'Estradagate'
El presidente filipino, Joseph Estrada, ex actor de cine, ostenta el dudoso honor de ser el primer jefe de Estado asi¨¢tico en sufrir un proceso de destituci¨®n, aunque es cierto que a Suharto, de Indonesia, no se le dio, con todo merecimiento, ni esa oportunidad de defenderse. Ayer comenz¨® en Manila el proceso judicial del presidente ante los 22 senadores que han de decidir si prescinden de sus servicios por recibir unos 1.500 millones de pesetas en sobornos de una loter¨ªa ilegal, desv¨ªo de fondos de impuestos, abuso de la confianza p¨²blica y violaci¨®n de la Constituci¨®n.Pese a la fuerza de las pruebas, es de temer que el juicio sea m¨¢s pol¨ªtico que otra cosa; como s¨®lo puede haber destituci¨®n si una mayor¨ªa de dos tercios condena a Estrada, a ¨¦ste le bastar¨¢n ocho votos para seguir en el cargo. Y en un pa¨ªs como Filipinas, donde el clientelismo y la corrupci¨®n siguen rampantes pese al restablecimiento de la democracia en 1986, es muy posible hallar a esos ocho senadores, contando a todos o gran parte de los siete de su propio partido, Lucha de las Masas Nacionalistas Filipinas, que con su solo nombre invoca ya todos los populismos, y los cinco que se declaran independientes.
Sea cual fuere el resultado, cabe poca duda de cu¨¢n poco ha valido ya la presidencia de quien prometi¨® pan a los pobres y s¨®lo les ha proporcionado el circo de sus propias vicisitudes. La debilidad extrema de la econom¨ªa, la p¨¦rdida de la confianza y las secuelas de la crisis monetaria del sureste asi¨¢tico, en medio de un clima de milagrerismo que llev¨® a Estrada a la presidencia, pintan un negro futuro para el archipi¨¦lago.
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