nacionalistas respecto a Lizarra que esa f¨®rmula (PP-PSOE) sea o no la ¨²nica posible para los firmantes. Frente a la propensi¨®n de Aznar a convertir el problema vasco en una bandera exclusiva, se establece el acuerdo de compartir iniciativas en materias como las reformas legales, pol¨ªtica penitenciaria, movilizaciones y actuaciones en las instituciones.
A cambio, los socialistas adquieren el compromiso p¨²blico de no hacer de la lucha antiterrorista un escenario de enfrentamiento con el Gobierno. Aznar tiene motivos para saber qu¨¦ fuerte es la tentaci¨®n de aprovechar las tensiones y ansiedad social suscitadas por el terrorismo para desestabilizar al Gobierno. Pero precisamente porque la eficacia de ETA es proporcional al grado de desconcierto social e inestabilidad pol¨ªtica, un acuerdo como el de ayer es una condici¨®n para la derrota pol¨ªtica del terrorismo. Sea bienvenido.
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